El 6 de agosto de 2010, cuando faltaba un día para que Álvaro Uribe Vélez le entregara la Presidencia a Juan Manuel Santos, la Universidad Sergio Arboleda quiso hacerle un homenaje entregándole el Doctorado Honoris Causa. “Me honra mucho el haber tenido todos estos años este gran apoyo, encabezado por usted, apreciado rector, quien me ha distinguido con la amistad y con una confianza superior a la que yo pudiera merecer”, expresó Uribe aquella noche.
Un gesto que sellaba una vieja relación entre el expresidente y el rector y dueño de la universidad, Rodrigo Noguera Calderón, atravesada por la política. Durante los ocho años de Uribe en la Casa de Nariño, Noguera Calderón, hijo del fundador del alma mater Rodrigo Noguera Laborde en 1985, de origen laureanista y cercano al dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado –catedrático asesinado en las puertas de la institución–, fungió de asesor informal, influyente detrás del telón. Su nombre estuvo varias veces en el sonajero ministerial pero nunca aceptó cargo alguno para seguir siendo amigo y consejero en la sombra. Prefería recomendar personas de su confianza, egresadas de la universidad.
Fue así como en 2009, un año antes de dejar el poder, pero proyectándose a un posible tercer periodo presidencial, Uribe postuló al monteriano Jorge Pretelt Chajub, vicerrector de la Sergio Arboleda, para ser magistrado de la Corte Constitucional. Pretelt ya había sido magistrado del Consejo Nacional Electoral y desde 1992 se desempeñaba en el cargo directivo. La estrategia funcionó y el ternado, que resultó elegido, se movió de acuerdo al libreto. El magistrado Pretelt votó a favor de la constitucionalidad del referendo que le daba vía libre a Uribe para buscar la segunda reelección. Al final, el refrendo se hundió con una contundente votación 7 a 2 –el otro voto a favor del expresidente fue el de Mauricio González, quien también fue ternado por Uribe y se había desempeñado como secretario jurídico de Palacio–.
La relación con la Sergio Arboleda trascendió el ejercicio del poder presidencial. Ya como expresidente, Uribe consiguió un respaldo fundamental a través de la Fundación Causa Justa, creada para conseguir fondos que permitieran contratar abogados de primer nivel para la defensa de exfuncionarios de su gobierno que terminaran con enredos judiciales. Rodrigo Noguera se puso al frente de la tarea junto al exministro Óscar Iván Zuluaga, quien además era profesor de la maestría en Administración de la Sergio, para organizar la Fundación que permitió las defensas de casos complejos como el de la exdirectora del DAS María del Pilar Hurtado, al exministro Andrés Felipe Arias –quien fue profesor de Economía Colombiana en la universidad– y al exdirector de la UIAF Mario Aranguren: todos condenados por la justicia colombiana.
La Sergio Arboleda le abrió las puertas a varios exfuncionarios y personas del primer anillo uribista, como el entonces exasesor presidencial José Obdulio Gaviria, quien se convirtió en un conferencista habitual. Al mismo tiempo, el politólogo y hoy exsenador Alfredo Rangel asumió como Director del Centro de Seguridad y Democracia de la universidad, desde donde le hacía un seguimiento al conflicto armado y al proceso de paz; y el general (r) Jorge Enrique Mora, quien fue comandante de las Fuerzas Armadas durante el primer gobierno de Uribe, tomó la dirección del Centro de Estudios Estratégicos Políticos.
Sin duda, la universidad se convirtió en una gran aliada del expresidente en sus propósitos políticos. La esposa del rector, Zayda Borrero, fue nombrada veedora del recién creado Centro Democrático y terminó en el 2013 entre los nombres que acompañarían a Uribe en su lista cerrada al Senado. Aunque no quedó elegida, intentó repetir su aspiración en las pasadas elecciones legislativas, esta vez impulsando su candidatura con ayuda de la propia universidad.
Desde algunos teléfonos vinculados a la Sergio Arboleda y al correo institucional de los estudiantes llegaron varios mensajes invitando a votar por Borrero, quien había contratado a la agencia de comunicaciones Loor para que le manejara la agenda y la publicidad. A pesar de las quejas que se presentaron, Noguera y Barrero negaron estar usando las bases de datos de la universidad para hacer política. “Juro por Dios que no he tomado la Universidad como botín para llegar al Senado”. Sin embargo, pocos le creyeron, e igual sus pretensión electoral nuevamente se frustró.
