Mientras la dirigencia de Fecode y la ministra Gina Parody consideran que los acuerdos firmados para poner fin al paro son un logro importante y un avance, en la mayoría de los maestros de a pie predomina una sensación de derrota por los resultados alcanzados de cara a las demandas iniciales y las expectativas creadas.
A pesar de que el pliego inicial incluía aspectos educativos de interés social como la gratuidad, la jornada única, el preescolar de tres grados, la alimentación escolar, la concertación de la política educativa, el interés de los maestros y la dirigencia sindical se concentró en lograr un aumento salarial del 28% y la eliminación de la evaluación como requisito para ascender en el escalafón.
Nunca antes en los últimos años Fecode había logrado alcanzar una masiva participación y movilización del magisterio como la registrada en los días que duro el paro. La presencia entusiasta de los maestros en las calles y plazas, así como en las redes sociales, lograron despertar una amplia solidaridad y respaldo de la opinión pública con la justeza de sus demandas.
La retadora respuesta de la Ministra al paro, la amenaza de no pagar por los días no trabajados, el anuncio de que todo lo ofrecido en la mesa de negociación se retiraba, así como el errático promedio según el cual el salario promedio de los maestros eran 2.500.000 pesos mensuales, incentivaron el paro y lo convirtieron en una cuestión de dignidad frente al maltrato recibido.
El gobierno en cabeza de la ministra, siempre subestimó la capacidad de movilización del magisterio. Durante los dos meses de negociación previos al paro adopto una política dilatoria. La evidencia de la parálisis total de las clases, lo forzaron a cambiar su aptitud, negociar en medio del paro y volver a la mesa de negociaciones.
El acuerdo final de incremento del salario de los maestros en un 12%, que se pagara en un plazo de cuatro años, 1% en el 2014 y el 2015, 2% en el 2016 y el 2017, 3% en el 2018 y 2019 es considerado por las bases del magisterio como un pobre resultado frente a las expectativas iniciales del 28%, que Fecode redujo al 16% en medio de la negociación.
Tampoco el acuerdo de modificar el sistema de evaluación de los maestros fue bien recibido por los maestros del estatuto 1278 (nuevo estatuto), quienes están obligados a presentar un examen de competencias para poder ascender en el escalafón y mejorar de esta forma su ingreso mensual. Los maestros del estatuto 2277 (antiguo estatuto) no están obligados a presentar este examen.
El examen de evaluación de competencias fue reemplazada por una evaluación diagnostica formativa, la cual será realizada por maestros pares evaluadores, seleccionados por la respectivas secretarías de educación. Quienes observarán mediante un video, o directamente, las clases del maestro a evaluar y emitirán su concepto de aprobación o desaprobación. “Los educadores que no aprueben la evaluación diagnostica formativa deberán tomar cursos de formación, diseñados por facultades de educación de reconocida idoneidad y aprobados por el Ministerio de Educación, tendientes a solucionar las falencias detectadas”. Con la certificación del curso el maestro podrá ascender en el escalafón. La reglamentación de la evaluación diagnostica será realizada por un comité conjunto del Ministerio y Fecode.
Con esta evaluación diagnostica el Ministerio de Educación se reafirma en su exigencia de la evaluación como requisito imprescindible para el ascenso y Fecode logra una formula facilitadora para los maestros que permita su mejoramiento salarial.
La existencia de dos estatutos que regulan de manera distinta el régimen salarial y de ascensos de los maestros, explica en buena media las diferencias de valoración y la inconformidad que existen sobre los resultados y beneficios del paro.
Para los maestros del “viejo” estatuto, cerca de 180.000, que en su gran mayoría oscilan entre los 45 y los 65 años de edad, lo que más les convenía era lograr una aumento salarial, mientras que para maestros que pertenecen al nuevo estatuto, en su mayoría menores de 40 años, su mayor aspiración era lograr que se eliminara la evaluación como requisito para ascender y mejorar su salario.
El testimonio de un maestro del nuevo estatuto condensa la situación de los 144. 255 maestros que están obligados a presentar el examen de evaluación
“Desde que inicié mi carrera como docente en el municipio de Montería, siempre vislumbre que iba a ser prospera en todos los sentidos tanto en lo económico como en lo profesional. Me nombraron en el 2006, ya voy a cumplir 9 años de carrera y en estos instantes mi sueldo sigue siendo el mismo con el que entré, solo los aumentos que se hacen por la inflación son los que me hacen. Ya he hecho 5 evaluaciones y siempre es lo mismo menor a 80”.
