Bogotá, con su casi medio milenio a cuestas, está lleno de fantasmas. El parasicólogo Edwin Robles, quien las noches del martes, jueves y domingo hace parte del Cartel de la Mega, el programa radial que pone los pelos de punta a millones de radioescuchas haciendo invocaciones a espíritus en vivo, presentando espeluznantes sicofonías y personas poseídas por el bajo astral, tiene el poder de ver estos espectros todo el tiempo.
No le tiene miedo a nada pero a los únicos tres lugares de la ciudad a los que le cuesta ir a Robles por su intensa carga energética son el Hospital San Juan de Dios, en donde por sus pasillos abandonados y cubiertos por la intensa telaraña del olvido habita una vieja monja que, con sus ojos desorbitados, busca pacientes para darles su medicina, La escalera de caracol del cementerio central que lleva a un cuarto subterráneo a donde solían torturar y violar jovencitas hace cuarenta años y que hoy sus paredes inermes guardan los gritos, los arañazos incubados, el dolor y la maldad represadas allí y el restaurante La bruja de la Cl 12 con 3 en donde, en su cocina, un duende le jala el pelo a los cocineros, les da palmadas en la cola y, juguetón, cambia todo el tiempo el lugar de las cosas.
Sí, Bogotá, la ciudad donde nació el 26 de diciembre de 1974, es el lugar ideal para un parapsicólgo. A los cinco años Edwin Robles se empezó a dar cuenta que tenía el extraño poder de ver personas muertas y escuchar sus continuos lamentos. En la vieja casa en donde vivió su niñez en el barrio 20 de julio sentía, por su pasillo, los pasos cansinos de un viejo que, aunque muerto, se negaba a abandonar a los vivos. Cuando le contaba lo que veía a sus papas no le creían. El único que sabía que no mentía era su abuelo. Gracias a él entendió que ver gente muerta no era una maldición sino un don que tenía que controlar. Y así lo hizo.
En las horas de descanso que tenía en el Colegio Los Comuneros en donde estudió, en vez de jugar al fútbol o a las canicas como lo hacían los otros niños, se metía en la biblioteca a buscar libros que le hablaran sobre lo que es intangible, lo que no se ve pero afecta, los espíritus que niegan a irse de la tierra después de que sus cuerpos desaparecen. A los 14 años Robles dio su primera conferencia. El público eran sus propios compañeros de colegio, el tema eran los mensajes subliminares que contenían las canciones metaleras que no dejaban de escuchar.
Ese mismo año, en 1988, va al Mesón de Indias, un restaurante en plena Candelaria en donde el espíritu de un niño, llamado Baltazar, enloquece a sus comensales. Se quedó toda una noche hasta que sintió su presencia. En plena adolescencia se atrevía a visitar lugares embrujados como el hospital de la Hortúa, el manicomio de Sibaté, en la Plaza de Bolívar, el Camarín del Carmen o viejos edificios plagados de leyendas en donde afirmaban que en sus paredes habían sido emparedadas vivas más de una jovencita.
En Saltagatos, un resguardo indígena ubicado en Tabio Cundinamarca, vivió la experiencia más aterradora de su vida cuando tenía 25 años. Allí vio cómo su compañero del cartel de La Mega, Xavier Piñeros, era poseído por un espíritu. Guiado por su instinto, sin haber recibido entrenamiento previo, logró expulsar al agente infernal. Desde entonces Robles hace, cada vez que puede, liberaciones.
Muchos creen que es un farsante, un mitómano de verbo fácil y privilegiado que logra sacar hasta 300 mil pesos por consulta. No le creen cuando saca dos bracitos de metal buscando espíritus como si fuera la caricatura de un cazafantasmas. En Chile, por ejemplo, se burlaron de él cuando predijo, con poco acierto, un megaterremoto a mediados del 2012. Ni a él ni los millones de escuchas de la Mega que cada noche lo ponen como tendencia en twitter, esto les tiene sin cuidado. Los dos libros que ha publicado, Los archivos paranormales y El rebaño de la Matrix, le sirven como tarjeta de presentación. Robles ha leído libros enrevesados que afirman que Jesús no fue crucificado sino su hermano gemelo y que fue un hombre con las necesidad de cualquiera y que tuvo una hija a la que llamó Sofía. Le gustan las películas como El exorcista,La bruja de Blair y El conjuro de las que cree, sin ninguna sombra de duda, que son fieles representaciones de hechos reales.
En el programa radial nocturno, del cual él es la máxima autoridad científica, Robles habla sobre posesiones demoniacas, los verdaderos hombres de negro y duendes traviesos que se resisten a caer de nuevo en el sueño eterno. Sin importar que tan creíbles son las historias que relata la gente lo escucha con devoción filial. A Edwin Robles no le queda otro camino que seguir hablando sobre todos esos espíritus que invaden su vida y que se han convertido para él en la bendición que le proporciona una fuente de ingresos económicos y, además, notoriedad.