Ya se murió": esta es la historia del joven que mataron en el velorio de Lucas Villa y del que nadie se acuerda

Ya se murió": esta es la historia del joven que mataron en el velorio de Lucas Villa y del que nadie se acuerda

La mamá de Héctor Fabio Morales reconstruye los últimos momentos de su hijo cuando acompañaba al estudiante que se volvió un símbolo de la protesta

Ya se murió

Mide 1,60 y es menuda. Siempre que me la encuentro de casualidad en alguna calle de Pereira está sonriente y con un optimismo que se le sale por los poros y la sonrisa, un optimismo que detrás alberga un dolor y una afrenta por la muerte injusta de Héctor Fabio, “la mona”, como le decían a su hijo.

Su tez es blanca, muy clara y sus ojos claros, grisáceos. Con ellos ha mirado de frente a la muerte. Si Lucas Villa nos enseñó a bailar con la parca, Yolanda la mira a los ojos y la interpela, la reta, le dice unas cuantas verdades, no le teme, la ha visto en otras ocasiones matando masivamente a sus amigos y camaradas de la UP, viéndolos caer ante sus ojos, los mismos que miraron en silencio, impávidos, el cuerpo de Héctor Fabio un 07 de mayo en la noche, y con los mismos que supo, al instante, que Héctor ya se había muerto.

Tiene el cabello claro y entre el rubio de sus hebras oculta cabellos canos, los mismos con los que acompaña su figura en las calles y que se coge con una moña cuando se pone la camiseta y arma sancochos comunitarios o convites sociales, o acompaña a las víctimas de la violencia, o ejerce su activismo con valentía y sin vacilaciones.

Tiene una voz delgada, pequeña, una vocecilla que así y todo, con calma, temperancia y malicia, dice verdades incómodas, una voz que conjetura teorías sobre el asesinato de su hijo, una voz que en sí misma es un relato en cada charla, una voz que ha sido capaz de pedirle en público al fiscal Barbosa justicia e imparcialidad para que la muerte de Héctor no sea una más en la lista de impunidades que carga a cuestas la justicia de este país. La misma voz, con la que un lunes de mayo, me contó sin quebrarse este relato.

«Fabio trabajó 03, 04, 05 y 06. El 06 hizo noche, o sea que el 07 él estaba post-turno, estaba en la casa para acostarse a dormir. Cuando llegó por la mañana me dijo: “¿usted porque está tan arreglada, doña Yolanda, usted para dónde va? –Mirá que vamos a ir a una velatón en el CAM de Dosquebradas que es por Lucas”. Lucas Villa ya estaba en San Jorge [hospital de Pereira]. Y Fabio me preguntó “¿y usted en qué va a ir si no hay gasolina, si no hay transporte?”, yo le dije “pues me voy en un intermunicipal, algo tiene que salir”. Entonces él me dijo “voy a acostarme la mañana y almuerzo y nos vamos juntos para Dosquebradas”. Por eso nosotros ese día andábamos juntos, porque salimos de la casa juntos para ir a participar de la velatón del consejo consultivo departamental de mujeres y por Lucas.

Cuando llegamos al terminal ya Héctor Fabio me dijo, “yo no veo que esté pasando nada”. Las calles estaban vacías, no se veía así como nada de violencia. “Yo me voy a ir para el Viaducto hoy que tengo libre y cuando usted baje del CAM (Alcaldía de Dosquebradas) me recoge en el viaducto y nos vamos a mercar”, me dijo, porque a Fabio le pagaban los 07 y esa empresa es súper cumplida. Entonces nos íbamos a ir juntos para quedarnos en Cuba a mercar. Como la situación estaba tan complicada y no sabíamos si íbamos a irnos juntos o no, quedemos en que, si no nos veníamos juntos, nos veíamos en Cuba a las 6:30 p.m. Me dijo “hágale pues”. Y él se fue al Viaducto, pero hasta el Terminal llegó conmigo, pero se fue al Viaducto y se fue a pie. Cómo estarían las calles de vacías…y ahí se bajó en esa locomotora del tren en Pereira y arrancó a pie para el Viaducto. Yo fui a Dosquebradas, participé de la velatón y de venida, porque ya eran como las 5:00 p.m., pues yo me iba a bajar en el viaducto a buscarlo, pero era imposible, el viaducto era lleno total.

