Lo escrito en La pobre viejecita fue un presagio de lo que iba acontecer en el Magdalena: en aquel cuento infantil Pombo relata la historia de una anciana con abundantes riquezas pero que se denominaba pobre; y tal cual como reposa en aquellas prosas, así posa ante los medios más importantes del país nuestro hoy gobernador del Magdalena, como el “pobretón”, que al igual que la viejecita nada tiene de eso.
Todos en Santa Marta y en el Magdalena sabemos quién es Carlos Eduardo Caicedo. Sus más nobles seguidores y sus más arraigados contradictores conocen su legado, al igual que sus riquezas. Así pues que Caicedo afirme ante todo el país, sin ruborizarse siquiera, que le dicen “pobretón” es una completa desfachatez. Para nadie es un secreto que una persona que ha estado en las esferas del poder desde hace más de veinte años posea abundantes fortunas y esta no parece ser la excepción, por eso lo último que le dirían sería eso. En consecuencia, esa desvergonzada interlocución para hacerse ver como un “pobretón” terminó desenmascarándolo mucho más. Nadie cree semejante mentira, no solo sus contradictores, sino sus más fieles partidarios.
Sus ya conocidas riquezas se vieron cuestionadas con el anuncio de la Fiscalía de hacer efectivas unas medidas cautelares de embargo, secuestro y suspensión del poder dispositivo a once bienes del gobernador y del exalcalde de Santa Marta, Rafael Alejandro Martínez. Sí, once bienes, pobre el gobernador. Así como relata el cuento de Pombo, "esta vieja no tenía, ni un ranchito en que vivir”, nuestro pobre gobernador tampoco, ¡pobre! Entre esos bienes destacaron casas, apartamentos frente al mar, locales comerciales, pero lo que más llamó mi atención fue un “lote” en la ciudad de Santa Marta, más precisamente en Mamatoco; “lote” que todos conocemos bien, porque allí fue erigida una mansión, la única en aquel pequeño terruño. Como si fuese ironía de la vida, una burla, un mero capricho o un trastorno de una mente dantesca, se construyó a la vuelta de un monumento a la decidía y la corrupción, y por el que hoy nuestro gobernador se ve inmerso en todos estos cuestionamientos y procesos judiciales: el puesto de salud de Mamatoco. Dos caras de la misma moneda... Tan solo imagínense si Trino Luna hubiese construido al frente del Parque Tayku su propia casa, ¡qué grotesco! Aunque en Santa Marta todo es posible.
No puedo entrar a cuestionar la procedencia de los bienes, no soy quién para hacerlo, pero no cualquier asalariado logra adquirir tanto y en tan poco tiempo. Recordemos que salió de la cárcel por allá en el 2011 y en aquel entonces afirmó no tener absolutamente nada, de hecho, señaló que debía más de doscientos millones de pesos; inmediatamente después llegó a la alcaldía de Santa Marta y duró cuatro años en el cargo (2012-2015) con una asignación mensual de once millones de pesos. Al culminar ese periodo no tuvo trabajo alguno reconocido, por el contrario, se le vio haciendo varias campañas políticas en ese periodo. ¡Lo que le ha rendido ese sueldo al pobrecito de nuestro gobernador!
Ya para finalizar, termina Rafael Pombo su cuento con las más hermosas prosas: “…Y esta pobre viejecita, al morir no dejó más, que onzas, joyas, tierras, casas, ocho gatos y un turpial. Duerma en paz y Dios permita que logremos disfrutar las pobrezas de esa pobre y morir del mismo mal”. Igualmente termino mi opinión, no sin antes decirle al gobernador, sin la prosa claro está, “Dios permita que ojalá, todos seamos así de pobretones”.