Todo comenzó cuando un grupo de empresarios nacionales quiso registrar el nombre Bolivarcity. Entre los negociantes estaban Luis Alberto Andrade, Raúl Jairo Echeverri, Duván Enrique Reales, Alex David Cárdenas y Deyeynys Daibed Merchán. Sin embargo, la famosa cadena de tiendas salvadoreña Dollarcity, marca comercial de Suramérica Comercial, se opuso. Para los representantes colombianos del fundador y actual CEO de Dollarcity, el salvadoreño Marco Andrés Baldocchi Kriete, podían darse malentendidos si se llegaba a dar el visto bueno. Por la diferencia de opiniones debió intervenir la Superintendencia de Industria y Comercio, que hoy tiene en la dirección a Cielo Rusinque.
El juicio en la SIC
Para los abogados de Dollarcity no se debía aprobar el logo Bolivarcity, porque el término city se prestaba para asociaciones y confusiones comerciales. En otras palabras, los clientes podían asociar de forma inconsciente los dos negocios, Dollarcity y Bolivarcity, concluyendo de forma errónea que Bolivarcity es parte de Dollarcity. Cuando no es el caso, las dos empresas son diferentes y los dueños no se conectan de ninguna manera.
Otro factor de peso para buscar la denegación del nombre a la nueva compañía era que Bolivarcity al ser una tienda mayorista es competencia directa de los salvadoreños. Por ambos motivos, Dollarcity quiso evitar la llegada de la nueva organización con ese nombre.
Dollarcity que abrió su primera tienda en Colombia en 2015, busca ser una de las cadenas de retail más importantes del país, un sector donde las tiendas de descuento han logrado hacerse a una importante tajada del mercado en los últimos años. Su modelo de negocio con productos diferenciales para el hogar, oficina, belleza y juguetes, a precios competitivos y accesibles se ha posicionado en la mente de los consumidores. Sus planes de expansión en el país lo han llevado a abrir con frecuencia nuevos locales, donde sus empleados, como la gerente regional Astrid Tovar Saavedra, defienden con ahínco los derechos de marca de la cadena.
En respuesta a la situación, los trabajadores de Luis Alberto Andrade señalaron que existían suficientes diferencias entre las marcas, imágenes y logos asociados para evitar confusiones. Bolivarcity indicó que era muy improbable que se generan malentendidos debido a las claras distinciones. Además, destacaron que la palabra “city” no puede asociarse a ningún grupo específico. Las siglas genéricas no se les puede dar ninguna licencia por restringir el lenguaje común, ya que la libertad de expresión no puede verse limitada por derechos de propiedad intelectual.
Una vez los funcionarios de la Superindustria escucharon ambas partes pasaron a dar un veredicto.
La decisión de la entidad de gobierno
Para la institución gubernamental se debía aprobar la marca Bolivarcity, pues no genera riesgo de confusión. La lógica de la aprobación consistió en que, dado el caso de convivencia, no habría forma de equívocos siempre y cuando los clientes observaran los eslóganes en su conjunto tal y como debe hacerse.
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