Qué me iba a bajar, ya venía en el carro, una ciudad sin gasolina,  seguí para Cuba como había quedado con Fabio. Cuando yo llegué a Cuba lo busqué en el Guadalupe Zapata [parque de Pereira], ya eran las 06:10 p.m. “Ve, tan raro, si vamos a mercar por tardar a las 6:30 ya tenemos que estar mercando, porque si no, no  nos alcanza el tiempo”, pensé. Pues como no lo encontré seguí para mi casa. Llegué a las 06:30 p.m. y mientras buscaba las llaves en mi bolso, mi sobrina me llama al teléfono, me dice “¿tía, dónde está la mona”, porque al él le decíamos “la mona”, “está en el viaducto”, le respondí. Me dijo: “¿él qué camiseta tiene?”, “la blanca”. Y me manda de una la foto de él caído que rodaba en esos grupos de WhatsApp…caído ahí en el Museo de Arte, o sea la foto rodó inmediatamente porque la foto salió ahí mismo en el WhatsApp.

Llamé al vecino que tiene carro: “¿usted me hace un favor me lleva ya para el centro? –Claro, doña Yolanda, ¿qué pasó?”. Nos montamos y le marqué a mi hija que es enfermera de Comfamiliar, “Luisa, ¿a dónde llevan los muchachos que caen heridos en el Estallido o en la calle, ¿a dónde los llevan?”. Me pidió el nombre y la cédula para buscarlo en el regulador, “no, cómo así, ¿y si no tiene nombre? –¿Como así, entonces cómo lo voy a ir a buscar? –No mami, entonces siéntese que fue a Héctor, Héctor está baleado y lo único que tengo es esta foto”, y se la mandé al WhatsApp. Entonces ella me devolvió como a los cinco minutos la llamada y me dijo “ma, está en los Rosales”. Ya venía yo con Rubén por la Avenida Sur, de todos modos íbamos a llegar al San Jorge, porque nosotros decíamos que de alguna manera tenía que haber llegado al San Jorge, pero ya cuando Luisa me dijo que no, que  estaba en Rosales, entonces Rubén me llevó a Rosales. Llegué a Rosales a las 07:00 p.m.

Cuando llegué a Rosales le dije a la niña de la recepción, “venga un joven que acabaron de traer baleado, Héctor Fabio Morales, es que yo soy la mamá”. Cuando terminé de decir la mamá salió un policía, pero un policía así todo yanqui y me cogió así de la mano, yo sentía que mi bracito estaba perdido. “¿Usted qué es de él? –¿Yo?, la mamá” –“Bien pueda”, y me entró casi que a estrujones y me llevaron hasta la camilla con Héctor y ahí me pararon a mí así, face to face, entonces el policía me preguntaba.

  • ¿Ustedes qué hacían en la calle?
  • Estábamos marchando.
  • ¿Estaban juntos?
  • No
  • ¿Ustedes por qué estaban marchando?, ¿quién les pagó pa que salieran a marchar?
  • A nosotros nadie nos pagó, salimos libremente, yo estaba en Dosquebradas en el Consejo Consultivo, él estaba en el viaducto.
  • ¡Es que él es enfermero de primera línea!
  • ¿Síiii?, ah, yo que soy la mamá no sabía que él había estudiado enfermería, pa que vea usted todo lo que sabe. Él es mecánico automotriz y trabaja en una empresa de vigilancia privada que se llama Cootravir.
  • No señora, nosotros tenemos las pruebas.
  • Ah muy bueno, hagan lo que tengan que hacer.

