Julito DJ o el placer oculto de Sánchez Cristo

Julito DJ o el placer oculto de Sánchez Cristo

Los sábados se libera de las noticias para compartir con sus oyentes su pasión: la música. Este es el recorrido de un DJ que revolucionó el oficio de pinchar discos

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abril 16, 2016
Julito DJ o el placer oculto de Sánchez Cristo
Foto: archivo Semana.com

Si Julio Sánchez Cristo volviera a nacer, se conformaría, según él mismo confiesa, con ser un disc Jockey de pueblo. Después de casi cuatro décadas como periodista, los mejores recuerdos que tiene atesorados son musicales: la tarde que se rió junto a Paul Mc Cartney, la noche en Las Vegas que vio a Sinatra, el día entero que habló con Elis Regina, el atardecer en que su papá lo llevó a ver, a Emisores Monserrate, a la actriz Brigitte Bardot cantando el Cuchipe o la vez que llegó al Madison Square Garden en una limosina con Daniel Santos y Celia Cruz. A esta hora del partido Julio lo ha  escuchado  todo.

Debutó a los ocho años en televisión como un niño disfrutando un vaso de Milo. La bebida achocolatada que tanto le gustaba sirvió: a los 15 años ya era un joven alto de pies y manos largas. Se graduó a las patadas, como él mismo lo reconoce, después de haber pasado por los colegios José Max León y el San Bartolomé donde los jesuitas intentaron inútilmente ponerlo en cintura. Terminó de bachiller del colegio femenino Lorencita Villegas de Santos. Su mente la tenía en la música y no en las tablas periódicas y álgebras de Baldor.

Creció con un papá famoso en la televisión:  Julio E. Sánchez Vanegas y Concéntrese, el programa concurso más visto por los colombianos en los años 70, escenario que le sirvió a Julio para dar los primeros pinitos ayudando a organizar el set.  Pero rápidamente, en 1973, entendió que lo suyo era la radio y sobre todo la radio musical. Se estrenó en las Emisoras El Dorado donde tuvo su primer programa, Skylab, Laboratorio musical, en la que aparecía junto a Johnny Greiffestein con sorpresas como Exile on Main Street, el disco más emblemático de los Rolling Stones y las canciones de Marvin Gaye, que se oyeron  por primera vez en Colombia gracias al joven DJ.

También pinchó discos en las emisoras Monserrate y Fantasía hasta que llegó, con 21 años, a Caracol, donde tuvo su primer éxito con Hora 22. Puso a los oyentes a bailar con Rubén Blades o a llorar con los souls  Barry White o a mecerse con la trompeta de Louis Armstrong. Julio estableció, aprovechando su voz hipnótica, un estilo íntimo en donde se daba el lujo de dedicar canciones a los amores furtivos de la juventud. La radio era su disfrute  mientras la televisión  su fuente de ingresos. Importó un computador y con él editaba, como un niño jugando con un inmenso rompecabezas, Espectaculares JES, el programa musical más popular de la televisión nacional en el que se presentaron personajes como Héctor Lavoe, Tito Puente, Eddie Palmieri, María Creuza, Susana Rinaldi, Toquinho y Gloria Gaynor. Su condición de noctámbulo e insomne crónico fueron sus aliados para poder escaparse a los estudios de Caracol a ayudarle a poner música a Jaime Ortíz Alvear hasta la media noche, durante las cuatro horas que duraba Salsa con estilo.

La realidad lo jalaba y fue así como terminó haciéndole la famosa entrevista que le hizo desde la clandestinidad  a Jaime Bateman Cayón, el líder del M-19, y que fue trasmitida en el Noticiero de las 7, entonces dirigido por Juan Guillermo Ríos. Su voz, esa voz, lo ha llevado siempre lejos. A mediados de los 80 se entregó a una gira como locutor que lo llevó a los estudios de las mejores emisores del mundo: Radio Latina, La voz de América, la BBC y la RAI. A Colombia regresaría con la novedosa propuesta de mezclar noticias y música, un formato  que estrenó en la F.M.

El prestigio y rating avasallador que fue logrando con La W, su última creación periodística en el 2003, no bastaron para anestesiar su pasión mayor. Incapaz de resistirse a la propuesta de los melómanos Carlos Montoya y Fernando Palma --los DJ de la W-- Julio Sánchez sacrificó el descanso de los sábados para sumergirse en sus recuerdos musicales. Empezó con una play list de sus canciones favoritas y continuó con los especiales de Los Beatles, los Rolling Stones, Celia Cruz, la Sonora matancera, los merengues de Juan Luis Guerra, sin abandonar su vicio por las sorpresas, cuando le dedica la selección de canciones a musas anónimas, tal y como lo hacía a hace cuarenta años en Emisoras El Dorado.

Su curiosidad musical, lejos de marchitarse con el paso de los años, parece aumentar. Y aunque su amigo Fernán Martínez le habla de las últimas tendencias y se preocupa mantener vigente  la W con la actualidad musical, incluida la gama completa de talentos colombianos, Julio sigue convencido que la mejor canción para conquistar una mujer es Walking in the Rain with the One I Love de Barry White y que nadie supera a los Rolling Stones cuando de shows en vivo se trata.

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