Cuando hablamos de monocultivo nos referimos a plantaciones de una sola especie en una vasta extensión. Normalmente existen dos visiones, la mercantil y la ecológica. Bajo la primera mirada, el monocultivo es una forma de producción exitosa. Desde la segunda, es un absoluto desastre.
Los que defienden los monocultivos afirman que gracias a este modelo se alcanza una alta productividad basada en el reemplazo de mano de obra por maquinaria y en el uso de insumos químicos. En otras palabras, es una clara muestra de las ventajas de la “economía de escala”, ya que el coste por unidad producida cae a medida que aumenta la producción.
Por otra parte, como expone el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), “la biodiversidad es la variedad de la vida en todas sus formas (...). Las personas dependen de la biodiversidad y los ecosistemas para su subsistencia”. Esto es precisamente lo que el monocultivo destruye. Como resultado del mantenimiento de la sobrexplotación, los suelos se degradan y pierden fertilidad. De igual manera, se pierde diversidad vegetal y animal y, en consecuencia, el equilibrio natural se rompe. Además de lo anterior, los monocultivos están asociados al uso de grandes cantidades de pesticidas que contaminan aire, suelo y agua. Por último, también producen pérdida de paisajes y culturas, expulsión de población y aumento del desempleo.
En Colombia, desde el siglo XIX se viene practicando esta forma de cultivo. Esto ha causado en nuestro país grandes problemas: asesinatos de campesinos, desplazamientos forzados, robo de tierras, destrucción de bosques, sequías y contaminación de recursos naturales. En definitiva, ha sido una desgracia en lugar de una bendición de la economía de escala y del mercado.
Ahora bien, ¿cuál es el más peligroso monocultivo? Sin duda, el monocultivo de las mentes, como dijo el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. Por desgracia, este monocultivo lleva años intentando instaurarse en Colombia. Si bien no es algo exclusivo de nuestro país, la forma en la que se nos ha querido imponer nos otorga un protagonismo vergonzoso a nivel mundial. Para su implantación se ha empleado como método la violencia, asesinando, desapareciendo, secuestrando y, en el mejor de los casos, encarcelando al que piensa diferente. Estos métodos se han aplicado tanto por un extremo ideológico como por el otro, diferenciándose sencillamente por el tipo de monocultivo.
Ahora, después de tanto tiempo y penuria, parecía que íbamos por buen camino para volver a la diversidad y, por lo tanto, al progreso. Costó, sin duda, mucho esfuerzo y, tras largas negociaciones, resultó el Proceso de Paz y con ello se abría la puerta a la democracia y al verdadero arte de la política. Sin embargo, nuevamente vamos para atrás, o al menos, eso parece.
Hoy se continúa pretendiendo imponer el monocultivo mental por medio de las armas y de las palabras. En lo que va de año, 153 personas han sido asesinadas por motivos políticos y otros tantos están amenazados de muerte. Por su lado, la estrategia que emplea las palabras consiste en repetir como un mantra que hay un “peligro inminente” por parte de una cruzada “castrochavista” que, perversamente, intenta apoderarse del país. Siempre es más fácil buscar un culpable externo que asumir nuestra responsabilidad.
¿Suben los impuestos? "No hay alternativa, el anterior presidente le entregó el país a los “castrochavistas” y nos llevó a la quiebra". ¿Consulta anticorrupción? "Es un engaño, un cuento de los 'castrochavistas' y la 'izquierda' para robarse el país". Y así sucesivamente. Se presenta la realidad como si de una película de héroes vengadores contra villanos se tratara. Recordemos a Jaime Garzón, un brillante humorista que los señores de la guerra retrataron como un villano “guerrillero” y con ello justificaron su cruel, vergonzoso y cobarde asesinato.
Sin embargo, 8 millones de votos en una campaña presidencial por un candidato alternativo y posteriormente más de 11 millones de votos por la consulta anticorrupción, dicen que aún existe gran diversidad. Pero la situación no parece simple, los empresarios adictos al monocultivo no piensan dejar que su rentabilidad disminuya. La última maniobra ha sido por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE), que negó la personería jurídica al Movimiento Colombia Humana, candidatura que obtuvo el respaldo ciudadano del 41,81% de los votantes en la segunda vuelta presidencial en Colombia.
Sí, el monocultivo más peligroso es el monocultivo mental, ese que niega la oposición política y la divergencia. Sin embargo, si continuamos sembrando ideas y diálogo seguro que la diversidad reflorecerá.