El periodista que busca la verdad, no es un ‘polarizador’

El periodista que busca la verdad, no es un ‘polarizador’

Denuncio un silenciamiento. Se dio en El Magazín Cultural, de El Espectador, que coordina Fernando Araújo, ante un texto que envié y me censuró. Aquí la historia

Por: Luis Carlos Muñoz Sarmiento
noviembre 02, 2023
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El periodista que busca la verdad, no es un ‘polarizador’

En El retrato de Dorian Gray Oscar Wilde, por vía del mismo Dorian, dice que si no se habla de una cosa, es como si nunca hubiera ocurrido y que la simple expresión es la que da realidad a las cosas. (1) Aquí, justo, a nombre de la libertad de expresión e invocando el Art. 20 de la Constitución, según el cual: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social. Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad. No habrá censura”.

Si hago la cita completa del Art. 20 (2) es porque, preciso, tiene que ver con un caso de censura en El Magazín Cultural, de El Espectador, que coordina Fernando Araújo Vélez. En jun.21 le envié un texto más como columnista, el cuento titulado Soñando con el padre, (3) que sin ninguna razón me silenció/censuró: razón por la que ahora reclamo, sin el mínimo asomo de rencor.

Y lo hago de manera justa, con ecuanimidad y tras una larga cavilación, toda vez que el Estado debe proteger lo que su Carta del 91 señala, máxime si lo que se expresa como opinión responde no a la doxa o común, sino a la episteme u opinión documentada, basada en los hechos y en la Historia, sin calificar a nadie ni a nada, sino describiendo las anomalías de un país que antes de posesionarse Gustavo Petro como presidente estaba (y sigue) sumido en la corrupción, el despilfarro, el desgreño administrativo y, por sobre todo, los medios prepago.

Con un hecho adicional: sin mediar discusión alguna, Araújo, me llamó ‘polarizador’. El periodista responsable, que suministra información veraz e imparcial, que no califica sino describe personas, hechos y situaciones, así no sea dueño de medios de información (ya que la comunicación no existe más: hoy no hay un emisor, un mensaje y un receptor, apenas un manipulador), no puede ser silenciado ni censurado y debe recibir una pronta rectificación.

Sobre todo, si se considera que no me postulé para columnista, ni me autoelegí, como hacen muchos para menesteres nada nobles, sino que fui nombrado por el mismo Araújo tras obtener mención de honor en el XV Premio Internacional de Ensayo Pensar a Contracorriente (Cuba, 2018): eso sí, sin el derecho de los demás columnistas, a su foto.

No lo digo por un afán de figuración ni habitado por el privilegio, no: apenas por recibir un trato igualitario. La igualdad, y aquí acuden mi madre, Cecilita, mi padre, Luis Jorge, la mamá de mis hijos, María del Rosario y mi esposa actual, Marthica, todos en tropel de paz, de por sí se opone a cualquier intento de polarización y eso es razón de poder.

Y lo hace porque ella, la igualdad, borra de entrada toda diferencia, toda exclusividad, todo sectarismo, toda marginalidad, todo racismo, toda xenofobia. La igualdad no es un antónimo de diferencia, sino su más preciado complemento; igual, el camino más expedito para reconocer la diversidad de los humanos...

Por eso, en conclusión, cuando todavía nos tuteábamos, ya que aún no había razones de peso para dejar de hacerlo, le escribí por WhatsApp: “Ojalá puedas verlo sin asomo de rencor [me refería al ensayo La rara unanimidad frente a la invasión de Ucrania, (4) que acababa de enviarle]. En todo caso, es imperdonable lo que has hecho conmigo y con mis columnas en EE. Lo único que me anima en la vida es el respeto al trabajo ajeno, la libertad y la independencia de criterio: jamás seré ‘idiota útil’ [como él mismo dijo que se creía muchas veces dentro de su oficio], salvo por decisión arbitraria de los demás. Un cordial saludo”.

Me anima, también, el sentido de igualdad, la tolerancia, la (inexistente) democracia, porque donde el poder real es económico, en un medio globalizado/dominado por el neoliberalismo, no puede haber democracia, como ya dijera Saramago. De modo que, bajo esas consignas, mis textos apuntan a buscar la verdad, no a obligarlos a creer ni tampoco convencer a nadie.

El periodista, aquí como columnista, que apunta a buscar la verdad, no a manipular masas ni mucho menos a considerar tonta a la mayoría, jamás piensa en polarizar pues eso no está en su cantera filosófica; simplemente, actúa como el montañista que sube al Everest sin mirar hacia arriba, apenas concentrado en cada uno de los pasos que da para, tras llegar a la cima, dar el paso siguiente, sin dejar de pensar nada más que en lo que hace, pues ya hace rato pasó de la palabra a la acción, del decir al hacer, en lo que consiste la dialéctica.

