Desde hace años, diciembre, el mes de parranda y animación, no me emociona. El año pasado he de confesar que estaba más pendiente de las buenas nuevas que traía el primero de enero, día del dominio público, que de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo.
El dominio público es la situación en que quedan las obras literarias, artísticas o científicas al vencer la protección del derecho de autor. Las obras en el dominio público pueden ser usadas libremente por cualquiera sin pedir permiso siempre que reconozca debidamente la autoría. Cada primero de enero se suman a nuestro acervo cultural estas viejas obras. Desafortunadamente de los cientos de contenidos que entran cada año al dominio público solo unos pocos son efectivamente recuperados para la cultura.
Para editores, disqueras y otras mafias culturales, el dominio público es peligroso, es un páramo donde las obras mueren por que no tienen autor o titular que las proteja. Pero cada vez tenemos nuevas evidencias que apoyan la afirmación contraria: el dominio público no es el patio trasero donde las obras son abandonadas sino una nueva posibilidad para recuperar esas joyas públicas.
Esta semana volví a recordar mi frenética búsqueda del primero de enero para encontrar las obras colombianas que entraban en el dominio público, quería saber qué podría ser desempolvado y puesto a circular. Fue frustrante no encontrar información oficial y triste reconocer que somos uno de los países más “proteccionistas” y por tanto más desmemoriados. Me alegré al saber de la liberación de Arlt en Argentina. Mi conclusión fue que salvo el derecho de petición que envió David Ramírez a la Dirección Nacional de Derecho de Autor, que nunca fue contestado, y una columna de opinión de Carolina Botero, ambos compañeros de *RedPaTodos, a pocos les interesa recuperar para el dominio público nuestras obras culturales.
La razón para recordar ese agridulce día fue la publicación de una investigación de Paul J. Heald sobre cómo el derecho de autor hace desaparecer los libros y la música. Heald toma al azar 2317 nuevas ediciones de libros en Amazon y las analiza por década de publicación, el resultado es una gráfica por lo menos intrigante...
Paul J. Heald, How copyright makes books and music disappear (and how secondary liability rules help resurrect old songs) pag 15 disponible en http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2290181 consultado el 7 de julio de 2013
La conclusión de Heald es contundente:
“En un mundo sin derechos de autor, uno esperaría una curva con una pendiente que decae suavemente desde la década 2000-2010 a la década de 1800-1810 partiendo de la suposición que las obras generalmente se vuelven menos populares con la edad (y por lo tanto son menos deseables en el mercado). Si la edad no es el único factor, aun así se espera ver menos libros disponibles en cada década sucesivamente. En lugar de esto, la curva disminuye mucho y rápidamente, y luego repunta espectacularmente para los libros actualmente en el dominio público que fueron publicados antes de 1923. Dado que la edad debe ser un factor que disminuya la disponibilidad, la conclusión más plausible a partir de los datos es que la expiración del derecho de autor hace que las obras viejas vuelvan a aparecer. Existe una nueva hipótesis como corolario también apoyada por los datos: el derecho de autor hace que los libros desaparezcan.”
Partiendo de esta conclusión, podemos proponer una respuesta al enigma de cómo una obra se convierte en clásico: debe mantenerse en el recuerdo colectivo por más o menos cien años mientras entra en el dominio público para tener su segundo aire. Digo cien años pues en nuestra legislación la regla general es que las obras entran al dominio público 80 años después de la muerte del autor, cien años es un estimativo optimista, resultado de una cuenta alegre que supone que la obra la publica un autor maduro al que le quedan 20 años de vida.
Podríamos suponer que de existir un programa gubernamental que alentara la difusión y creación de clásicos colombianos, obras que logran mantenerse en la memoria por más de cien años, encontraría en el dominio público un fuerte aliado. Sin embargo, es doloroso reconocer que no es el caso. Un ejemplo es el programa de recuperación de la memoria literaria nacional, único plan oficial en el país. Esta iniciativa no sólo no celebra el dominio público sino que se olvida de él.
Desde 2008, vemos un desfile desigual de páginas web, notas de prensa, audios, videos, cartillas y otros materiales sobre el autor del año que no cuentan con una política clara para el público sobre derecho de autor. Varios autores celebrados murieron hace más de 80 años. Sus obras están en el dominio público, pero en lugar de aprovecharlo hemos perdido la oportunidad de mantenerlas ahí y contribuir legalmente a impactar la memoria literaria perdida de Colombia. Si la finalidad del programa es dar a conocer su obra y ponerlas nuevamente a circular, lo que hace sistemáticamente es encadenar de nuevo esas obras con licenciamientos restrictivos, perdemos la oportunidad de educar a los colombianos sobre las posibilidades del dominio público.
No puedo evitar preguntarme si los autores reconocidos en ese programa: Carrasquilla,Obeso y Artel, Caballero Calderón, Cuervo, Pombo o Soledad Acosta, hubieran aprovechado un medio tan poderoso como Internet para poner a circular libremente sus obras como otros autores ya lo hacen o si se sentirían bien con saber que las leyes que supuestamente protegen sus creaciones no son más que concesiones de explotación que las condenan al olvido.
@mapisaro
http://www.facebook.com/mapisaro
*RedPaTodos es un colectivo de organizaciones e individuos de la sociedad civil que promueve un uso incluyente de Internet y aboga por el respeto a los derechos fundamentales y las libertades civiles de todos los colombianos en el entorno digital.
@redpato2
http://www.facebook.com/RedPaTodos
Este artículo está licenciado CC-BY-SA 2.5 Colombia. Usted puede copiar, distribuir, ejecutar y comunicar públicamente este artículo, incluso si el uso que hace es comercial, siempre y cuando de los créditos correspondientes. Puede hacer obras derivadas si la nueva obra es distribuida con una licencia idéntica a esta. Para conocer el texto completo de la licencia visite http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5/co/
