La historia de Fulvio Soto Rubiano en la administración pública es tan larga como desconocida. Aunque empezó como mensajero en la secretaria de Hacienda, que terminó dirigiendo 30 años después por decisión del alcalde Jorge Iván Ospina, su huella se remonta a 2005, cuando el alcalde Apolinar Salcedo -quien terminó destituido- ferió el recaudo de los impuestos con un contrato a SiCali. Apareció nuevamente en el empréstito de más de $600.000 millones que hoy financia la piñata en que se han convertido el manejo de los recursos públicos.
Soto contó con el respaldo del alcalde para integrar la junta directiva de EMCALI y ahora será su gerente con la misión de salvarla. A la hora de nombrarlo Ospina no tuvo en cuenta que Fulvio Soto hacía parte la junta directiva en el momento en que fueron comprados televisores y sillas ergonómicas a precios exorbitantes en un contrato leonino que le costó el puesto e investigaciones disciplinarias, penales y fiscales al gerente Juan Diego Flórez.
Mientras se desempeñaba como mensajero empezó sus estudios de derecho en busca de destinos más altos. La primera puerta profesional en la administración pública se la abrió Apolinar Salcedo, el primer invidente que ha sido alcalde de una ciudad capital, a quien conocía por ser primo de su mamá.
Los vientos que soplaban entonces ya anunciaban tormentas en la administración pública. En 2004, Salcedo lo nombró primero como profesional y luego como subdirector de Presupuesto, Renta y Catastro. En equipo consiguieron que el concejo municipal le aprobara a la Alcaldía la tercerización del recaudo de impuestos. Se presentaron dos proponentes interesados en el contrato: la firma Carvajal y un consorcio denominado “Sí Cali”, que se hizo al negocio cuando su competidor se retiró al no encontrar garantías de transparencia.
A través del contrato la ciudad cedió su soberanía tributaria. Los contratistas, cuyas oficinas figuraba en Soledad, Atlántico, instalaron un software Lénix y se reservaron el manejo de la base de datos de contribuyentes y recaudo. Cada vez que tenían que rendir sus informes sobre el desarrollo del contrato entregaban casetes o cintas que casi nunca podían ser leídas porque tenían una clave encriptada. Las cifras sobre el recaudo oficial caían dramáticamente y el interventor, Fulvio Soto, guardaba silencio.
Manejos de ese tipo llevaron a la Procuraduría a destituir a Apolinar Salcedo y su periodo lo concluyó Ramiro Tafur. Empezaba la polarización de Cali y en las elecciones del 2007, en las que enfrentaron Kiko Lloreda –identificado con el establecimiento tradicional- y Jorge Iván Ospina como el hijo del comandante del M-19 Iván Marino Ospina, terminó imponiéndose este último.
Soto pidió entonces una licencia por un año para irse a España a estudiar una maestría (algunos dicen que partió apresuradamente para ponerse lejos de las investigaciones). Ospina no se la concedió y Soto priorizó entonces sus estudios y se desvinculó de la administración. Funcionarios que lo relevaron en la interventoría encontraron que el contrato por el que SiCali cobró $120.000 millones estaba plagado de irregularidades y siempre les reportaba a los contratistas comisiones de éxito, pese a los malos resultados. Sin embargo, Ospina no actuó.
El destape de la corrupción alrededor de SiCali, manejado por contratista de Soledad, Atlántico, se daría con la llegada de Rodrigo Guerrero a la Alcaldía de la ciudad en 2012. El nuevo mandatario se propuso liquidarlo a como diera lugar. Con Cristina Arango, como secretaria de Hacienda y Esteban Piedrahíta, como asesor, buscaron apoyo en Bogotá en el gobierno de Juan Manuel Santos para descifrar las claves que manejaban exclusivamente los contratistas del sistema de cobro tributario.
El ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry dio todo el apoyo para desencriptar la información, dejar en firme la liquidación del contrato e iniciar en firme el proceso de recuperación de las finanzas de Cali.