En ese momento que él me estaba como acosando ahí con las preguntas pasó el médico. Yo recuerdo que yo le dije al doctor, “vea doctor, no pierda insumos, no pierda esfuerzos que ese man, ese man que está ahí, que es el hijo mío, está muerto, mírele las uñitas moradas, es que ya uno sabe que ahí ya no hay vida”. Entonces el médico me dijo “vea señora, usted puede tener razón, usted no es médico, me imagino que no, pero le voy a decir una cosa, si yo no hago hasta lo último por él, usted después, usted mismita viene y me demanda a mí porque yo no utilicé los recursos que tenía para salvarle la vida a su hijo”. Yo le dije “usted tiene toda la razón, no le voy a decir que no, pero también le voy a decir una cosa, no es justo que usted siga gastando insumos en un cadáver, declárelo muerto ya”.

A Fabio una de las balas le entro por acá [señala el cuello y la parte izquierda del cráneo] y le salió por acá, entonces esto acá se hinchaba así, pero usted veía como un globo inflándose. El médico me dijo “¿usted ve esto?, yo tengo que evitar que esto explote y para eso yo tengo que llevarme este joven para el quirófano –¿Y pa qué gasta insumos?, ahí ya no hay vida, usted me va a entregar un vegetal a mí, ¿usted cree que él moralmente soportaría ser un vegetal?, no haga eso, es más, ayúdelo a bien morir, porque en esa cabecita ahí ya no hay nada”. El plomazo se veía por donde entró y por donde salió bien clarito. En ese momento la enfermera me dijo, “vea, tiene que ir a traer unos pañales”, porque él estaba ahí en pelota.

Entonces yo salí a la puerta, pero cuando yo fui a salir, el policía me volvió a agarrar la mano, “usted no se puede ir de acá –¿Y es que usted cree que yo me voy a ir?, yo ni a usted, ni a la ley, ni a nadie le debo nada, no me voy a ir”. Y me dejó salir. Cuando yo salí de esa puerta toda la calle estaba llena.  Estaban los de judicial, GOES, policía verde, la prensa, al que más recuerdo es al TVA noticias (noticiero de televisión regional TELECAFÉ), la prensa, esa calle llena, los supervisores de Fabio, tres compañeros que llegaron ahí mismo, bueno. Yo me paré ahí en la puerta y le dije a mi hija que estaba allá con la tía, y la tía estaba llorando, porque la tía sí quedó hecha pedazos, entonces le dije “vea Luisa que hay que traer dos pañales desechables porque a  Fabio lo van a subir al quirófano –¿Y a qué?”. Mi hija también ya había entrado y lo había visto y se había vuelto a salir “¿y a qué? –Ah, yo no sé, pero a mí me dijeron que trajera dos pañales –Ah bueno ma, éntrese, ya se los llevo”.

Yo volví y me entré, pero yo entré tan impactada de ver esa calle hervir de gente que yo decía “ay Dios mío, que irá a pasar”. Bueno, pero en fin, ya volvía a entrar, cuando entré el de la fiscalía, un señor ahí normal, se presentó “yo soy …”, nunca  me pude  grabar el nombre de ese señor. “Yo soy el de la fiscalía y necesito que usted haga una declaración, entonces el policía lo sacó, “no, usted acá no le puede tomar la declaración, tiene que ser allá afuera –Pero ella no se puede salir”. Yo pensaba dentro de mí, “¿será que estoy detenida?”. El policía me insistía en que no podía salir. Bueno mi hija trajo los pañales, yo se los pasé a la enfermera y verdad eso fue en minutos que le pusieron el pañal, le acomodaron con una venda, ahí me entregaron la ropa.

Cuando él salió para el quirófano, la muchacha me iba a entregar a mí, pero le entregó al policía el maletín de entonces la pelada le tiro el morral al policía, entonces el policía me lo entregó a mí y me dijo “señora, yo quiero que usted me haga el favor y revise qué hay ahí”. Yo recuerdo que sacudí el morral y cayó la sudadera, el pantaloncillo, la camiseta, él llevaba una camiseta puesta que era la de Canserbero, él era de Canserbero total; pero cuando lo mataron él tenía la camiseta blanca, que ahí está en la foto.

Entonces yo recogí toda la ropa y volví y la metí al morral. Cogí la billetera y la abrí, ahí estaba todo, la cédula, la tarjeta del pago, la platica suelta que él llevaba, porque él llevaba platica suelta, todo, todo, todo estaba ahí; pero los tenis no. A mí me llamó la atención, pero en el momento pensé: “ve, qué raro”, listo.

