El común denominador entre los ciudadanos es la duda respecto a si les cuentan la verdad o la totalidad de ella. La mentira o la verdad a medias es algo que se ha asumido como la normalidad. En el caso del Coronavirus o Covid-19, la gente tiende a creer que autoridades y los medios no dicen la verdad, independientemente de sus preferencias de partido político o ideología, no debe extrañar que se acuda a supermercados y droguerías, desesperadamente, tratando de acaparar alimentos, medicamentos, mascarillas tapabocas y gel antibacterial.
La situación real es que el Coronavirus tiene una mortalidad, relativamente, baja; pero, una alta capacidad para contagiarse. Esa característica, podría afectar a millones de personas, la mayoría de ellas de los países del tercer mundo, en los cuales, la nutrición baja produce defensas bajas en la gente. Adicionalmente, los sistemas de salud son débiles y corruptos en los países pobres. Mientras tanto, los países ricos han adoptado, con rapidez, medidas sanitarias que incluyen decisiones económicas. Tanto en los primeros, como en los segundos, los gobiernos hacen llamados para que no cunda el pánico; no obstante, la gente duda de lo que se les dice. Es evidente el sesgo de los gobernantes, empresarios y medios de comunicación respecto de las noticias relacionadas con el virus, tratando de minimizar sus efectos y desarrollos y, de ese modo, disminuir en impacto en los mercados, para proteger sus utilidades. Los ciudadanos piensan que no se les dice toda la verdad, debido al marcado interés que le ponen a lo que comunican.
Afrontando la realidad, China, Estados Unidos y los países europeos han tomado medidas desde su fortaleza económica. El problema es para las débiles economías tercermundistas que deberán invertir en sus nefastos sistemas de salud que, en su mayoría, está en manos de grupos económicos particulares, los cuales tratarán de salvar su inversión, incluso, si ello significa que deban morir muchas personas. De hecho, los débiles e ineficaces controles migratorios han permitido que el Covid-19 se propague por América Latina. Todo queda en el azar de si las medidas son eficaces y la propagación del virus es escasa porque si el avance es vertiginoso y el contagio se masifica, los sistemas de salud, no tendrán muchas posibilidades, produciéndose muchas pérdidas humanas.
El Covid-19 mata poco; pero, genera mucho miedo porque asfixia y dibuja un futuro incierto. Si el contagio en países como Colombia, se masifica, es probable que lleguen a producirse, decenas de miles de muertes debido a que hay millones de personas en vulnerabilidad. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mundialmente conocida como FAO (por sus siglas en inglés: (Food and Agriculture Organization), es un organismo especializado de la ONU que dirige las actividades internacionales encaminadas a erradicar el hambre. La Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe en su informe “100 territorios libres de pobreza y hambre”, producido en 2019, dio cuenta que, de 1.103 municipios, en Colombia, existían 229 municipios en los que 81% de su población tenía necesidades básicas insatisfechas. Esa cifra no tiene en cuenta la situación de los restantes municipios donde también existen personas en alto riesgo: pero, en menor proporción.
Las personas vulnerables, debido a sus condiciones económicas que no les permiten alimentación adecuada y ambientes sanos, son las potenciales víctimas del Covid-19. De acuerdo con ello, el riesgo de muchas muertes por el virus se incrementa si se llegan a contagiar las personas con mayores carencias. Las vidas humanas, deben preservarse por encima de las utilidades de las empresas y eso, no es posible en un país tan desigual como Colombia. No puede costar vidas, el hecho que la verdad, se oculte o se diga a medias. Se requieren medidas de choque con educación de la población y, actividades que comprometan a todos en la protección de la salud. Hay que quitarle presupuesto a la guerra y dárselo a la salud y la educación para salvar vidas. Ese es un asunto, en el cual, el gobierno dirá mentiras.
¡Gobernantes, actúen ya! No más mentiras, por favor.