En una palabra y en concreto, el peligro de los medios es que viven en función del ‘rating’ y éste gira alrededor de los escándalos, de los hechos truculentos, de los temas de corrupción o de violencia que siempre venden, o convertidos francamente en prensa roja o amarilla.
El hecho noticioso escandaloso hay que explotarlo, por lo menos sobredimensionarlo, y si es del caso, crearlo.
Por esto, sin embargo, no se les puede achacar la culpa..
Por un lado, mal se puede decir que hacen bien o mal mientras no estén sus funciones y responsabilidades definidas acorde con el poder que tienen.
Por otro, en últimas responden a el hambre de quienes consumen lo que ellos producen; es cierto que en parte crean esa adicción a un interés morboso, pero también que ese es parte de la naturaleza humana (cuando hay un accidente en las vías los carros se detiene a ver si hay heridos o muertos; o cuando se oye el rumor de un drama pasional todos se interesan en saber y comentar más; los medios sólo explotan esa tendencia).
Establecido esto, vale la pena ver el contexto dentro del cual repercute esa tendencia a vivir del escándalo.
Por un lado, se aumentan y se rebuscan temas con lo cual se genera una espiral perversa entre el consumidor de ‘noticias’ y quien lo alimenta. Para colmo de males, la aparición de las ‘redes sociales’ se convirtió en un efecto multiplicador tanto de esa propensión a manipular noticias escandalosas como de la irresponsabilidad -incluso impunidad- que los acompaña. El resultado es una sociedad crispada, polarizada, envenenada de paranoia, de temor y de odio.
Pero lo que es realmente grave es la relación que acaba teniendo con la justicia. Bastante malo es que, con el poder que tienen, incitan al linchamiento antes de los pronunciamientos de ella. Difícil es para los operadores de la justicia contradecir lo que ya han convertido en ‘los fallos de la opinión publica’.
Llegamos a que con ‘comunicados de prensa’ se adelantan los fallos judiciales, teniendo más importancia estos que el texto que eventualmente después se redacta
Llegamos a que con ‘comunicados de prensa’ se adelantan los fallos judiciales, teniendo más importancia estos que el texto que eventualmente después se redacta.
Pero un peligro aún mayor es cuando los administradores de justicia se sirven del poder que se les otorga para aprovecharlo en pos de sus propios intereses, utilizando para ello la avidez de los medios de comunicación.
Dadas la falta de delimitación entre la actividad política y y la distancia que debe existir respecto a la gestión del poder judicial, es inconveniente la forma en que cada vez más se entrelazan y confunden las dos carreras.
Claro que se dan funcionarios judiciales que superan las tentaciones y no establecen especial relación con los comunicadores.
Pero igual se dan casos tan evidentes como el del exfiscal Barbosa, quien prácticamente sin instancia de discontinuidad inició una aspiración política desde el despacho que ejerció (o usando ese despacho) y hoy los medios lo aparecen presentando programas de gobierno en materia económica o en temas internacionales, etc -ajenos completamente a la razon que le dio figuración antes en los mismos medios.
Ninguna frase más prometedora que la de la recién escogida Fiscal cuando dijo: “voy a ser una fiscal muy aburrida para los medios de comunicación”.