En Popayán nació la pregunta de un fotógrafo-escultor-dibujante: ¿Por qué se nos olvidan las cosas?. Dentro de ese pesebre de casas blancas, Óscar Muñoz como un niño en los años cincuenta se cuestionó la pérdida de la memoria y lo efímero de la vida. Pero desde ese momento hasta hoy no ha encontrado una respuesta que lo convenza, por eso lleva cuarenta años tomando fotos, juntando piezas y rayando líneas que a quienes vemos sus obras nos hacen recordar y pensar por qué a veces hemos querido olvidar.
Óscar Muñoz estudió en Cali en los años 70 y compartió fiestas con Carlos Mayolo, Luis Ospina, Andrés Caicedo y Fernell Franco. Como hijo de una generación intensamente emocionada llena de escritores, cineastas, artistas y fotógrafos, empezó a trazar líneas de carbón sobre grandes telas y a disparar su cámara de 35 mm en contra del olvido. Luego se alejó de los lápices y los lienzos, y utilizó el agua, el aire y el fuego para describir la existencia y la muerte. Abandonó las técnicas y descubrió la manera de hacer arte con lo que tenía a la mano.
Así iniciaron cuatro décadas de una investigación sobre la memoria llamada Protografías, una exposición que ha estado en Bogotá, Medellín, Cali, Buenos Aires y Lima, y ahora se estrena en París. En esta retrospectiva se combinan la disolución de la imagen, la evaporación y la descomposición. Es una serie de trabajos agrupados en torno a los grandes temas del artista desde sus dibujos de carbonicillo de los años 70 hasta sus últimos grabados hechos el año pasado.
La muestra cuenta con la curaduría de Jose Roca y María Wills y estará abierta hasta el 21 de septiembre. Un viaje de cuarenta años en torno a temas como la memoria, la construcción de imágenes y el paso del tiempo, en formatos que transitan entre la fotografía, el grabado, el dibujo y el video. El museo Jeu de Paume será el hogar de Muñoz durante cuatro meses.