En la conmemoración de los 200 años de independencia, obviamente no puedo irrespetar la figura de nuestro libertador diciéndole perro, aunque la historia paralela -no tan publicable- aseguraría que esta aseveración no está tan lejos de la realidad. Por sus “armas” pasaron mujeres de todos las razas, colores, olores y sabores… dicen… Solo que la más famosa fue Manuelita Sáenz.
Pero, la verdad, quiero hablarles del perro del Libertador. Suena chistoso, ¿no?, pero me refiero al can. Es que en el colegio los profesores dejan por fuera historias divertidas que vale la pena recordar en estas fechas memorables. Para quienes no lo saben, cómo les parece que además de Palomo, el famosísimo Caballo blanco, Bolívar tenía perro cuando era brigadier. Se llamaba Nevado y se lo regaló el campesino Vicente Pino, de Mucuchíes, Mérida (Venezuela) en 1813. Su raza (Mucuchíes), fue producto del cruce entre especies de perros pastores de los Pirineos, creada en los Andes venezolanos por los sacerdotes para el cuidado de las ovejas.
Nevado era de color negro, pero con las orejas, el lomo y la cola blancos; por esta particularidad tenía ese nombre. El perro se lo entregaron a Bolívar “después de la Batalla de Niquitao, durante su triunfal Campaña Admirable desde Nueva Granada (actual Colombia), hasta Caracas en 1813”, dice la historia.
A Nevado le asignaron como su cuidador al indio Tinjacá. Dicen que los dos tenían apodos; al perro le decían “Simoncito” (que conste que estamos hablando de la época de la conquista española…), y a Tinjacá, “el edecán del perro”. Los dos acompañaron en varias batallas a Bolívar y también por las mismas, en algunas ocasiones, estuvieron separados.
Bolívar se comunicaba con el perro a través de silbidos
que le había ensañado el indio Tinjacá.
Nevado acompañó al Libertador en su entrada triunfal a la capital
Cuenta la historia que Bolívar se comunicaba con el perro a través de silbidos que le había ensañado el indio Tinjacá. Tras la batalla de Boyacá, Nevado acompañó al Libertador en su entrada triunfal a la capital del país. Viajaba en un canasto hecho especialmente para él. Participó en muchas batallas en las que -cuentan- atacaba con ferocidad. Dicen que el Libertador tambaleaba cuando Nevado le ponía sus patas en el pecho para saludarlo. Bueno, tampoco era que Bolívar fuera muy alto. Su estatura siempre ha sido comparada con la de Napoleón. En todo caso, grandes los dos.
Nevado acompañó durante ocho años al Libertador. Finalmente, él y su cuidador, el indio Tinjacá, fueron muertos a lanzazos por los españoles en la batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821. Cuentan que, al recibir la noticia, Bolívar buscó en el campo de batalla a Tinjacá quien, en estado agónico, le confirmó la muerte del noble animal. Ante la noticia, el Libertador no pudo ocultar sus lágrimas.
¡Hasta el próximo miércoles!
Publicada originalmente el 25 de agosto de 2019