El paro nacional ha captado toda la atención de la ciudadanía y la agenda política nacional. Los abusos de la fuerza pública, los intentos de llegar a soluciones negociadas, entre otras, han sembrado una marcada incertidumbre por lo que vendrá.
Aparte de lo incalculable que es estimar el sufrimiento y las pérdidas humanas, el impacto del paro en la economía nacional se encuentra entre las inquietudes de muchos analistas. El 6 de mayo, Alberto Cabal, presidente de la Federación Nacional de Comerciantes, estimaba que los comerciantes acumulan pérdidas por unos 880.000 millones de pesos. A esto habría que sumarle las pérdidas de otros sectores como, el hogar, la renta, el turismo, y la inversión extranjera.
880.000 millones de pesos es una cifra que difícilmente podemos dimensionar los ciudadanos del corriente que estamos acostumbrados a barajar los costos del mercado semanal o mensual. Claramente, para el colombiano promedio es evidente que una docena de huevos no cuesta 1.800 pesos, como lo sugirió el exministro Carrasquilla, acostumbrado a manejar cifras de miles de millones que evidencian la completa desconexión con el grueso de la población. Podría uno pensar entonces que, además de tumbar reformas y ministros, el paro nacional y su impacto en la economía puede emplearse para comprender la magnitud de la corrupción en Colombia.
Aunque la corrupción ha sido el flagelo colombiano durante varias generaciones, las personas no logran hacerse una idea de lo que representan las cifras que exponen los medios de comunicación cuando se destapa un escándalo de corrupción. Se estima que el Carrusel de la contratación en Bogotá, durante la alcaldía de Samuel Moreno entre 2008 y 2011, le costó a la capital unos 2.2 billones (un billón es un millón de millones), mientras que Hidroituango, en Antioquía, unos 4 billones, y la Refinería de Cartagena, Reficar, 5 billones en pérdidas. Son inmensos números que no logramos comprender qué representan, pero que las pérdidas económicas del paro nos pueden ayudar a dimensionar.
Por el bien del ejercicio, asumamos que el paro nacional deja 1 billón de pérdidas económicas por semana, teniendo en cuenta el desabastecimiento de los mercados, el bloqueo de vías, la destrucción de la propiedad pública y privada, y las pérdidas económicas individuales. Veámoslo ahora de cara a las cifras de la corrupción. El carrusel de la contratación en Bogotá equivale a más de 2 semanas de paro nacional. Las pérdidas del paro actual apenas se están acercando a lo que fueron las cifras de Hidroituango, y para empatar el desfalco de Reficar, haría falta que el paro se extienda hasta el 2 de junio. Desde este ángulo, la suma de estos tres casos de corrupción le costó al país el equivalente a 11 semanas de paro.
Por supuesto, estas son solo estimaciones. Puede que expertos en el tema determinen que el paro realmente genera pérdidas por dos o tres billones semanales. Independiente del valor que finalmente se calcule, esta perspectiva permitiría a los ciudadanos comprender, a partir de una medida más tangible, el hueco fiscal que deja la corrupción en el país: comparándola con lo que ha significado vivir una semana de paro.
Las “semanas-paro” pueden ayudarnos no solamente a sopesar cada escándalo de corrupción, sino realmente valorar el daño de la corrupción en Colombia. En un informe de mayo de 2019, la fundación Transparencia por Colombia estimó que entre 2016 y 2018 se perdieron cerca de 18 billones de pesos en 207 hechos de corrupción reportados por la prensa. Asumiendo que una semana-paro finalmente se calcule en tres billones de pesos (siendo conservadores) puede decirse que entre 2016 y 2018 la corrupción habría sido el equivalente a 6 semanas de paro: el doble de lo que hemos vivido hasta ahora. Podría también considerarse el estimado del ex contralor de la república, Edgardo Maya, quien en 2017 afirmó que la corrupción en Colombia podía alcanzar los 50 billones de pesos al año: eso equivale a unos cuatro meses de paro, poco más de cinco veces lo que ha sido el paro nacional actual.
Es posible que muchos expertos argumenten sobre las dificultades de equiparar las pérdidas económicas generadas por el paro y la corrupción. Sin embargo, la semana-paro solo necesita ser un estimado, así como lo son todas las cifras sobre la corrupción en Colombia. Es improbable que alguien en el país salga mejor librado después del paro nacional y de seguro todos los ciudadanos tendremos que sacar de nuestro bolsillo para reponer las pérdidas monetarias; igual que ocurre con la corrupción. Tal vez, por lo menos, aprender a estimar las pérdidas económicas en semanas paro nos ayude a sentir más cerca, más nuestro, más real, el próximo desfalco por corrupción en el país.