Cuando Fulvio retornó de España buscó regresar a Hacienda, pero no pudo conseguir el relevo de quien estaba en el cargo. Se dedicó entonces a asesorar a personas y a empresas que tenían pleitos contenciosos contra esa secretaría. Curiosamente, varios de esos pleitos estaban motivados en decisiones en las que él había tomado parte como subdirector Rentas.
Después tuvo un paso breve por la Gobernación del Valle hasta que consiguió regresar a la Alcaldía durante la administración de Maurice Armitage durante 2016 y 2017.
En 2012, Armitage lo llevó al cargo de jefe de la Oficina de Cobro Persuasivo, con la misión de recuperar importantes recursos que deudores morosos le debían a Cali. Sin embargo, el número de procesos que terminaban por prescripción era muy alto y el propio alcalde decidió declararlo insubsistente, es decir, sacarlo del cargo.
Aunque Fulvio asegura haber ganado una demanda ante la justicia administrativa que habría ordenado su reintegro, en los archivos del Consejo de Estado no hay sentencia que lo confirme. Por eso, según abogados expertos, si Soto tenía demandado al municipio de Cali estaba inhabilitado para ejercer como secretario de Hacienda. A este cargo lo llevó Ospina al iniciar su segundo mandato en 2020.
Aunque durante su primer mandato Ospina le pidió la renuncia a Fulvio Soto, las relaciones entre ambos se recompusieron y Soto terminó no solo de secretario de hacienda sino convertido en una de las manos derechas del mandatario, De hecho, fue él quien le ayudó a estructurar el polémico empréstito por $625.000 millones que le fue aprobado por el concejo. De allí lo catapultó a la gerencia de Emcali.
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Las2Orillas obtuvo documentos que demuestran que para la estructuración del crédito el entonces secretario de Hacienda se apoyó en contratistas externos, pese a que dentro de la nómina del gobierno municipal ha habido siempre profesionales de planta capaces de hacerlo. Los estructuradores -hasta hoy desconocidos- son la abogada Iliana Cano Rentería, el tecnólogo en ingeniería de sistemas Óscar Andrés Campo Mazorra y la contadora pública Beatriz Eugenia Moriones Suárez.
Los recursos del crédito han beneficiado especialmente a un pequeño núcleo de contratistas integrado por Christian Moreno, primo del alcalde; José Leonardo Cortés, Fernando José Castro Spadafora y Juan Bedoya.
Unas veces se asocian en consorcio u otras de manera individual. Ellos son adjudicatarios de contratos para la Construcción del Centro de Bienestar Animal, adecuación de escenarios deportivos, construcción de separadores viales, el Boulevard Cauquita, el Sendero de Cristo Rey y el Parque Pacífico.
Ahora Fulvio Leonardo Soto Rubiano acaba de asumir la gerencia de EMCALI con la consigna de rescatar la empresa envuelta en escándalos recientes. Lo que no dice que es que él pudo haber sido responsable de varios de sus descalabros administrativos, pues en varias ocasiones ha llevado la representación del alcalde Jorge Iván Ospina en la Junta Directiva. Así lo demuestra un decreto del 23 de febrero de 2022, época en la que comenzaron a hacerse evidentes las compras fastuosas y con sobrecostos que tienen a las Empresas Públicas Municipales en la mira de los organismos de control.
Cali ve extinguida su capacidad de endeudamiento. Como es posible que Los bancos ya no le presten más dinero, el alcalde mueve sus fichas en el Concejo para conseguir $300.000 millones adicionales. Se apoya en un proyecto de acuerdo que lo autorizaría para realizar la cesión del mayor valor del recaudo futuro del impuesto predial unificado en las zonas de influencia de los Planes de Renovación Urbana Ciudad Paraíso. Si saca adelante la iniciativa Cali sería quizá un paraíso perdido entre las obligaciones financieras.
Y mientras tanto, Fulvio Soto tiene las riendas de Emcali en sus manos, la empresa identificada por el círculo de confianza del alcalde Jorge Iván Ospina. Desde allí hace la mayor cantidad de contratos directos y aunque está en la mira de la Contraloría y la Procuraduría, el nuevo mejor amigo del alcalde tiene mucho margen de acción.