Nunca los campesinos del corregimiento de San Luis en el municipio de Páez se comieron un almuerzo tan amargo y sin sal como el del 11 de febrero de 2019. Lo que empezó como una fiesta terminó en gritos con hedor a gasolina mientras las llamas dejaban en cenizas la casa campesina que llevaban construyendo hace un año y justo ese sábado inaugurarían con una magistral asamblea.
Ver cómo los indígenas quemaban a diestra y siniestra la hectárea que había entregado el municipio a los campesinos prendió algo dentro de Didier Medina, un joven campesino de 24 años que se dedicaba a la siembra de café, maní, yuca y arriar ganado.
Cansado del abuso y decidido actuar, descartó irse hasta Popayán a denunciar, igual nunca lo habían escuchado, prefirió alistar el sombrero, el carriel y el machete y actuar. El paro nacional fue la única salida para hacerse sentir por primera vez.
Crear una guardia campesina no fue tarea fácil, la capacitación ha sido un trabajo de años que empezó en San Luis y se ha extendido por Páez.
Didier Medina divide su tiempo entre su trabajo, pasar tiempo su familia, tomarse sus tragos con sus amigos, que no incluye la chicha que no le gusta, y fortalecer a su guardia campesino que desconoce de pago o quincena, pero le brinda seguridad a su comunidad, una que el Estado nunca les ha dado.
Los que conocen a Didier Medina a veces cuestionan su temperamento pasivo, pero su tranquilidad es la que le ha dado reconocimiento a la guardia campesina. Didier Medina no se exalta ante los problemas, su paciencia y elocuente forma de hablar hace que las personas se le acerquen a contarle sus problemas.
Didier nació en San Vicente del Caguán, pero en 2003, año en que inició la seguridad democrática del expresidente Uribe, duro contra la guerrilla de las Farc a las que Didier le tocó ver enfrentarse a muerte con el Ejército y cuando los jóvenes eran blancos fáciles para convertirse en falsos positivos, sin mencionar que todo campesino era acusado de guerrillero, impregnó de miedo a sus papás, don Agustín y doña Anadeiba Pachón. Convirtiéndose en un número más de víctimas del desplazamiento forzado.
A Didier Medina le dicen que tiene don de gente. El poder no se le ha subido a la cabeza, no impone, ni es ‘mandón’. Sin el visto bueno de su comunidad no toma decisiones precipitadas. En el Putumayo y el Tolima se hace sentir la guardia campesina gracias al impulso que le ha dado “chiquito”, así llaman a Didier su guardia pretoriana.
Si algo sabe es saber manejar a los adultos de la organización, muchas veredas como el Colorado, grande, pero no han sabido ni han podido sacar un solo guardia campesino, no tienen un líder que conquiste como Didier Medina, que aunque se gano la confianza de su comunidad, también se ganó el corazón de Asdreid Astudillo, una trabajadora social que también es líder en la guardia campesina.
El arduo trabajo no les ha dado tiempo ni para hijos, algo que se lamentan muchos de sus allegados, acostumbrados a familias numerosas de 10 integrantes en adelante, que esperan Didier tenga herederos con su misma templanza.
Por eso, en el estallido social de 2021, Didier hizo un llamado a la guardia campesina para irse en chivar, camiones y motos hasta en el centro Popayán en donde se estuvieron viviendo durante un mes enfrentándose a sol y sombra contra el Esmad y las autoridades.
Se tomaron la Panamericana, y llegó la alianza que parecía imposible, un acercamiento con el Cric, para no pisarse las mangueras, no cruzarse en las rutas. Didier pasó días difíciles, se sintió en pleno San Vicente de Caguán cuando le tocaba esconderse bajo la cama, pero con la diferencia que ya había entrenado a sus hombres
La guardia campesina le tiene fe al nuevo gobierno del presidente Gustavo Petro, confía en su conocimiento sobre los campesinos, y espera que los reconozcan pues apenas en el Censo de 2021 los incluyeron como sujetos de derecho. Pero Didier no come entero, su objetivo es seguir visibilizando su guardia y comunidad.