“Actualmente estoy haciendo una maestría y me pregunto si algún día el gobierno la tendrá en cuenta para remunerarme como es debido. Tengo una cuñada que trabaja como secretaria de un colegio y su salario es de 2.250.000 frente al mío que es de 1.540.000. Con dos especializaciones que he hecho y la maestría que actualmente curso, frente a su carrera técnica de 2 años en sistemas. Es una tarea difícil la de ser maestro en Colombia, mal remunerada y sin agradecimientos profesionales”.
Mi inconformidad frente al paro es por la forma como unos dirigentes no hicieron estos análisis a fondo. Un 12% de aumento a cuatro años no supera ni los 2.250.000 de una secretaria. Y la evaluación que ahora recibe otro nombre no da garantías que un docente pueda reubicarse o ascender sin ningún problema”. (Mauricio Galeano, docente de Montería)
Adicionalmente al aumento del 12% para todos los maestros, el acuerdo firmado contempla una bonificación especial para los maestros del grado 14 “equivalente al 10% de su asignación básica mensual durante el año 2016, y al 15% para el año 2017 y en adelante”. Asimismo los maestros de grado 14 recibirán el equivalente a un salario mensual al momento de su retiro voluntario o forzoso. Esta bonificación beneficia a 107.000 maestros que en la actualidad están en grado 14.
Con esta bonificación se quiere estimular a los maestros de la categoría más alta del estatuto docente antiguo. La gran mayoría de estos educadores están entre los 50 y los 65 años de edad y durante varios años han visto congelado su ingreso salarial al llegar al grado último que contempla el escalafón que los rige.
Esta bonificación ha sido motivo de enfrentamiento entre los maestros del estatuto antiguo y los del estatuto nuevo, pues estos consideran que Fecode negoció en favor de los maestros “más viejos” en desmedro de los nuevos. Un mensaje de un educador en Facebook resume el alcance de estas diferencias entre los propios educadores. “Nos usaron a los buenos y nuevos docentes para que los viejos y malos docentes ganaran.”
El gran desafío para la ministra Gina es poder recuperar su respetabilidad y credibilidad como máxima autoridad educativa del país, seriamente afectada y menguada ante los maestros del país después del paro. Lo que está de por medio es el futuro de la política educativa, una de las tres banderas del presidente Santos. Programas como la ampliación de la jornada escolar, el mejoramiento en los resultados de las pruebas internaciones, una mejor calidad en la enseñanza y en los resultados de las pruebas Saber y el examen de estado, implican una profunda trasformación del sistema educativo y ello no es posible sin el concursos y la activa participación de los maestros. El riesgo que se corre es que pongan en práctica la máxima colonial, según la cual “se acata pero no se cumple”.
Pero no solo la ministra sale mal librada del paro, también la dirigencia de Fecode ha sufrido una dura pérdida de credibilidad y respaldo. Los acuerdos firmados, en los cuales hay logros, así estén sean recortados, fueron interpretados por los maestros como una entrega.
Tanto el ministerio como los dirigentes magisteriales deberán empeñarse en una audaz campaña educativa y pedagogía para recuperar su menguada imagen y credibilidad. Resulta una gran paradoja que uno de los paros más duros y combativos del magisterio en los últimos años se haya convertido en un bumerán que amenaza con sumir a Fecode en una profunda crisis, que puede llegar a amenazar su unidad y su capacidad de lucha y negociación, lo cual sería una gran pérdida, no solo para los maestros sino para la educación. Contar con un gremio que tenga liderazgo educativo y social sobre los maestros, y no solo liderazgo en materia salarial, es un activo que no se puede perder.
A manera de síntesis, el paro nacional del magisterio fue un total éxito como movilización y presencia democrática de los maestros en las calles, las plazas y las redes sociales, sus logros resultan mediocres de cara a las demandas iniciales y un fracaso ante el malestar que ha suscitado entre los educadores, que esperaban más y consideran tenían la fuerza para hacerlo. Un espejo roto para gobierno y la dirigencia de Fecode, que tendrán que realizar grandes esfuerzos para recuperar su imagen y credibilidad. Una oportunidad para mirarse a sí mismos, escuchar y atender más a los maestros. Revisar y cambiar el rumbo de su acción: ella como cabeza del Ministerio, y ellos como dirigentes de los 320.000 educadores en quienes descansa el futuro y presente de la educación.