El poder arcaico e irresponsable en Latinoamérica

El poder arcaico e irresponsable en Latinoamérica

Aquí encontramos los jefes de Estado que ejercen o han ejercido el poder más como jefes arcaicos que como jefes de Estados de derecho

Por: Orlando Solano Bárcenas
agosto 23, 2023
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El poder arcaico e irresponsable en Latinoamérica

Responsabilidad es la cualidad de la persona responsable. Para un cargo cualquiera se busca una persona con responsabilidad y para uno de jefe de Estado, alguien con mayor sentido del deber. Si la persona no tiene responsabilidad y se le demuestra, se dice de ella que es irresponsable o culpable. La responsabilidad es un valor que está en la conciencia de la persona poseedora de firmes bases morales.

A esta categoría de personas pertenecen aquellas que tienen la virtud de tomar sus decisiones de manera consciente asumiendo las consecuencias, que respondan por sus acciones ante el competente de cada momento o caso, por ejemplo, el superior, el grupo, la sociedad, el Estado.

En materia de gobernantes las exigencias de responsabilidad deben ser mayores de acuerdo con el dicho de “A mayores honores mayores deberes”. Pero resulta que en la América Latina de hoy en día algunos jefes de Estado ejercen o han ejercido el poder más como jefes arcaicos que como jefes de Estados de derecho. Olvidan estos o han olvidado que la responsabilidad por los actos es preocupación muy antigua y siempre permanente.

Los grandes filósofos de la Antigüedad se ocuparon del tema de la Responsabilidad

Para Heráclito de Éfeso el hombre debe buscarse a sí mismo y hacer que su destino esté determinado únicamente por su carácter, lo que exige de él ser el propio responsable de sus actos y no el producto de poderes caprichosos del destino o de los dioses. Según Platón, la responsabilidad exige del individuo dar cuenta de las consecuencias concretas de sus acciones y decisiones ante los otros. Para Aristóteles, lo importante es que la elección es causa no solo de la acción responsable sino de la propia acción como tal porque sin ella no hay acción y menos acción responsable, en consecuencia la responsabilidad la determina o se exige solo a partir de la libertad y de la conciencia de una obligación, de donde para que exista la responsabilidad el autor del acto u omisión que haya generado una consecuencia que afecte a terceros debe haber actuado libremente, de buena gana y en plena conciencia que lo haga digno de alabanza.

Etimología del vocablo Responsabilidad

Responsabilidad viene del latín responsum, que remite a una forma de ser considerado como sujeto de deuda u obligación. Según Kant, la responsabilidad es la virtud individual de concebir libre y conscientemente los máximos actos posibles universalizables de nuestra conducta, la responsabilidad viene a ser una virtud social que se configura bajo la forma de un imperativo categórico que ordena obrar “de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra”, de donde se desprende que este imperativo es lo que se conoce como el “Principio de responsabilidad”. Para Nietzsche, la responsabilidad es algo esencial en el ser humano en razón a que lo que nos sucede no es por obra de cuestiones divinas sino por nuestras propias decisiones. La filosofía de Jean-Paul Sartre considera que si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es y debe por lo tanto asentar sobre sí la responsabilidad total de su existencia.

La responsabilidad de nuestros actos no es solo asunto teórico

Desde el punto de vista de la “moral práctica” la responsabilidad tiene establecidos unos principios casi generales para las actividades humanas. Por ejemplo: -Reconocer las propias acciones y responder por ellas; - Mejorar el uso del tiempo y el empleo de los medios adecuados en la labor que nos haya sido encomendada; -Reportar oportunamente el error propio o las anomalías observadas; -Organizar bien y pronto las acciones propias de la actividad encomendada, por ejemplo, ser cumplido en las citas; -Asumir con verticalidad las consecuencias de las omisiones y acciones realizadas; -Manejar con eficiencia y honradez los instrumentos y herramientas recibidos para el buen logro de la obra encomendada. Estas obligaciones sociales, pueden pasar a ser jurídicas.

La Responsabilidad cabe predicarla igualmente en el campo de lo jurídico

Desde el punto de vista jurídico la responsabilidad surge cuando el sujeto transgrede un deber de conducta señalado en una norma jurídica que -a diferencia de la norma moral- procede de algún organismo “externo” al sujeto, principalmente el Estado. Coercitiva por naturaleza, la responsabilidad es el complemento necesario de la libertad al ser la consecuencia de un acto ejecutado libremente, que si es de violación de una norma jurídica trae la sanción del Estado (y/o de la sociedad). En asuntos de responsabilidad jurídica es necesario partir de la relación entre normas de conducta,  reglas de responsabilidad (criterios de imputación) y juicios de responsabilidad. En consecuencia, se debe tener en cuenta los conceptos de voluntariedad, responsabilidad, fuerza, ignorancia y elección. Cabe una distinción de principio: Las normas jurídicas pertenecen al Derecho (heteronomía) y las normas morales pertenecen a la Moral (autonomía). Las normas religiosas pertenecen a la Religión y los convencionalismos sociales tienen como campo de acción las reglas del trato social.