La que aquí va enfocada en la actitud de servir, no de manipular o hacer daño; para ayudar a construir una nueva sociedad, no desvirtuar ni zaherir a nadie; para ser útil a la Humanidad, sin caer jamás en el error de enfrentar a los otros entre sí para luego sacar dividendos, a la usanza de los viejos políticos, que son sagaces y astutos, pero no inteligentes. “Que te ignoren, que te ataquen, que te cuestionen, que te intimiden, pero que nunca te silencien”, B. Russell dixit…

Porque silenciar o mandar a callar, dice Lyotard, es mandar a matar, así en este caso sea sólo desde el símbolo. Por eso es clave hablar de las cosas que pasan, para que a futuro nadie las obvie, para que no se imponga el negacionismo en ningún renglón de la vida, ni cohonestar la vileza de la calumnia que desvirtúa a un ser humano al costo criminal de su propia negación como persona íntegra.

La que valiéndose de su expresión ayuda a moldear la realidad de las demás, los hechos, las situaciones, sin caer en tentaciones banales, ni dañinas, ni lesivas a la dignidad del ser humano; que valiéndose de su palabra como arma evita que se imponga el arma como autoridad o que tiene el argumento como autoridad y no la autoridad (v. gr., de editor) como argumento.

Para terminar, el periodista y/o columnista que busca la verdad, y a su vez cambiar la vida y/o transformar el mundo, no puede ser jamás silenciado como polarizador y se le debe restablecer su derecho a seguir informando, a partir de su base ética.      

Virtud, la ética, tan ajena hoy a los medios masivos prepagos, a los empresarios que los compran y los tienen sólo para manipular/producir Fake-news o posverdades, a desprestigiar gobiernos para ayudar a tumbarlos, por incómodos, junto a los corruptos de siempre o de turno; a los políticos que chupan las medias a dichos empresarios, lamen las botas a los milicos que con las suyas aplastan a las mujeres/viejos/jóvenes y niños, (5) besan el trasero a los que tienen rabo de paja, y todos en coro lo hacen para menoscabar la dignidad humana, reducir el espíritu de lucha de los pueblos, cortar de un tajo el derecho a rebelarse, a unirse, a organizarse para construir una sociedad con mayor justicia social, con menor indignidad y mejores condiciones de trabajo, de salud, en fin, de vida, y cada vez más próxima a la muerte o, peor, al asesinato.

En todo esto, se reitera, no hay asomo alguno de rencor o de revancha, apenas la esperanza de que Araújo reconozca su error y yo pueda seguir en pos de la verdad.        

Notas, enlaces y bibliografía:

(1) WILDE, Oscar. El retrato de Dorian Gray. Centro Editor PDA, Clásicos Universales, China, 2008, 320 pp.: 157.

(2) Constitución del 91, Art. 20, del Cap. I de los Derechos Fundamentales del Hombre.

(3) https://www.las2orillas.co/sonando-con-el-padre-cuento/

(4) https://rebelion.org/la-rara-unanimidad-frente-a-la-invasion-de-ucrania/    

(5) Como lo muestra Patricio Guzmán en La cordillera de los sueños, premio a Mejor Documental en Cannes (2021). Con ella, cierra la trilogía Nostalgia de la luz (2010) y El botón de nácar (2015). Con la geografía de Chile, como metáfora, avisa sobre el peligro de la desmemoria, sobre el pasado reciente del país y sobre la necesidad de que el mismo recupere su infancia y su alegría. Un reconocimiento, por otra vía, del camarógrafo Pablo Salas, quien durante 27 años filmó la realidad de su país, en los crueles y sangrientos años de Pinochet, y fue el camarógrafo de un filme/emblema de Guzmán: La batalla de Chilehttps://ok.ru/video/2284763613734 (ingresar con Google)

Para ver el resto de la trilogía:

Nostalgia de la luz (2010) https://ok.ru/video/2028839766762

El botón de nácar (2015) https://ok.ru/video/904812169975

* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine, de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín Cultural de EE, 5.jun. 2012; columnista, 23.mar.2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre MZO y su novela Changó, el gran putas, fue lanzado por la UFES, el 20.feb.21. Invitado por Pijao Editores al Encuentro Nacional de Narrativa Colombiana vista desde las Regiones (Ibagué, 1º a 4 nov.23) Invitado por la UFES al Congreso Literatura, Soberanía Nacional y Multipolaridad (ago-nov.23). Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en Rebelión, Magazín EE, Las2Orillas y ARC, de Brasil. E-mail: [email protected]

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