-Dios no dejes avergonzarme.
El doctor Raul Salazar, 61 años, egresado de la Universidad del Valle con 35 años en medicina alternativa, vio, desde una camilla de una UCI, como una enfermera guardaba toda su ropa en bolsas plásticas, ponía sus documentos y luego su nombre. Si moría quería decir que el Tiro de Escopeta, el coctel de aspirina con Ivermectina que, según él, había salvado a miles de personas que lo visitaban en su casa del barrio Cristo Rey de Cali, sería un completo fracaso. Así que como tantas otras veces, como cuando estuvo preso por tráfico de migrantes, empezó a perder la esperanza.
Raúl Salazar ha estado tres veces en una UCI a punto de ser intubado pero se ha resistido. Hace 35 años empezó a desilusionarse de la medicina cuando, el doctor Enrique Maya, médico de la Universidad del Cauca, empezó a tratar con éxito a los pacientes que sus profesores de la del Valle desahuciaban. Los métodos de Maya eran poco convencionales. Salazar cree a pie juntillas que la industria farmacéutica es una farsa que usan los poderosos para vender medicamentos. Pone el ejemplo del colesterol. Cuando se graduó a comienzos de los años ochenta lo normal era tenerlo en 270, luego, en los noventa, lo pusieron a 240 y ahora en 200. “Todo para vender medicamentos. Es evidente que la industria farmacéutica va cambiando las reglas y los médicos entran en ese juego”.
Su relación con los médicos oficiales es harto complicada. El Colegio Médico descalificó su método en marzo del 2021 y Youtube acaba de bajar su video, de más de dos millones de visitas, en donde recomendaba El Tiro de Pistola. La idea le vino como una epifanía cuando bajó de su apartamento a una droguería y escuchó a una mujer pedir una “bomba” para frenar una gripa que la torturaba. Entonces, de la nada, pensó “Y si me invento el Tiro de Escopeta”. Entonces, según él, pasó noches en vela estudiando, midiendo experiencias y sacó, en cuatro días, la conclusión de que un anticolagulante como la aspirina, con un dilatador de pulmones como la ivermectina podrían salvar vidas no del Covid, como afirma Salazar, sino de las complicaciones derivadas del virus. Por eso, vía internet, atendió más de dos mil casos desde su casa y salvó igual cantidad de vidas. Le puso el tiro de escopeta a su método porque, como la bala de esa arma, se disgrega y le puede pegar a varias cosas a la vez.
Es un convencido antivacunas y la evidencia de haber estado tres veces contagiado de COVID y a punto de morirse no lo convence. Tampoco lo convencen las estadísticas. A finales de junio el país, sumergido en la crisis de no contar con las suficientes vacunas, reportó más de 700 muertos y, tres meses después, ya presentamos días donde sólo hay un solo muerto. Sin embargo él sigue incólume en la creencia de que todo se trata de un complot médico para hacer más rico a Bezos y otros magnates. La ciencia no lo determina sino su experiencia. Y por eso habla de que la agricultura en Colombia también es culpable de enfermarnos ya que hasta el suelo está regado con glifosato.
Se salvó tres veces de milagro, ya ahogado, desahuciado. Aún tiene su teléfono prendido las 24 horas al día para atender al que lo necesite. Es una guerra en la que él es el principal soldado. Una guerra además con la razón y contra la evidencia pero que él sigue dando. A veces se nota que le gusta aparecer en los medios, que lo de él, porque no, es la fama. Y entonces ni siquiera le importan los malos titulares, sino tan sólo salir en ellos.