Tipos de responsabilidad según el campo de acción concernido

Existen seis tipos de responsabilidad en los diversos campos en los que actúa el individuo. Por ejemplo:  responsabilidad moral,  penal, social, civil, ambiental y laboral. La Carta de las Naciones Unidas exige responsabilidades hacia la humanidad siendo la principal la prevención, el fin de los conflictos y la consolidación de la paz. La conjunción de derecho constitucional y administrativo exige de los funcionarios y servidores públicos que en el ejercicio de sus funciones no incurran en tres tipos de responsabilidad: responsabilidad administrativa-funcional, responsabilidad civil o responsabilidad penal. Al lado de la responsabilidad -un valor- existe la Irresponsabilidad, un contravalor. Sobre cómo opera y es sancionada la irresponsabilidad en los pueblos arcaicos del pasado y del presente insistiremos en esta Nota Ciudadana.

La Irresponsabilidad, un contravalor

Es un tema de gran significancia que se expresa como: -Cualidad de irresponsable y -Acto irresponsable. Similares son los términos de imprudencia, e irreflexión. La Real Academia Española de la Lengua anota: Irresponsable en tanto que adjetivo y dicho de una persona refiere: -A quien no se puede exigir responsabilidad; -Al Que adopta decisiones importantes sin la debida meditación.  Dicho de un acto refiere a: -Resultante de una falta de previsión o meditación. Desde el punto de vista de la etimología el vocablo Irresponsable viene del prefijo ir (negación) y responsum (respuesta), spondere (prometer, comprometerse a algo) . Es decir: -Que no puede responder por algo debido a la edad o a impedimentos de tipo mental; -Que no pone atención o cuidado suficiente en lo que hace o dice (sinónimos: alocado, atolondrado, distraído); -De un hecho que es resultado de una mala planificación, improvisación o de la falta de cuidado; -Que no cumple con sus deberes y obligaciones (sinónimos: incompetente, incumplido): -Imprudente.

En consecuencia, la irresponsabilidad es la incapacidad para cumplir con las obligaciones y asumir las consecuencias de los propios actos; es lo contrario de la responsabilidad, por lo que a menudo se la considera un antivalor. En el plano práctico de las personas con este tipo de actitudes se predica que son “irresponsables” lo que las hace poco confiables porque no suelen cumplir con la palabra empeñada ni hacerse cargo cuando cometen algún error. Un irresponsable -en resumen- es una persona que huye de sus compromisos, por lo tanto nunca honra lo que dice y de estos parece haber abundancia en América Latina.

La irresponsabilidad de nuestros actos igualmente no es solo asunto teórico

En la vida cotidiana la irresponsabilidad puede manifestarse de formas distintas, que se pueden resumir en dos conjuntos de actitudes: -No cumplir con lo que se promete o se anuncia, lo que resta valor a la propia palabra y hace a las demás personas desconfiar de cualquier promesa hecha; y -No enfrentar las consecuencias de las propias decisiones, lo cual suele interpretarse como extrema comodidad y cobardía. La persona irresponsable vulnera la confianza de los demás y puede tener que enfrentarse a reproches, sanciones o castigos que van desde el rechazo hasta las condenas judiciales. En materia criminal las consecuencias de la irresponsabilidad pueden ser mucho más graves.

La etiología de la Irresponsabilidad

Las conductas irresponsables surgen como un antivalor de la responsabilidad por referirse a la incapacidad y falta de voluntad de una persona para cumplir con una obligación, compromiso o tarea asignada de forma voluntaria u obligatoria. La irresponsabilidad también se emplea para indicar las consecuencias de haber llevado a cabo algún acto sin considerar previamente sus resultados. La irresponsabilidad de las personas suele demostrar lo poco importante, la comodidad y el desinterés que les genera cumplir con sus obligaciones y responsabilidades sin considerar que estas actitudes pueden afectar a terceras personas. Es decir, que las personas irresponsables, inmaduras, despreocupadas, irreflexivas, insensatas, imprudentes o inconscientes tienen una escala de valores y de prioridades mal organizada (impuntualidad, incumplimiento de citas, promesas, actividades, tareas, negatividad constante, reportarse enfermo sin estarlo, falta de compromiso) que rompe con el orden familiar, laboral, social o estatal generalmente establecido como “correcto”. Es claro que los actos irresponsables pueden generar graves consecuencias no solo a nivel personal sino también a nivel social. Se trata, en resumen, de las conductas omisivas o activas que se expresan como un antivalor de la responsabilidad. La irresponsabilidad no solo no mide las consecuencias de las acciones hacia la propia personalidad, sino que tampoco mide o se percata de las consecuencias que estas tienen en otras personas, en el grupo o en la sociedad. Campo este último, el social, que concierne al campo de la responsabilidad Política del gobernante.

