La labor del periodista en la actualidad es investigar, contrastar, verificar la información, las fuentes, para así mismo tener certeza de que lo que le va a transmitir a la sociedad tiene credibilidad. Esta profesión en ocasiones es un poco peligrosa, más cuando el conocimiento se quiere aplicar al periodismo de guerra o de investigación, ya que actualmente decir la verdad trae consecuencias.
El legendario periodista polaco Ryszard Kapuscinski mencionó que el corresponsal de guerra necesita valentía, además de los cinco sentidos al servicio del deber de acercarse a la verdad de un conflicto. Y no todos los reporteros tienen ese arrojo, ese ADN, como lo comparó hace poco en Bogotá Nic Robertson, el periodista que cubrió para CNN Internacional las revueltas de la Primavera Árabe.
Cabe resaltar que no todas las personas que estudian comunicación social tienen el valor, el esfuerzo o en ocasiones no les llama la atención desempeñarse en el cargo de ser corresponsal de guerra.
No todo es malo y peligroso. Esta profesión es maravillosa y fascinante por diversa e imprevisible. Su factor principal es educar para que las personas puedan crecer en su conocimiento, afecto y relaciones con el entorno y su colectivo social, pero siempre teniendo presente su ética profesional, dado que los principios básicos para ser periodista deben de tener verdad y precisión; es cierto que no siempre se puede garantizar la verdad de lo que se va a transmitir, pero obtener los hechos con exactitud es un principio base del periodista.
Es bueno siempre tener independencia de sí mismos, no se puede actuar formal o informalmente en nombre de intereses específicos, ya sea de la política, empresas o cultura, informar imparcialmente genera credibilidad y confianza.
Por otro lado, se debe tener presente lo humano que se tiene que ser siempre y los valores y respeto que en esta profesión debe de haber, debido a que los periodistas no deben dañar a nadie. Lo que publiquemos puede ser hiriente, pero debemos ser conscientes del impacto de nuestras palabras e imágenes en las vidas de los demás.
Un claro ejemplo es lo que se ve en la película Tinta Roja, en la que un joven practicante, cuyo deseo es ser escritor de novelas, llega a un diario sensacionalista donde no tiene más opción de trabajar como periodista. En el trascurso del filme él se encuentra con un veterano experto en esta labor, que es un poco tosco y rudo para hablar, y además trata mal a las personas. Con el pasar del tiempo, el joven, inexperto y un poco tímido, va copiando la forma de ser de su maestro, aquel hombre sin moral que se aprovecha del dolor ajeno y de las personas afectadas para su propio beneficio, dejando de lado su ética profesional.
Como existen personas que dañan el periodismo buscando su bienestar y comodidad, en la actualidad muchos individuos ven esta profesión de mala manera y peligrosa, cuando no debería de ser así, puesto que es una labor que todos debemos de aprender para comunicarnos fácilmente con los demás y para que la “sociedad sea informada. Dado que si un periodista censura la información lo que provoca es un daño social porque una sociedad desinformada es fácilmente manipulable”.
“En el mundo de hoy el papel del comunicador cubre no solo el dominio de las tecnologías, sino el dominio de los contenidos que hagan más humana la interrelación de las sociedades, los periodistas deben comprender que el correcto uso del derecho a la información exige que esta sea siempre objetiva y que queden a salvo la justicia y el respeto a la persona”.