El grupo de artistas de Humanese.co vuelve a convocar un performance efímero en Medellín. Esta vez, enfocado en el “consumo total de experiencias”, bajo el concepto de SENSE. En su segunda versión el conector entre todos los artistas será el azul Klein, y se ubicará en el barrio Laureles. La exitosa primera versión de SENSE se co-creó con el restaurante Osea en octubre de 2015.
Este año Sense II “La Maison Bleue” (La Casa Azul), se inspira en la vida y obra del artista francés Yves Klein, uno de los pioneros del happening y creador de un color que a más de 50 años de su muerte, sigue teniendo gran vigencia, el International Blue Klein, de ahí el nombre de esta versión. Según explica Carolina Daza, cofundadora de Humanese.co y directora artística de Sense: “Seguimos con la misma apuesta, un pop-up sensorial de un mes, que busca crear un espacio de experiencias, activar puntos de la ciudad y motivar a la gente a que visite espacios diferentes a su zona cotidiana y de confort. Empezamos en El Poblado, ahora estaremos en Laureles, con algo muy bonito y es que Sense II se une a La Casa Redonda, que tiene la misma idea de reunir gente, de co-creación y co-working; una oportunidad para hacer alianzas, crear nuevos modelos económicos y apoyar a emprendedores creativos”.
Inaugurada a finales de 2015, La Casa Redonda nace como espacio colectivo de trabajo y centro de eventos culturales, que invita a quienes la habitan y la visitan a formar parte de un grupo que promueve la cultura, la innovación y la tecnología, alimentándose de todas las personas que la conforman, de ahí su sintonía con Humanese y con Sense, que están inspirados en la misma filosofía. Un espacio ideal para convocar Sense II, que este año cuenta entre sus talentos con bailarinas, artistas, cocineros, biólogos, personas enfocadas en la educación y cantantes.
¿Qué es consumo total de experiencias?
En un mundo dominado por el consumo material, el consumo de experiencias es una suerte de placer alternativo, muy potente bajo la certeza de su capacidad de perdurar en el alma, cuerpo y mente de las personas por mucho tiempo. Carolina cuenta que el concepto se inspira de sus estudios de Yves Klein en París, donde tuvo contacto directo con múltiples de sus obras: “Es un artista poco conocido, que murió de 34 años, pero que dejó un legado muy grande que poco se conoce fuera de Francia, y es la idea del arte inmaterial, del arte de experiencias, de invitar a la audiencia a vivir y formar parte del proceso de creación. Así que queremos crear la casa azul, porque él creó un color llamado el International Blue Klein, un azul muy profundo, y empezó a sacar una cantidad de conceptos únicos en el arte de ese momento, pos Segunda Guerra Mundial, en la búsqueda de cosas sencillas, básicas, que unieran su conocimiento y su pasión por el judo, práctica japonesa; por el arte plástico, de su formación en Francia y también de empezar a crear happenings”, explica.
La Maison Bleue, haciendo homenaje al color que Klein creó, es también una oportunidad de ver cómo entre los participantes se interpreta esa idea del arte inmaterial, reflexionando acerca de cómo en la sociedad actual a veces permitimos que la felicidad dependa de objetos materiales. Y continúa Carolina: “Por eso decimos que la idea con Sense II es apostarle al total consumo de experiencias, cómo hacemos para que la sociedad en Medellín, ojalá de otras partes de Colombia y del mundo a donde podamos llevar el concepto, tenga un mes lleno de experiencias de contemplación, de creatividad, de meditación, de reflexión, de proposición, de reinversión, de evolución... Cómo hacemos para llevarles a los ciudadanos, con una propuesta muy variada, para muchos gustos, de distintas prácticas artísticas, que quizás estimule preguntas fundamentales, siembre semillas de curiosidad, inspire a crear desde sus vidas y promueva el valor del arte y la cultura, que son tan poco cuantificables”.
Klein materializó esto en happenings memorables, como alguna vez que vendió una obra de arte y se fue con el cliente que se la compró para el Sena, y la experiencia fue coger el cheque que el mecenas le había firmado y botarlo al río, mientras el dueño de la obra la botaba al mismo tiempo. Era demostrar que era más la experiencia para él como artista el vender la obra y para el comprador la obra era más la experiencia vivida, el recuerdo que le traería en su vida. Otro ejemplo es el espacio Vide, una exposición que hizo en París, instalándose en una galería vacía; la gente hacía fila por horas, entraba y no había nada, lo que valía era el recuerdo que les quedaría. Es la posibilidad de hacer de nada, algo muy grande, hacer de lo ordinario algo extraordinario, que puede ser más difícil que crear una obra de arte plástica.
Un mes para discutir qué tan importante y qué tan increíble puede ser crear espacios de puras experiencias, que la gente se nutra de sólo experiencias: “Y son esas experiencias las que te empoderan como persona, las que desarrollan una fuerza interior increíble e indestructible que nunca nadie te puede quitar. Para mí eso es lo que empodera al ser humano en general, para sacar adelante un sueño propio que casi siempre va ligado a la mejoría de una sociedad, de una ciudad, de un país, de un planeta. Queremos demostrarle a la ciudad que invertir en experiencias y en la economía de la creatividad es lo más valioso, mucho más valioso y duradero que invertir en objetos. Son esas experiencias las que se te quedan en el corazón por mucho tiempo y te alegra el alma mucho más que cualquier otra cosa. Esa es la apuesta, mostrar al máximo que esto es algo vital para la sociedad”.