La irresponsabilidad en el ejercicio del Poder

El poder ha tendido desde los comienzos de su existencia a ser irrefrenable, absoluto, absorbente e irresponsable. Esta tendencia ha sido universal, sobre todo en el caso del “poder político”. El acceso y la salida del poder son fenómenos dignos de ser observados, analizados y estudiados en profundidad, teniendo en cuenta que una buena llegada y una buena salida del poder son necesarias para lograr la integración de un país. Las formas de acceso y de salida del poder de las sociedades arcaicas superiores (entre la Prehistoria y el Mundo Clásico) y las del presente son muy ilustrativas de lo que puede suceder en las contemporáneas, donde fenómenos de irracionalidad no son escasos. Algunos gobernantes de la América Latina contemporánea, del Tercer Mundo y del mundo tout court tienen o han tenido conductas propias de las sociedades arcaicas del pasado.

Las formas arcaicas de Acceder y de Salir del poder

Son interesantes de estudiar porque con ellas se puede observar y hasta constatar el fenómeno de la irresponsabilidad en el ejercicio en veces absoluta y en otras casi que inexistente. En efecto, una de las grandes evoluciones de la humanidad ha sido precisamente la de pasar de la irresponsabilidad absoluta e incontrolable del gobernante arcaico, al ejercicio de un poder controlado no solo por una especie de equilibrio personal sino igualmente institucional. De allí que ciertas manifestaciones incontroladas del poder sean consideradas hoy en día como un reflejo del arcaísmo del pasado. Por el contrario, un poder responsable y enmarcado en el marco de un Estado de derecho es visto hoy en día como sinónimo de democracia y respeto de las libertades públicas.

El poder arcaico ni tan absoluto ni tan libre de controles

El poder arcaico no siempre está basado en la posibilidad de utilizar la violencia. Con frecuencia es solo un poder de “supervivencia" (Canetti), lo que implica en veces ejercerlo sobre vida y muerte como un instrumento de horror totalitario de un gobernante que se siente un “dios”. No obstante, en algunas sociedades arcaicas el poder deviene en una carga pesada que se busca rechazar por ser sancionado el fracaso con la muerte. En otras, el poder arcaico no logra imponer sus órdenes sino ad referéndum del consejo de ancianos, un poder más fuerte que el individual y por lo tanto mucho más legítimo. En estos casos se trata de sociedades donde todavía no se ha instalado el poder carismático, el poder individual por excelencia. No obstante, el poder carismático necesitará ser un tanto experto en ciertas habilidades como la caza, la pesca o el combate para que pueda suscitar el respeto, prestigio o la admiración del liderazgo, así como la expectativa de recompensas. Esto no excluye que en ocasiones se vea obligado a practicar la coerción a través del castigo que degrada o retiene las recompensas. Lo solo coercitivo del poder -es bien sabido- suele traer los resentimientos y las revueltas que defenestran, deponen, apartan, separan,  privan o destituyen. Temas de actualidad.

El fenómeno del Poder

Es universal. Un grupo -por ejemplo- no es sino un conjunto de poderes más o menos armónicamente agenciado. El poder puede ser definido como la capacidad de actuar sobre la conducta de otro, tomado individualmente o como haciendo parte de un grupo social total o de subgrupos de grupos sociales. El poder admite categorías o subdivisiones: -El poder de “influencia” que tiene una persona de superior categoría sobre otra de menos categoría gracias a la riqueza de la primera, a su superior categoría social, a su cargo, etc. -El poder que provenga del ejercicio de una “función” que otorgue la capacidad de actuar sobre otro miembro del grupo, en especial del poder político que es el que procura el fin de gobernar a hombres constituidos en gobierno según la forma del respectivo régimen político concreto; pero con esta exigencia, que para que sea aceptado por todos debe ser legítimo y actuar legalmente de manera soberana al no tener a nadie por encima de él. -El poder, afirma Max Weber, suele adoptar tres formas principales: el poder carismático, el poder tradicional y el poder legal. A esta división clásica se le pueden agregar otras como las de: poder absoluto y poder limitado, poder monárquico, oligárquico y democrático. La teoría distingue entre el poder y la autoridad.

Poder no debe ser confundido con Autoridad

La Autoridad remite a un valor de naturaleza moral, que señala que el poder debe gozar del consenso del conjunto del país. Un poder impuesto únicamente por la fuerza puede ser cuestionado por el juicio político popular, tema de actualidad. La autoridad se debe merecer. El poder nudo solo se impone. Por el hecho de dar fundamento a la primordial distinción entre gobernantes y gobernados, el poder es el fenómeno “político” fundamental. Condición que obliga a estudiarlo en su implantación tanto en los grupos elementales (campamentos, bandas, hordas, clanes, jefaturas y tribus) como en los grupos complejos (estados y el actual Estado-nación). De contera, se impone estudiar la Responsabilidad en el uso del poder. Pero, también su antivalor la Irresponsabilidad.