Yo era con esa maleta pa allá y pa acá, no la podía soltar, porque de verdad yo no sabía qué hacer con eso. Subimos al quirófano, cuando el entró al quirófano llamó la jefe de enfermería y me llenó una encuesta de la que no he podido jamás recordar qué preguntas habían. Yo recuerdo que yo me senté y las llené. Terminé, salí con el maletín y todo pa afuera y el de la fiscalía ya venía subiendo la escalera, entonces me dijo “¿será que le hago la declaración acá?”, le dije “acá no –¿Por qué? –Si me necesita, espéreme en la calle, eso está lleno de gente, vaya espéreme allá que allá no se va a perder, de acá no me puedo ir, el policía dijo que yo no me puedo salir de acá”.

Yo ni lloré, ni grité, yo no perdí el control, yo no perdí la cabeza, no. Lo único que no recuerdo es qué decía en la encuesta de la muchacha, eso si ni me pregunte, porque no sé. Bueno, resulta que a las 09:30 salió el médico del quirófano y yo le dije “¿y entonces?, ¿usted hasta qué horas lo va a declarar vivo si él no está vivo?, ¿usted por qué insiste?”. Me dijo “no, yo salí  a hablar con usted,  ¿usted se quiere despedir de él?”. Y yo “sí, claro, nosotros nos queremos despedir de él –Entonces vaya traiga a su hija, traiga a las personas que se quieran despedir”. Salí a buscarlas y en ese momento en la calle el de la fiscalía volvió: “¿cuándo le tomo la declaración? –¿Cuál declaración?, ¡ah!, y antes de que se me olvidé, ¡ya se murió!”. Entonces el de la TVA “señora, para una entrevista”. Y le respondí: “le voy a decir a usted y que de usted lo tomen todos los demás, si ustedes mañana publican en primera plana que mi hijo era un primera línea, o que mi hijo era un enfermero de primera línea, los voy a demandar porque yo soy la mamá y mi hijo es mecánico, no enfermero, así que ustedes me van a tener que demostrar eso con hechos y, además, me van a decir en qué tiempo un pelado que trabajó hasta 16 y 18 horas, porque los compañeros no podían pasar ni de la Virginia ni de Dosquebradas, iba a ser primera línea, con eso que les quede bien clarito y si ya pueden poner el titular, ¡ya se murió!”. Y fue yo decir ¡ya se murió! para que todo el mundo empezara a coger su carrito, su motico, su cosita y adiós…

Yo subí con la novia, mi hermana que estaba destruida, y que quedó destruida, mi sobrina Ana María, que era como la hermanita de él, a mi hija y yo.  Ahí hicimos oración, nos quedamos como hasta las 11:30 p.m. Yo fui la última que salí. Cuando estaba en el corredor venía el de la fiscalía otra vez y le dijo al doctor “usted mañana va a pasar a cargos disciplinarios porque usted no puede hacer eso”. Le dijo el doctor “vea, a mí no me amenace, primero ella es la mamá, tiene todos los derechos, segundo la hermanita que va allá con ese uniforme es mi compañera de servicios, bueno ella es enfermera, ¿entonces yo a mi propia compañera le voy a decir que no?, de malas le mataron a su hermano y la fiscalía no me deja que usted se despida de él, tercero ella es la novia, ¿cuál es el problema? Usted no se preocupe, allá se lo voy a entregar, así como lo tengo acá entubado, con la bala que tiene ahí, usted no se preocupe por nada, ahí se lo voy a entregar”. Y de verdad nosotras salimos y la jefe y el medico se devolvieron y tal cual es estaba en esa camilla, tal cual lo bajaron al sótano. Ya había llegado el carro de medicina legal que fue el que lo recibió y a mí misma me tocó reclamar el papel ahí en la recepción pa’ poderlo ir a llevar allá, para que medicina legal ya lo recibiera. Y eso ya eran las 12:00 de la noche, ahí nos dieron las 12:00 de la noche y eso fue todo>>.

Sólo una madre que mira de frente a los ojos de la muerte puede contarnos algo de esta manera.

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