Sin haberse realizado, el paro nacional ya derrotó a Duque. Con la sola sombra de la movilización social, el gobierno se echó atrás y negó que fuera a presentar la reforma laboral y de las pensiones o que estuviera pensando en reducir el salario mínimo.
El ministro de Hacienda fue el gran sacrificado, quedó como el malo de la película y Duque temblando de miedo dijo: “Yo no fui”. “¿De qué me hablas, viejo?”, es su frase predilecta.
Es tal la debilidad de Duque que cerró las fronteras y militariza el país para tratar de hacerle creer a la gente de que Colombia está bajo una amenaza externa. ¡Pero ya nadie le cree!
El reto ahora se traslada a los convocantes del paro. Lo interesante del momento es ver cómo van a reaccionar los dirigentes de las centrales obreras y de otras organizaciones sociales frente al monumental mandato que les va a otorgar la multitudinaria movilización ciudadana que mañana se va a hacer sentir en toda Colombia.
¿Sabrán ellos por qué se movilizan los millones de personas que este jueves 21 de noviembre de 2019 van a inundar las calles de Colombia?
¿Tratarán de canalizar esa fuerza y ese mandato ciudadano y popular hacia los tradicionales diálogos y negociaciones entre las cúpulas de siempre?
O sea, ¿las organizaciones y partidos políticos convocantes intentarán apropiarse de esa fuerza y de ese mandato? O como debe ser… ¿Romperán con los mecanismos de representación tradicionales y convocarán a nuevos actores sociales y políticos a construir algo totalmente nuevo y diferente?
Lo que se observa es que después del 21N hay que barajar de nuevo. La movilización ciudadana no solo enviará un mensaje contundente al gobierno, también será un mensaje para los dirigentes de las organizaciones sociales y para todos los partidos políticos.
Duque es un incapaz e inútil pero nada sacamos con cambiarlo. La apuesta debe ser cambiar el régimen, o sea, cambiar la forma como los ricos garantizan que —independientemente de quién llegue a gobernar— siempre sea en favor de ellos.
Observé una entrevista en televisión de Julio Roberto Gómez, presidente de la CGT, y por lo que pude apreciar está más asustado que el mismo Duque. Si él es uno de los que nos va a representar después del 21N, solo servirá para darle respiración boca a boca a Duque.
El paro nacional del 21N ya derrotó a Duque, se trata de que empiece a tocar al régimen.