El acceso y la salida del poder en sociedades arcaicas

Al poder se llega generalmente a través de la lucha política, del antagonismo político. El que triunfa lo detenta y se asegura la superioridad. El que lo pierde pasa a ser el excluido, el que sufre el poder. Al poder se puede llegar por aptitudes individuales que procuren la preeminencia. Según otros, al poder se llega por pertenecerse a la élite de los que son considerados los mejores. Otros afirman que al poder se llega por un arrollador espíritu de liderazgo y de combate. También existen los que afirman que al poder se llega por ser parte quien lo detenta de una clase social o de un grupo particular que posee la riqueza (o la pobreza). La pertenencia a una raza ha influido en veces en la llegada al poder, al igual que ha influido la pertenencia a un grupo especialmente cerrado o a otro particularmente abierto. Lo decía Maquiavelo con absoluta firmeza, lo importante es conservar el poder, y gobernantes abusadores de hoy en día se toman en serio este “consejo”.

Mantenerse en el poder la principal receta de los maquiavelistas

Para conservarse en el poder, el gobernante puede valerse de estrategias que le orienten en el combate a fin de no dejarse sacar y lograr la integración. Estrategias que exigen tácticas que se adecúen al combate y conduzcan al triunfo. En esta empresa las armas principales suelen ser: -La violencia física (“el primero que llegó a ser rey, fue un soldado triunfador”); -La riqueza que dispensa favores o compra la obediencia; -La fuerza del número y la eficacia de la organización; -El dominio sobre los medios de información o “cuarto poder” hoy en día. Las principales estrategias políticas utilizadas para mantenerse en el poder van acompañadas de tácticas más o menos eficaces como las de:  -Concentración o dispersión de las armas;  -Lucha abierta o lucha enmascarada; - Lucha en el régimen o lucha sobre el régimen; -Lucha frontal de bloques o lucha por las alianzas;  -Simulación o desvelamiento de los objetivos propuestos para permanecer en el poder. En todos los casos, lo mejor siempre será suprimir o paliar los enfrentamientos. Los maquiavelistas extienden la invitación hasta suprimir a los opositores…

La Permanencia en el poder se facilita con la supresión de los antagonismos

La permanencia en el poder se hace no solo efectiva sino también legítima, cuando se reducen los antagonismos y se logra una integración pacífica de la sociedad. Es decir, cuando esta se unifique y convierta en una comunidad armoniosa basada en un orden consentido y hasta disfrutado solidariamente. En consecuencia, la integración supone limitar el combate, suprimir la violencia, establecer la violencia legítima, establecer el compromiso de la negociación y el arbitraje,  así como desarrollar solidaridades mecánicas, psicológicas y durables en el tiempo. La integración que permite mantenerse en el poder exige el establecimiento de reglas, procedimientos, formalismos y esencialmente un desarrollo de los servicios comunes. El poder -arcaico o contemporáneo- que no sea responsable y eficiente en el logro de la integración puede o debe ser sometido al juicio de los gobernados. Es decir, a lo que hoy en día es conocido como el juicio político.

La Salida del poder se produce por la impureza en su ejercicio

Salvo por Maquiavelo, el acceso y la permanencia en el poder han sido mucho más estudiados que su pérdida. Sin embargo, ya Platón y Aristóteles se preocuparon por la caída de los gobiernos y por la ruina de los Estados. Para ambos este hecho se produce por la “impureza” que adquiera el régimen. Los hechos que más estimulan el estado inferior de la impureza son la corrupción y la intimidación, también el exclusivismo que vehicula tanto el sectarismo como el favoritismo,  así como el incivismo que lleva a despreciar al gobernante corrupto. Estos comportamientos suelen traer rupturas (revueltas, revoluciones golpes de fuerza o de Estado) que pueden favorecer la pérdida del poder como resultado de la traición del gobernante a sus promesas y desbordamiento de los límites señalados por la costumbre o los textos. Para entender los fenómenos de ingreso y salida del poder, la antropología política ha recomendado estudiar las sociedades arcaicas del pasado y del presente. En estas últimas encontramos abundancia de gobernantes que no toleran ni siquiera el sabio “bufón del rey”, institución tan saludable, a no dudarlo!

Formas arcaicas de Acceder y Salir del poder

Robert Lowie (1883-1957), antropólogo estadounidense de origen austríaco, hizo grandes estudios sobre ambos fenómenos. En las llamadas bajas civilizaciones existen o existieron verdaderas organizaciones políticas y no solo simple poder político. En ellas se suele encontrar el poder confundido en un único poder o en una sola persona. Es decir, que difícilmente se encuentra en estas sociedades arcaicas las tres ramas tradicionales de Montesquieu, debido a que en ellas el poder legislativo se halla particularmente atrofiado y es tarea principal del gobernante exigir la obediencia de uso tradicional. Sentadas estas bases, el estudio del gobierno “central” ofrece los siguientes ejemplos por regiones geográficas.

