
En la galería El Museo inauguró el jueves pasado una muy amplia versión del “lenguajes sobre papel”. El título ya exonera al dibujo como unos de los primeros pasos del arte para convertirlo en una arquitectura de elementos que van desde piedras hasta sombrillas. Las técnicas mixtas son medios mediante el cual reinventan otras maneras de construir objetos o inventar conceptos.
En la exposición están nuestros maestros del siglo XX donde el que menos me gusta en el siempre académico Juan Cárdenas, una artista impecable en la ejecución del dibujo que nunca salió de sí mismo. Fue tan elegante que se instaló en la postura incapaz de ir más allá. Utilizó la bondad del papel y el lápiz manejado con destreza imágenes sin la gracia del que no explora más caminos. Y no aporta ningún acierto más allá de Ingres.

En cambio, hay en la exposición uno de los primeros dibujos de Oscar Muñoz. Ese caleño grande que ha llegado lejos, que ha ensayado formas, esquemas, métodos y que ha encontrado un reconocimiento abismal en el mundo del arte internacional. Dos historias que muestran caminos opuestos. Uno muy sentado en la comodidad y el otro moviéndose con la inquietud constante donde lo creativo se investiga constantemente.

Se encuentran otros clásicos ya muy reconocidos y los artistas jóvenes que llegan a la historia de la vida con propuestas arbitrarias: Alejandro Sánchez siempre se inventa la realidad figurativa con elementos como las servilletas. Impecable va de servilleta en servilleta creando de manera original una imagen desde la antiimagen. Muchos de los artistas por impulsivos y para distraerse en un restaurante, se inventan o dibujan en las servilletas mientras esperan. Este artista colecciona servilletas para desde ahí construir y denunciar muestra historia.

Graciela Arce construye instalaciones muy callejeras, un poco burdas, pero donde el esfuerzo de salir de las convenciones está presente. Su lugar donde recrea una venta de flores más parece una escena de una construcción obrera. O, Yosman Botero que se trata de inventar derroteros de guerra en porcelana. Buena idea.
De la misma autora: La vida expresionista y las historias nazis