Nadie fue más idolatrado que el delantero samario en el equipo caleño. Sus goles, sus gambetas, le dieron cinco títulos al América. El problema es que el Pipa creía fervorosamente en Cristo Jesús. Según uno de sus compañeros de cuarto, Jersson Gonzalez, De Ávila hizo esta extravagancia en una de las concentraciones del equipo "Me acuerdo que yo estaba acostado en la habitación cuando vi que Anthony va sacando del maletín una espada comenzó a moverla en el aire y yo me quedé así como pálido, asustado. Él agarraba esa espada y hacía una cruz en la cama, algún tipo de ritual porque él no sabía quién se había acostado allí". La superstición hizo que, a finales de 1995 y después de una sequía goleadora de 15 partidos, el Pitufo tomó una resolución “Creo en Dios y siempre porto la imagen de La Milagrosa y el Divino Niño. El diablo debe salir de nuestro escudo. Yo ahora estoy orando constantemente y en mi camiseta no voy a tener una imagen satánica. El doctor Ochoa en su momento lo sacó. Quiero que entiendan que yo lo tomo como algo espiritual, independientemente del concepto de mis compañeros".
Incluso, en la final de la Copa Libertadores de 1996, cuando América cayó en el Monumental de River 2 goles a 0, el Pipa jugó con el escudo tapado. Un año después fue extirpado el diablo del escudo. El Pitufo volvió a ser un goleador letal. Su influencia fue tanto que la figura demoniaca fue extirpada a pesar de haber estado en el pecho de los jugadores americanos desde la década del cuarenta. Después del descalabro en el 2011 cuando bajaron a la B los americanos volvieron a tener el diablo en el escudo en el año 2013. Sin maldiciones de Garabato que pesen, ni diablitos juguetones, el América no sólo celebra su regreso a la A sino que espera levantar por fin el trofeo que lo ha obsesionado: la Copa Libertadores de América.