En Australia

En este continente al poder arcaico se llega habitualmente por ancianidad (gerontocracia) y se pierde por causas naturales.- Entre los indígenas Dieri del sur de Australia llega al poder el anciano que haya sido iniciado en la sociedad secreta de los adultos y se transmite de padres a hijos; el poder se pierde por revelar los secretos de esta sociedad. Entre los Arunta del centro/norte de Australia y los Warramunga del Territorio del Norte el poder reposa en el consejo tribal, corporación cerrada de ancianos influyentes que tienen la calidad de jefes oligarcas y autócratas; el poder se pierde por muerte natural. Los indígenas Murri y Nunga del Queensland meridional tienen un consejo de ancianos influyentes, iguales entre sí, poseedores de un gran poder autocrático; la calidad de consejero se pierde por muerte natural.

En Polinesia y Micronesia

En la Polinesia las tribus tienen cierta segmentación social (aristocracia tribal) y un poder central (el jefe de la tribu asume funciones ejecutivas, militares y económicas, además de las religiosas, que van más allá de las típicas de un “un gran hombre”). En términos generales, en la Polinesia y la Micronesia suele gobernar -de diferentes manera- la casta de los patricios.

En Nueva Zelanda existen jefes de alto linaje que adquieren el título de príncipes herederos, que podían ser depuestos por cobardía, avaricia, incapacidad o desfavor del pueblo, por ser indignos del linaje o ser culpables de sacrilegio y por haber perdido el poder de hacer “tabú” ciertos objetos. -Entre los indígenas de las Islas Samoa existía un jefe nominal que reunía los cinco títulos reales de que disponían los distritos electorales privilegiados, alrededor de cada distrito había un cuerpo gobernante que convocaba al parlamento local, un cuerpo que detentaba lo esencial del poder colegiado, formado por jefes de villorrio, aristócratas rurales y pequeños propietarios. El jefe nominal podía ser cambiado por los cinco distritos electorales privilegiados. Los jefes de distrito, nombrados por los nobles de cada asamblea distrital, podían ser expulsados, golpeados y aún asesinados por sus súbditos pese al hecho de ser tabú su persona; para romper la prohibición y poder maltratarlos se les pringaba con agua de coco, acción que los hacía profanos y permitía despojarlos formalmente del título conferido permitiéndoles, ahora sí, hacerlos picadillo si a bien lo tenían.  -Los jefes de los Maoríes, etnia polinésica proveniente Nueva Zelanda, eran barones que conferían el poder a uno de sus pares, reservándose ellos el derecho de decidir en última instancia los asuntos de gobierno; el barón escogido como jefe podía ser revocado en su mandato.  -En Hawái existía un monarca déspota rodeado de una casta de patricios que en algo atemperaba su poder, la masa de súbditos estaba sometida a un déspota que se eternizaba en el poder hasta su muerte, alegando el origen divino de su poder.

En las islas Marshall, en la región pacífica de Micronesia, existía un jefe principal rodeado de una masa de jefes secundarios súbditos, sometidos a él de forma voluntaria y facultados para retomar el poder por revocatoria en caso de serio desacuerdo. El poder autocrático de estos jefes secundarios era ejercido sobre una masa de plebeyos sojuzgados por todo tipo de cargas, incluyendo el derecho de vida y muerte y hasta el de pernada.

Resumiendo, en Polinesia y Micronesia la nobleza tenía un origen divino lo que implicaba naturalmente un gobierno de derecho divino. Es por esta razón que nunca hubo un gran reino gobernado por un soberano realmente fuerte y de allí que se le pudiera deponer con cierta facilidad.

En el África negra

La constante era un despotismo monárquico extendido sobre inmensas regiones. Pocas veces la influencia de los ancianos y de los funcionarios atemperaba dicho despotismo. La regla era la posibilidad de llegar a ser tiranos absolutos.  En general en África se ha asimilado el concepto de tribu al de nación como en el caso de entidades sociopolíticas estatales de los Yoruba, los Mandinga, los Mossi y centenares de conjuntos culturales y estatales que en ningún caso pueden ser considerados como tribu. Los antropólogos colonialistas hicieron uso del término de “tribu” en lugar de “nación” como herramienta de división que justificase las fronteras impuestas. Es el caso de la división del grupo cultural Fang en grupos menores, atendiendo a criterios lingüísticos no científicos.

Entre los Tonga -bantúes de Zambia, Zimbabue y Malawi- reinaba un monarca hereditario que era el hijo primogénito de la reina-madre, la primera esposa tomada por el rey al momento de su llegada al poder. Este rey estaba rodeado de una atmósfera de santidad y su nombre era tabú. Además,  su gracia o encanto hacían el país mágicamente invencible. Como si fuera poco, el rey reunía en su persona las tres funciones del poder y sus fallos no tenían apelación. Sin embargo, podía ser severamente criticado y depuesto si llegaba a contravenir las nociones corrientes sobre la propiedad, pero antes de que se llegase a este hecho el bufón de la corte podía insultarlo como le diese la gana. Los Zulúes de Sudáfrica tenían formas muy despóticas de gobierno, por ejemplo Dingiswayo y Shaka-Zulú fueron jefes autócratas y militaristas a ultranza que terminaron siendo asesinados de forma brutal.

