Parece que se ha llegado al punto en que el gobierno le ha tocado acceder al diálogo con los verdaderos afectados y no solo con los calanchines de siempre que están prestos a simular el debate mientras que por debajo siguen empujando los intereses de sus mentores y financiadores.
Abandonados por tantos años y ahora golpeados por la pandemia no es fácil en este momento poner de acuerdo a tantos sectores necesitados acerca de medidas integradoras potentes. Es fácil que, ante la dispersión y variedad del alcance de las peticiones, todo termine en paños de agua tibia igualmente dispersos, coyunturales y, casuísticos en muchos casos. Esta es una debilidad que bien saben aprovechar los gobiernos en estas circunstancias. Dividir, confundir, premiar a unos para que ayuden a derrotar a otros. Ya un alto funcionario del gobierno, informó que llegó a un acuerdo de 6 puntos con grupos de jóvenes en un escenario donde había varias “tribunitas”.
Una buena recomendación para que en esta ocasión se llegue a algo, se avance realmente y no se termine en remiendos nuevos sobrepuestos sobre la gruesa manta de remiendos viejos, sería aplicar un poco de método en las negociaciones. En la organización de las negociaciones (no de las conversaciones) se podría tener como referencia la conocida pirámide de Maslow, así los temas se pueden tratar de manera transversal pensando en todos y no de manera fraccionado y restringida mirando solo las necesidades inmediatas de los grupos y sectores que logren tener vocero.
Maslow establece en cinco niveles las necesidades humanas:
1. Necesidades básicas o fisiológicas.
2. Necesidades de seguridad: vida, salud, ingresos, vivienda.
3. Necesidades sociales.
4. Necesidades de estima o reconocimiento.
5. Necesidades de autorrealización.
Cada nivel solo puede ser satisfecho una vez las necesidades del nivel inferior han sido suficientemente alcanzadas.
Se da por descontado que, aunque este en el segundo nivel de la pirámide, lo primero que debe hacer el gobierno en esta crisis, es comenzar por satisfacer las necesidades de seguridad de la vida de los ciudadanos: que no los maten, no los abusen, no los violen, no los torturen, no los desaparezcan, no los humillen, no los criminalicen. Con un discurso de media hora, algunas cuantas órdenes, despidos y mensajes de desaprobación concretos, se solventaría esta vital necesidad. Nada más ni nada menos que la del respeto a la vida.
Contando con esta garantía, sería el momento de pasar a determinar las soluciones a las necesidades básicas contenidas en la base de la pirámide, en este caso, atender en primer lugar la hambruna que viven actualmente la gran mayoría de colombianos. Qué medidas va a tomar el gobierno de inmediato (hoy, ya) y a mediano plazo para que la gente deje de pasar hambre. Sin tacañerías, sin prejuicios ideológicos y sin mil pasos burocráticos y vistos buenos imposibles. No tomaduras de pelo perversas y vergonzosas de un “mercado” de $60.000 cada tres meses. Si hay colados, no importa, eso es los de menos ahora. No hay que montar grandes maquinarias logísticas de distribución, las tiendas, las plazas y los supermercados ya están listos para ello, solo basta que las familias vayan cada mes durante los próximos 6 meses con una orden y hagan su mercado por no menos del valor de la canasta familiar estimado por el Dane. Ganamos todos, los directamente necesitados, los productores, los comerciantes y el empleo; la economía en general se dinamiza y la infamia del hambre se calma. Con reducir unos cuantos gastos innecesarios en otros campos, el plan de alimentación estaría cubierto suficientemente.
Solo garantizada la vida y atendida la calamidad del hambre, se pueden iniciar negociaciones sobre otras cosas, antes no. Se pueden abordar ordenadamente los temas de la pirámide: el empleo de emergencia, los impagos por fuerza mayor, peajes, matricula cero y la recuperación empresarial, por ejemplo. Las causas raíz de los grandes problemas que vivimos pueden quedar intactas después de esta crisis y cocinándose a fuego más alto para la siguiente, si solo se abordan soluciones fragmentadas a partir de listas independientes y particulares de necesidades. Seguir el orden de la pirámide de Abraham Maslow podría ayudarnos a mantener las negociaciones en un escenario constructivo y provechoso. En honor a quienes arriesgándolo todo nos quitaron de encima la reforma tributaria, a quienes han perdido la vida, los ojos, han sido torturados y criminalizados no desperdiciemos esta oportunidad.