Entre políticos colombianos ha sido frecuente el uso del humor negro para ridiculizar a los contrincantes y reducir el impacto de sus propuestas. En tiempos de la candidatura presidencial de Turbay Ayala, a un gracioso contendor se le ocurrió decir que lo que Turbay buscaba haciéndose presidente era ver si podía terminar su bachillerato.
Hoy, 44 años más tarde, alguien, con menos gracia, dijo que Fico Gutiérrez lo que quiere es ver si en la presidencia consigue con qué ir al peluquero.
Son, por supuesto, gajes de la política que frecuentemente, y por desgracia, trascienden el campo de los gracejos, llegando incluso al asesinato. En la presente campaña no se ha llegado a extremos de este tipo, aunque sí a comportamientos bastante censurables.
Tal es el caso de la fórmula empleada contra Gustavo Petro, consistente en asignarle propósitos que nunca ha tenido, pero no porque sean malos, sino porque al país lo han ideologizado de una manera tan negativa que parece que lo fueran, como es el caso de las expropiaciones por vía administrativa en razón de la conveniencia pública.
Este tipo de expropiaciones son de aceptación universal. En Colombia tienen rango constitucional y los ciudadanos están tan protegidos ante los abusos en que el Estado pueda incurrir en su utilización que hay jurisprudencia que indica que al expropiado no solo se le debe pagar un precio justo por su bien, sino una indemnización adicional por los perjuicios que la expropiación pueda generarle.
A propósito de esto, Petro se sintió obligado a declarar ante notario que jamás expropiará. Esta me parece una salida en falso que me obliga a precisar cuál es el Petro por el cual votaré:
El Petro de mis preferencias es el que está acompañado de Francia Márquez; una mujer, una negra, una campesina, una luchadora social cuya imagen es la viva estampa de esa Colombia diversa y profunda, multiétnica y multicultural, cocida con barro africano, europeo y aborigen.
El Petro que prefiero se opone al desplome institucional inducido por la corrupción y las mafias. Es el Petro enemigo de la exclusión que las castas dominantes aplican contra el pueblo, al que solo le reconocen importancia en las urnas. Es el Petro que enfrenta a quienes hicieron suyas las mejores tajadas de la salud, de las pensiones y del presupuesto público. Es el Petro que vinculará las tierras actualmente ociosas pero fértiles a la producción de alimentos.
Es el Petro que reversará los daños causados a la Constitución y pavimentará los caminos de la paz que Uribe y Duque hicieron trizas.