Los reyes de los pueblos Ho-Ewé, espacio subsahariano/guineano (Yoruba y Adja) eran escogidos entre varios candidatos, procedimiento que los obligaba a darles regalos a los electores más influyentes. Los jefes escogían el rey y el pueblo les ratificaba la nominación. La coronación del primer rey se hacía en presencia de los jefes y de un grupo limitado de representantes del pueblo. Las gentes del común jamás debían ver el trono ni los otros atributos de la realeza. No obstante, el rey podía ser depuesto por quienes lo habían elegido, medida excepcional que operaba cuando hubiese aportado un serio atentado a la prosperidad de la tribu. El rey solía ser afable y hospitalario y en los momentos de crisis convocaba al pueblo en asamblea. -Entre los Ewé, por el contrario, el pueblo no tenía voz en el gobierno pero sí existía un consejo de jefes que limitaba el poder real, el rey podía ser depuesto por dicho consejo. -En el antiguo reino de Dahomey (actual Benín)  el soberano era un monarca casi absoluto dueño de todo y de tal forma que solo toleraba el uso precario de los bienes por sus súbditos, sus funcionarios no eran sino sirvientes y no existía una aristocracia hereditaria. El rey designaba los jefes de provincia y los ministros de Estado y de estos solo uno, el jefe de la policía y gran ejecutor no podía ser decapitado según el mero capricho del soberano; es decir, que el poder absoluto de vida y muerte era el atributo distintivo de la realeza. Sin embargo, a comienzos del siglo XIX un tirano absurdo en extremo fue destronado y muerto por su pueblo.

Entre los Bakuba (o Bushongo) de la hoy República Democrática del Congo, región de Kasai,  el soberano era la encarnación de la divinidad, lo que en teoría lo hacía un monarca absoluto rodeado de una corte magnifica, numerosa y la verdadera dueña del poder. Esta situación y realidad hacían de él un rehén o un funcionario precario y revocable.  -En Yorubalandia, la región cultural del pueblo Yoruba en África Occidental (hoy Nigeria, Togo y Benín) existía igualmente una ilusión de realeza porque el rey pese a tener un origen divino y ser tratado con algo de respeto, no era sino una marioneta entre las manos de un gabinete compuesto por la secta secreta de los ancianos Ogboni, que eran los verdaderos dueños del poder al ser parte de una especie de colegio electoral que elevaba a un hombre influyente de la tribu a la dignidad de jefe de ciudad, pero que podía ser no solo depuesto sino también envenenado a los dos años de haber recibido el poder.  -Entre el belicoso pueblo de los Mascús el jefe era un adivino hereditario sin siquiera autorización para ir a la guerra sino que solo tenía la función de preparar a los guerreros la medicina que les aseguraría la victoria, así como la función de predecir el futuro y designar por adivinación los jefes de los diferentes distritos. El rey designado, más que un autócrata negro típico, hacía figura de un santo nacional que raramente era depuesto, salvo si perdía su aureola de santidad.

En el África negra el poder se ejercía y suele ejercerse de manera autocrática, salvo en algunos pueblos que todavía conservan ciertas formas democráticas. Es el caso de los Lobi del Alto Volta (hoy Burkina Faso) que no tenían jefes supremos, ni consejos regulares sino que eran guiados por el temor a las potencias sobrenaturales. Así eran también los primeros habitantes del continente pigmeos y bosquimanos, próximos a una sociedad igualitaria. Los Pigmeos forman una serie de pueblos de raza negra de cazadores-recolectores que viven en selvas ecuatoriales africanas localizados geográficamente entre Gabón/Camerún, Congo/Haití/República Centroafricana y República Democrática del Congo. Organizados en pequeños grupos son libres y se realizan de forma autónoma. Por su sabiduría los ancianos son la autoridad. Los jefes de los grupos pigmeos tienen la misión de aconsejar y acompañar a su pueblo, pero cada individuo es libre de tomar sus propias decisiones. En la cultura pigmea no existe una estructura jerárquica y se profesa un gran respeto por la autonomía personal. Es una sociedad tradicional muy igualitaria donde se valora el conocimiento y la pericia, pero esto tampoco concede autoridad sobre el resto de los individuos. Hombres y mujeres tienen dividido el trabajo, pero no existe una superioridad del hombre sobre la mujer ni una dependencia de esta. -Los Bosquimanos (San, Hotentotes, Jjoison) que habitan hoy en día entre Botsuana, Namibia, Angola, República Sudafricana, Zambia y Zimbabue eran poco dados a jefaturas fuertes por el nomadismo, que los lleva a compartir todo comunitariamente. Es decir, que la ayuda y confianza mutua es fundamental, ya que todos dependen de todos. Cada grupo de familias San es liderado por un jefe, generalmente relacionado por complejos lazos de parentesco con los líderes de otros grupos.

