La crisis contemporánea de la educación deriva de la proclive involución del maestro al pedagogo (paidagogos) quien era el esclavo encargado de llevar los niños a la escuela.
Antiguamente, el ser maestro era un oficio respetado, cargado de dignidad, "Aristóteles, «de piernas delgadas y ojos pequeños», aceptó la invitación de Filipo II de Macedonia y se encargó de la educación de Alejandro durante varios años".
Hoy en día un maestro debe someter su voluntad al capricho de administradores preocupados en vender un servicio por encima de optimizar las condiciones de enseñanza, el Ethos de los rectores y directivos está en satisfacer padres en muchos casos vulgares caprichosos e irresponsables pero con dinero para pagar, más que en cuidar la salud física, mental, intelectual o emocional de los maestros patrimonio de sus instituciones.
Los maestros hoy en día deben disfrazarse de personajes ridículos, extender su jornada laboral a capricho de directivos, debe ser niñero, guardián de horarios de merienda, baños, pasillos, escaleras, mesero, puede ser insultado e injuriado por padres vulgares, se ve sometido a descuentos extraordinarios de nómina, debe estar siempre listo y debe ponerse siempre la “10”
Los recursos son mínimos, los trabajos de oficina pesados, repetitivos e ineficaces, se ven obligados a competir con sus compañeros (incluso por un tomacorriente) por la caricia de los directivos y en muchos casos si alguno llega a destacar a ser director de área, coordinador o jefe provisional, como buen esclavo se comporta como un “oberkapo” sometiendo a los maestros al peso de sus frustraciones, cargas laborales desproporcionadas o directrices confusas que extiendan su jornada.
Hoy en día ser maestro es una osadía contra la vulgaridad, es una lucha contra el desgaste ante la sobrecarga laboral, es someterse a las insolencias de la subordinación quién siempre abusará del maestro al estar segura de la fragilidad de su estabilidad laboral.
"La educación de la juventud no es ni poco ni muy importante; tiene una repercusión universal y absoluta" Aristóteles