El Plan Nacional de Desarrollo 2023-2026 es la ruta de 5 ejes de transformación que inician ya su curso de gestión pública; recordemos cuales son: ordenamiento del territorio, seguridad humana y justicia social, derecho humano a la alimentación, internacionalización, transformación productiva para la vida y acción climática, y convergencia regional. Se proyecta para esa agenda una inversión de 1.154 billones en el cuatrienio que implica la mayor estabilidad institucional y social posible.
El Plan ya aprobado por el Congreso y en proceso de hacerse ley de la república, hace especial énfasis en la reforma rural integral como factor estratégico para el logro de la paz total; igualmente se concentra en afrontar la pobreza mediante mecanismos de justicia social que focalizan en poblaciones diferenciales para el cambio, haciendo prioridad en el acceso a alimentos. Otro aspecto que implicará avances es la construcción de una nueva agenda de ordenamiento territorial en torno al agua, al saneamiento básico, la protección del suelo y la recuperación de ecosistemas. Se orienta también una ruta hacia la construcción de un nuevo proceso económico sostenible que incluye transformación de la matriz energética y la diversificación de la canasta exportadora que no se agote en lo minero-energético. El centro en la sostenibilidad ambiental es de lejos la mayor virtud de este prospecto de país que dibuja el plan.
Ya sabemos que todos los planes suelen tener una dimensión aspiracional y esta versión 2023-2026, sin duda, muestra un camino aplicado y define los términos en los cuáles podremos avanzar en la política pública de país en los próximos años. Sin embargo una vez sancionado la pregunta es ¿Cómo se va a ejecutar esta ruta generando sinergias entre las poblaciones, los territorios con sus autoridades locales y las fuerzas vivas para que se concreten metas de una forma progresiva?
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¿Cómo se va a ejecutar esta ruta generando sinergias entre las poblaciones, los territorios con sus autoridades locales y las fuerzas vivas para que se concreten metas de una forma progresiva?
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La literatura del texto aprobado indica la búsqueda de una conexión entre las dimensiones sectoriales, territoriales y poblacionales para ejecutar en el corto plazo en relación con la concreción de las transformaciones esperadas; indica la tarea de fortalecer la gimnasia de las sinergias entre Estado nacional y los territorios que involucra el reconocimiento de las culturas, las economías y los gobiernos locales. Se insta a la acción multimodal y multinivel, en función de lograr transformaciones integrales, conectando concurrencias en recursos y en gestiones cruzadas, lo cual implica una gran demanda de ajustes y cambios institucionales para superar la fragmentación.
Dicho esto, paso a enunciar una gran debilidad del plan y es la falta de aplicación a transformaciones urbanas; podría decirse y puede existir razón que el programa de gobierno electo tendría otras prioridades y énfasis, y además que en el diseño hay una mirada estratégica que vincula más bien lo urbano a lo regional; también puede caber la razón; sin embargo, es necesario reconocer que la problemática urbana está desbordada, aspectos como la concentración poblacional, la crisis ambiental urbana, las situaciones de violencia, precarización de la vida, el vacío de gobernabilidad y gobernanza en las ciudades requieren mayor atención; este asunto tal como están las cosas de la vida colectiva, no es adecuadamente abordado en la agenda aprobada de los próximos años.
La tozudez de los fenómenos y de los hechos urbanos y metropolitanos, implica que se va a requerir mucha capacidad de adaptación y creatividad para acercar la gestión del Plan Nacional de Desarrollo a las demandas y dramas cotidianos de las ciudades intermedias, capitales y centros metropolitanos; por ejemplo, se necesita que el nuevo ordenamiento territorial implique involucrar el rediseño territorial de subregiones y áreas metropolitanas, con un sentido de convergencia regional; que paz total sea una paz y reconciliación territorial que aborde la conflictividad específicamente urbana.
Afirmo que hay una gran crisis social y de gobernabilidad en las grandes ciudades del país y que el plan muy holístico en su planteamiento, rápido tendrá que encontrar una ruta de adecuaciones institucionales y de inversión, para responder a un énfasis que se siente y demanda en las calles atiborradas de problemas y por supuesto también de oportunidades; hay que equilibrar la territorialización de la transformación hacia lo urbano, de lo contrario será difícil concretar los cambios.
¿Cómo hacerlo?
Pues es un asunto que se debe pensar desde la sociedad urbana, desde las fuerzas ciudadanas y desde la institucionalidad del país en su conjunto.
