Hace pocas semanas recibí con euforia la noticia de que los estudiantes de la Universidad del Valle, mi alma máter, habían decidido emprender una lucha por la defensa del Hospital Universitario del Valle -HUV-, que es parte de la lucha por el derecho a la salud pública de la población más vulnerable de Cali. Me sorprendí: después de los intensos conflictos y decepciones que dejó a rastras los desenlaces del paro del 2011 por la defensa de la educación pública, los estudiantes habían decidido de nuevo poner en riesgo su comodidad universitaria para defender un hospital que además de atender procedimientos médicos avanzados, es sobre todo el lugar donde la población más desprotegida de Cali acude para pedir que sea salvada la vida.
Aun yo estando por fuera del país, en conversaciones con amigos estudiantes comprometidos con el paro me han permitido pensar por qué a pesar de la efervescencia con que los estudiantes tomaron tal decisión, y con la cual han marchado por las calles de la capital vallecaucana, ellos aún tienen todo por hacer. El cese de actividades académicas, que comenzó con grandes cargas de energía y esperanza para salir a la calle y manifestar la preocupación estudiantil por la crisis hospitalaria, ahora empieza a flaquear ante la posible cancelación del semestre académico. Y no es para menos, la insistencia en continuar el paro y acciones de movilización hasta que los ministros de Hacienda y Salud decidan solucionar la crisis del HUV no son muy convincentes, puesto que la defensa de un bien público como lo es la salud, requiere de mucha más fuerza de la que desbordan los estudiantes.
Este paro está siendo construido de una forma errónea, pues ni la movilización del sector estudiantil es suficiente para conmover a la población caleña y presionar a los entes institucionales encargados de la crisis de la salud, ni el rol de la Universidad debe ser sólo “reflexionar críticamente y hallar soluciones a los problemas socioeconómicos” del entorno en el que está inmersa –como algunos proponen en los foros de las redes sociales-. Es un error pensar que las actividades dentro del paro deben centrarse en la construcción académica y analítica dentro de las aulas de clase sobre el problema social en cuestión, en la apertura de “espacios de discusión”. Por el contrario, la Universidad debe además ser el lugar de encuentro para planear las actividades que son imperantes realizar en los barrios, y los estudiantes deben ir de casa en casa y realizar foros comunales para convencer a las familias de que el HUV necesita de ellas para ser salvado.
Por otra parte, si bien es cierto que se debe llegar a las instancias nacionales y gubernamentales de decisión de política pública sobre salud, ni una toma a Bogotá ni movilizaciones estudiantiles lo lograrán, es imperante sacar la Universidad a las calles y llevar a éstas a la Universidad. Los estudiantes de Cali solos no pueden. Para que el paro valga la pena y no deje una amarga futura derrota, sus actividades deben superar el análisis y moverse a las calles de los barrios donde viven los pacientes que ya no podrán ser atendidos por el HUV; lograr movilizarse con ellos y hacer temblar a Cali es el reto, después ya veremos si fue necesario “tomarse Bogotá”.
La lucha apenas comienza, falta todo por hacer. La Universidad tiene un rol importante pero no sólo en la construcción de pensamiento crítico, sino también en la transformación real de la situación de vida de la población; los estudiantes son un sector importante de la sociedad, pero son apenas uno y necesitan de los demás para defender la vida. Que no se pierda más tiempo ni energía tratando de que Cali y Colombia sepan que hay unos estudiantes movilizándose por la defensa de la salud pública; sólo si el reto empieza a girar en torno a llenar de esperanza a los pacientes y sus familias de sus casas, para movilizarse colectivamente con la conciencia de que es una causa en defensa de la vida, valdrá la pena arriesgarlo todo y llevar el paro hasta las últimas consecuencias. Ánimos a todos que no hay tiempo para reproches ni errores, es tiempo de juntar para ganar.