Pero fue la llegada de un exalumno a la Presidencia de Colombia lo que catapultó la influencia de la Sergio Arboleda en los círculos del alto gobierno. Iván Duque no solo se formó en Derecho, sino que fue profesor de la misma facultad desde que regresó a Colombia después de su periplo de Washington en el 2014. Combinaba sus responsabilidades legislativas con tres cátedras: “Historia Política de las Civilizaciones” y “Relaciones Ejecutivo-Legislativo” para estudiantes de Política y Relaciones Internacionales; y “Hacienda Pública” para los estudiantes de Derecho. Con esas horas como profesor encima, Duque fue perfilando su candidatura presidencial.
De regreso a las aulas y con renovados contactos académicos buscó rodearse de viejos amigos como Francisco Barbosa, con quien compartió salón de clase y aunque se desempeñaba como profesor de la Universidad Externado de Colombia, se convirtió en uno de sus asesores jurídicos más cercanos. Barbosa terminó siendo nombrado consejero para los Derechos Humanos y Asuntos Internacionales, a pesar de que su nombre sonó en un principio para ser ministro de Justicia.
Otro que no dudó en acompañar a Duque en su empresa electoral fue Juan Pablo Bieri, con quien compartió muchas tertulias a pesar de estar en carreras distintas. Fue su gerente de comunicaciones durante la campaña y luego pasó a ocupar la gerencia de la empresa de medios estatal –RTVC– de donde en medio del ruidoso escándalo de Los Puros Criollos tuvo que renunciar sin cumplir seis meses en el cargo.
La política de paz quedó en cabeza de Miguel Ceballos, quien venía de ser decano de la Facultad de Política y Relaciones Internacionales y ya había tenido espacio en el gobierno Uribe cuando fue nombrado viceministro de Defensa durante su último año en presidencia. Ceballos tuvo que sortear los diálogos de paz con el ELN, aunque nunca le apostó a la negociación que quedó sepultada después del atentado a la Escuela General Santander. Ceballos se la jugó desde un comienzo con la candidatura presidencial de Duque y asistió a las primeras reuniones en la finca de Fabio Echeverri en Subachoque, que tras su fallecimiento continuó su hijo Luigi Echeverri hasta tomar las riendas de la gerencia que lo llevó al triunfo.
El poder de la Sergio Arboleda en el gobierno Duque quedó claro con la postulación y posterior elección de Leonardo Espinosa, exdecano ejecutivo de la Facultad de Derecho, como nuevo fiscal ad hoc, después de que el fiscal Martínez se viera obligado a hacerse a un lado de las investigaciones en el caso Odebrecht. Su nombre resultó de una terna propuesta por el presidente, pero para la opinión pública siempre aparecieron las cartas marcadas hacia el exdecano, quien también fue colega colega del hoy director de Coldeportes, Ernesto Lucena.
Lucena, quien fue Decano de la Escuela de Derecho de la Sergio y jefe inmediato de Duque cuando fue profesor de esa facultad, fue nombrado en el cargo con el compromiso de darle vida desde allí al Ministerio del Deporte. Es hijo del primer matrimonio de Zaiya Barrero con el expolitico liberal del Tolima Ernesto Lucena Quevedo, un hombre del corazón de Alberto Santofimio. Incluso, Lucena Quevedo se tomó una foto en la Hacienda Nápoles con Pablo Escobar, a quien apoyó cuando fue representante a la Cámara. Barrero y Rodrigo Noguera se conocieron en la Superintendencia de Notariado y Registro y desde entonces entablaron una relación cuando Ernesto era un niño, razón por la cual Rodrigo Noguera ha ejercido una paternidad que se ha reflejado también en su meteórica carrera en la Universidad, y antes de atravesársele la presidencia de Iván Duque, estaba claro que se estaba formando para la sucesión en la rectoría. Empezó con la decanatura de la facultad emblemática de la Universidad donde las ideas del pensamiento conservador se respiran en corredores y aulas.
En varias ocasiones, las ceremonias de grado se convirtieron en una excusa para que el Centro Democrático se reencontrara en la universidad, en donde la gran mayoría de directivos y profesores son afines al uribismo, pero, en especial, a Uribe. “Fueron ocho años en los que el país vivió un nuevo estilo de gobierno. Un lapso en el cual hemos recibido grandes lecciones de patriotismo, de liderazgo, de inmensa capacidad de trabajo. […] El Estado resucita al derecho y merced de la tesis y concepción de la seguridad democrática, puesta en práctica desde la madrugada del 8 de agosto de 2002”, sentenció Rodrigo Noguera Calderón antes de entregarle el doctorado honoris causa al expresidente Uribe. Entonces nunca pensó que uno de sus exalumnos apreciados terminaría en la Casa de Nariño.