Hoy en día en Botsuana, Ghana, Nigeria, Sudáfrica, Uganda los jefes reinantes de las diversas tribus están legalmente facultados para servir como asesores del gobierno nacional en las llamadas Cámaras Nacionales de Jefes tribales donde se discuten asuntos políticos y sociales. Es decir, que las funciones y gobiernos tradicionales de los jefes tribales están protegidos por la constitución del respectivo país y aplican las llamadas leyes de Jefes y, por lo tanto, están legalmente reconocidos. Derivan entonces su estatus no solo de la costumbre tribal, sino también de la Cláusula de liderazgo tradicional de la Constitución actual del respectivo país.

En Norteamérica

Las tribus de Canadá y Estados Unidos tendían a cierto ejercicio de formas democráticas del poder. Las tribus de los nativos americanos de Estados Unidos tenían o tienen actualmente estatus legal por mantener una relación de nación a nación con el gobierno Federal. La Banda es la unidad fundamental de gobierno entre las Naciones Originarias de Canadá, cada una elige sus jefes directamente por todos sus miembros, o indirectamente por el consejo. El Estado canadiense los reconoce por la Indian Act. Existen también jefes hereditarios o carismáticos tradicionales, que generalmente no forman parte del gobierno formal sancionado por la Indian Act. Para 2012 existían 614 bandas. La Asamblea de las Naciones Originarias, elige a un “jefe nacional” que actúa como portavoz de todas las bandas.

 Canadá

Entre los Tlingit de la Costa pacífica en cada poblado cada clan tenía un jefe, el yitsati o padre de familia. Todos sus miembros descendían de un antepasado común, siempre por línea materna, y con una organización y roles muy complejos. Los linajes, basados igualmente en clanes, eran políticamente independientes y tenían un caudillo, pero no poseía ninguna autoridad tribal.  El poder del jefe era débil y su única función era la de presidir las deliberaciones colectivas. Estas podían deponerlo. -El jefe de los Tsimshian de la Columbia Británica únicamente  decidía el tiempo de la pesca y la caza y recibía en compensación ciertos tributos. Cada linaje tenía sus propios caudillos. Los grupos locales se componían de varios linajes, cada uno con un rango relativo sobre las otras, y el jefe de clan de más rango era reconocido como el jefe de la tribu. En calidad de jefe militar respondía por las pérdidas sufridas y proveía de compensaciones a las familias de los difuntos. El consejo podía revocarlo. Apreciaban a los mellizos como chamanes, que podían curar y eran poderosos. También tenían sociedades secretas. -El jefe de los indios Chippewa del sur del Canadá/Lago Superior era poco respetado por sus súbditos y podía ser depuesto por un guerrero más fuerte. -Entre los Algonquinos del Canadá oriental cada uno era su propio jefe. El líder del grupo de familias (hombre o mujer) era llamado sachem, que una vez elegido actuaba a la vez como gobernante y juez al resolver desacuerdos entre los integrantes del grupo y al castigar a aquellos que delinquían. También tenían los sagamores o jefes militares precarios en su autoridad y fácilmente desobedecidos o relevados del cargo. Las mujeres algonquinas ocupaban, sociopolíticamente hablando, igual espacio que los hombres, podían votar y tomar parte en un gobierno. -Solo los Iroqueses de los Grandes Lagos/noreste de Canadá fundaron una Liga de Seis Naciones soberanas en los asuntos locales, que era gobernada por un consejo de 48 jefes sachem que podían ser depuestos por indignidad. La cultura era matrilineal por familias centradas en la mujer, de estas la más sensata del clan -junto con otras que le aconsejaban- eran las que elegían los nuevos jefes. La Confederación Iroquesa fue uno de los pueblos nativos más importantes de América del Norte, cuya estructura social, su forma de gobierno y el rol de las mujeres fue asimilada para conformar la democracia de Estados Unidos basada en la constitución de los indios iroqueses, el modelo que Estados Unidos copió para redactar la suya.

Estados Unidos

El poder del jefe de los indios Muskoghi (o Creek) habitantes hoy en los estados de Alabama/Georgia/Florida/Carolina del Sur era un poder huero y fácilmente revocable. Pueblos totémicos, entre los clanes no existía ninguna organización que los englobase sino que en cada ciudad ellos cumplían determinadas funciones y de entre ellos se elegía a las personas encargadas de los oficios necesarios para la comunidad, que no era igual en todas. Cada núcleo de población era una unidad independiente con su propio gobierno y estaba encabezado por un jefe que se elegía de un clan determinado, generalmente uno de color blanco, ya que sus obligaciones eran pacificas. -Los jefes de los indios Crow de Yellowstone/Montana eran los guerreros que podían exhibir hazañas reconocidas por las convenciones, terminada su capacidad de realizar otras eran sustituidos. En términos generales entre ellos no existía un poder central, situación que los llevaba fácilmente al caos. Solo la fuerza de la costumbre los mantenía unidos. Lo anterior era mitigado en la época de la caza, cuando se conformaba un cuerpo de policía que sancionaba al que espantara a los bisontes. Entre los Crow uno de los jefes en propiedad oficiaba como jefe de campamento tanto tiempo como lo quisiera la tribu, es decir, mientras asegurase la prosperidad de la tribu. Acabada esta era cambiado. -Igual sucedía entre los Hidatsa, grupo sioux de Dakota del Norte, que tenía un jefe de villorrio (un capitoste) responsable de la propiedad de la tribu ayudado de manera permanente por la sociedad de los Bocanegras con la que no debía indisponerse en período de escasez.

