James debería de dejar darse mala vida. Ni bobo que fuera. Ya lo consiguió todo, absolutamente todo. Para ser colombiano ha sido crack, hasta salió goleador de un mundial, jugó una temporada hermosa con el Real Madrid, fue campeón con el Bayern, el dibujante de Super Campeones creó un muñeco a su figura. James ha tenido que soportar la ingratitud de un pueblo y la tensión de la prensa europea. Él, a los 30 años, podría ya jubilarse y qué mejor manera que irse al Inter de Miami.
Con la llegada de Rafa Benitez al Everton las puertas del equipo inglés se cerrarían para él. Con Ancelotti al menos James tenía todo el tiempo de espera para consolidarse pero ahora, con la idea del italiano al Real Madrid, ha quedado absolutamente relegado.
En el Inter de Miami, el equipo de David Beckham, James ganaría una millonada, sería ídolo y estaría en una ciudad con su hija Salomé y la felicidad de estar con el calor caribeño que tanto le gusta. Ya, igual ya no está para las grandes ligas del fútbol mundial, su nombre está devaluado en Europa. En la MLS volvería a brillar, su autoestima se recuperaría y sería una estrella de nuevo.
Es hora ya de recolectar los logros obtenidos en una carrera que comenzó a los 15 años. Es hora de ir pensando en el retiro. La exigencia física en Estados Unidos no debería ser tan apabullante. Es la oportunidad de reverdecer. Igual en la Selección Colombia queda claro que su nivel hace falta y siempre tendrá las puertas abiertas.