Amado por muchos, odiado por otros. Comparado con leyendas y alabado por estrellas. Mientras que en su país lo tildan de pecho frío, en su club no hay adjetivos para describir su grandeza. Como cordero es llevado al matadero cada vez que su selección pierde, pero cuando ganan se critica al rival y no se reconoce al artífice de la victoria. Lionel Andrés Messi vive un calvario cada vez que se pone la albiceleste.
Los títulos y récords no han sido obstáculos. Un jugador como él nace uno cada era. Mientras que en Barcelona brilla y es recordado por todos los títulos colectivos e individuales obtenidos, en Argentina es recordado por todas sus derrotas y fracasos.
¿Cómo olvidar los momentos que este dios del fútbol ha plasmado en la historia? ¿Cómo olvidar cuando se vistió de Jesús y revivió a su Lázaro, celeste y blanco contra Colombia? ¿Cómo olvidar cuando se echó el equipo al hombro y clasificó él solo a su selección a la copa del mundo 2018? Tal parece que la memoria del hincha es corta. Solo recuerda lo que quiere y olvida lo que le conviene.
Los 61 goles y 37 asistencias en la selección respaldan su desempeño. Pero muchos hinchas argentinos siguen empeñados en respirar por la herida. No se cansan de criticarlo. Aún no le perdonan las derrotas sufridas en Brasil 2014, en Chile 2015 y Estados Unidos 2016.
Tras esas derrotas en las finales trató de huir, pero no pudo abandonar a su patria. Con una clasificación muy dura, logró llegar a Rusia 2018. La Pulga ya quema sus últimos cartuchos. Quizá sea su último mundial. Solo le queda una última oportunidad. Hoy Messi se encuentra trabajando a doble jornada con un objetivo muy claro. Su principal meta es alzar la Copa del Mundo en Rusia. Pero por ahora es condenado, cada hincha lo critica y lo señala. ¿Cuál es su pecado? No haber ganado un torneo con la selección absoluta de Argentina. Quizá en Rusia alcance la absolución.