Entre los Maidu septentrionales , Valle de Sacramento/Sierra nevada, que se dividían en numerosos grupos autónomos con un territorio comunal no se les conocía ningún sistema social, pero tenían caudillos generalmente el hombre más sabio de la tribu, algunos de los cuales heredaban el cargo, pero podían ser depuestos si se hacían impopulares. Es decir que dado el escaso poder del jefe, este era ayudado por un consejo de adultos miembros de la sociedad secreta que detentaba realmente el poder.  -Entre los Shastas, norte de California, se formaban cuatro campamentos cada uno con un jefe que solo podía permanecer en el cargo mientras asegurase el sustento del grupo. Creían únicamente en un guardián de los espíritus y en el poder de los chamanes y sanadores, intermediarios entre el hombre y la divinidad.

-Los Cheyenes de Montana/Oklahoma tenían un consejo de 24 jefes electores, cuatro de los cuales ocupaban un rango superior y escogían a uno de ellos para consagrarlo como el representante supremo de la tribu, que podía perder el poder por destitución del Consejo.  -Entre los Omaha de Oklahoma la organización social era muy elaborada, con un sistema de clases con caudillos, sacerdotes, visionarios y comuneros. Tenían 10 clanes organizados en dos grupos representantes del cielo y de la tierra. Entre ellos la realidad del poder la detentaba un consejo de siete jefes vitalicios escogidos por sus hazañas, no tenían una asamblea popular y el consejo tenía pocas funciones una de ellas era la de encargar a un hombre durante la caza y terminada esta terminaba la función.  -Entre los Hopi de Arizona prácticamente no existía ni siquiera la noción de tribu como concepto político, solo existía la de Campamento. En esto se parecían un tanto a ciertas tribus de los Maidu, que solo tenían un jefe de campamento. -Los Dakota, pueblo sioux del Canadá y el Norte de los Estados Unidos, no lograban representar un aglomerado político único, luego la jefatura era casi inexistente salvo entre los Teton o Lakota. La autoridad del chamán era indiscutible en religión, medicina y como conductor de ceremonias. La organización tribal era libre y democrática, presidida por el consejo de la tribu, por cuanto el caudillo guerrero escogido por aclamación popular solo era importante entre los Teton. Socialmente, se dividían en clanes y la propiedad de la tierra era colectiva. -Los Natchez de Luisiana fue el único pueblo indígena de Norteamérica que tuvo una centralización de la autoridad bastante pronunciada, cuyo jefe era respetado hasta el servilismo porque tenía un poder absoluto sobre sus súbditos, quienes consideraban un honor acompañarlo al más allá. Este gran jefe designaba sus ministros, los dos jefes militares, los dos sacerdotes y los demás funcionarios; sin embargo, un consejo de jefes de pueblos influyentes o de casta noble podía controlarlo y hasta deponerlo. Eran sedentarios y con un sistema político perfectamente jerarquizado. Adoraban al sol y le ofrecían en sacrificio la mujer del caudillo cuando este moría. Socialmente se dividían en castas en la que el Gran Sol era el jefe supremo y sacerdote con poder sobre la vida de los súbditos. Era llevado en volandas y al morir sus viudas eran ejecutadas y sus cenizas llevadas al Templo del Sol.

Los ejemplos vistos de Acceso y Pérdida del poder son casi todos del pasado remoto o del pasado colonial. En el mundo contemporáneo resurgen a veces formas arcaicas de estos dos fenómenos, lo que no deja de ser interesante para la observación del fenómeno social del poder. En efecto, hoy en día hasta en ciertos jefes de Estado de países ricos se ven actitudes o momentos de irresponsabilidad que ponen en vilo al mundo entero y son los pueblos los que sufren los delirios de grandeza de gobernantes que amenazan con guerras económicas o, peor, nucleares. Embarcados en el nacionalismo, la corrupción, el retiro intempestivo de pactos internacionales, el guerrerismo económico, el fomento de los crímenes de odio, la persecución a la oposición, el miedo como arma política, la política-espectáculo, el culto a la personalidad, la hybris del poder autocrático, el autoritarismo,  la eternización en el poder, los delirios imperialistas, el militarismo, el armamentismo, la disputa por el control geopolítico global y el ambientalismo del miedo recuerdan a jefes abusadores del pasado, pero con ventaja.

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