Es bueno ser defensor de la inclusión, pero cuando hay quienes tiñen la inclusión con colores de ridiculez en su máxima expresión, hay que atacarla y hacer lo posible para que no se convierta en una plaga, por ejemplo, lo que hoy se conoce como sexismo en el lenguaje.
Pensaba que esto era práctica solamente de ciertos sectores de la sociedad que desconocen la gramática de la lengua castellana, pero hace unos días me enteré de que es cuasi ley mencionar a ambos sexos en el discurso. Leía la guía 49 o guía pedagógica para la convivencia escolar del Ministerio de educación y allí se propone al maestro lo siguiente: "No hablar en masculino como si fuera neutro o universal, esto excluye a las mujeres." Incluso ya se manifestaba algo similar en una resolución de la Unesco en donde se invitó al director general a « adoptar, en la redacción de todos los documentos de trabajo de la Organización, una política encaminada a evitar, en la medida de lo posible, el empleo de términos que se refieren explícita o implícitamente a un solo sexo, salvo si se trata de medidas positivas en favor de la mujer » (resolución 14.1 de 1987).
Pues bien, quedé sencillamente anonadado, estupefacto y hasta con rabia. Hace tiempos que estaban esas leyes, normas, políticas públicas o como lo quieran llamar, y no me había dado por enterado. Se metieron con algo bastante delicado, que si se alteró, se deben alterar todas las leyes y documentos oficiales de Colombia por mencionar solo una cosa. Si habrá inclusión para las niñas que no eran mencionadas en decretos, leyes y cosas así, debe haberlo también para las colombianas, trabajadoras, ancianas, funcionarias, etc. que no son mencionadas cuando utilizan su masculino. Sencillamente, se descacharon, y lo peor es que la sociedad está siguiendo la cuerda de ese descache.
Es delicado porque el agregar un femenino acompañando una palabra que está en masculino pero que incluye a hombre y mujer (o a la inversa), implica que se siga el juego apenas irrisorio, no sólo en los artículos, sino también en los sustantivos y adjetivos que acompañen el texto. Si esto llegara a pasar al pie de la letra, puede cometerse la desfachatez que cometió Nicolás Maduro cierto día cuando con su afán de incluir a ambos sexos, incluyó a las libras cuando hablaba de los libros, y las millonas cuando hablaba de los millones. Ese es el peligro que se corre cuando se pretende ser incluyente en el discurso, pero es un peligro que debe asumir quien quiere pasar por defensor de las sufridas y segregadas del llamado sexo débil, que de débil tienen poco.
Por ejemplo, estimado lector, le invito a leer este pequeño apartado del célebre discurso de Luther King, Tengo un sueño, que evidentemente fue alterado para que sea “incluyente”: Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos e hijas de Dios, negros y negras, blancos y blancas, judíos y judías, cristianos y cristianas, protestantes y protestantas, católicos y católicas, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin! (agradeciendo que no le agregué el femenino o masculino a todo) Quien escriba o hable de esa manera, sencillamente ignora que el español tiene un recurso que se llama economía del lenguaje en donde muchas palabras que están en masculino intrínsecamente incluye a los hombres y a las mujeres. ¡Cuán tedioso se vuelve leer un texto sexista!
Los sexistas defienden su práctica con la argucia de que lo que se nombra no existe. ¿No existe? Cuando uno habla con un sexista siempre se escuda bajo eso. Señores, el género NO determina el sexo en el español. Cuando decimos por ejemplo “Todos”, ese morfema gramatical flectivo de género masculino ‘o’, no quiere decir que nos refiramos a todos los hombres, sino también a las mujeres; lo mismo ocurre con los niños, maestros, etc.
De igual forma también hay palabras con género femenino que indistintamente integran a ambos sexos, por ejemplo: los artistas, los poetas , los pianistas, los taxistas, los indígenas, y así, existen infinidad de casos; entonces no sé por qué las únicas que ‘brincan’ por esto son las mujeres, pidiendo dizque inclusión. Y hay para todo, también hay otras palabras con terminaciones diferentes como cantantes, regentes, videntes, etc. que incluyen a ambos sexos también.
Leía un artículo sobre la lectura y la escritura en la educación primaria, y trató de ser muy incluyente pero resultó siendo mediocremente incluyente y sexista, tornándose patético porque si se pretendía incluir al hombre y a la mujer en el discurso, en unas partes se incluía y en otras no; en unas decían Los y las y en otras solo Los, en unas decían Niños y niñas y en otras solo Niños; lo mismo sucedía con los maestros.
Incluso terminan aporreando a la mujer con el afán de “incluir”, como cuando quieren incluir a la mujer en el rango militar de General y terminan diciendo Generala, desconociendo tal vez que una de las acepciones de ese término es la de mujer del General; o con asistenta, queriendo recurrir al femenino de asistente, cuando este término está estrechamente relacionado con la condición de criada de una familia.
Y no contentos, también agregan X y @ sustituyendo la ‘a’ o la ‘o’, para ser más “incluyentes”. No seamos así por favor. Y no se trata de ser puritano con la lengua, pero si hablamos español, hablémoslo bien, o al menos tratemos.
Les dejo una propuesta: si quieren ser incluyentes a la hora de hablar, por ejemplo en plural, al menos utilicen otros términos más colectivos para que no se les complique la cuestión. No digan Los profesores y las profesoras, sino El profesorado; no digan Los empleados y las empleadas sino El personal. Seamos creativos.
Cuña:
-El viaje de Timochenko a Cuba merece más explicaciones por parte del Gobierno Nacional. Eso clandestino no sirve. Si antes desconfiaban del Proceso, ahora sí que más. Este proceso tiene la fama de estar de cara al país como para que nos salgan con esta joya a quienes hemos confiado en la mesa de diálogos.
@TiiagoMolina
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