Estos temas vigentes guardan relación, aunque duden quienes creen que la humanidad debe humillarse ante el gran Dios del capital contaminante y financiero, reinante en la recalentada nave espacial terrestre, de la que no podemos bajarnos, por más invivible que se ponga.
Después que Juan Pablo II centró su papado luchando contra el totalitarismo y restricción de libertades en países afines al modelo ‘socialista’ soviético, el papa Francisco ha demostrado que en su memoria grabó muchos postulados ideológicos de la Teología de la Liberación, acogida en los años sesenta por jóvenes sacerdotes latinoamericanos, buscando alejar a la jerarquía católica y al clero de los altos círculos del poder y bendición de armas, acercándola al ejemplo de Cristo y a los humildes; velando por mejorar sus condiciones de vida material y espiritual en esta viday, en los extremos, llevando a sacerdotes como Camilo Torres y los españoles Domingo Laín y el cura Pérez, a integrarse al ELN y otras guerrillas en diferentes países -apartándose con la lucha armada y terrorismo contaminante- de las enseñanzas de transformación pacífica acogidas por la doctrina social de la Iglesia.
La encíclica ecológica de Francisco I honra al santo de Asís, amante de los animales, a quienes consideraba hermanos de creación y acepta descubrimientos y prevenciones de acreditados científicos que achacan el calentamiento global y frecuentes alteraciones climáticas al creciente uso de combustibles fósiles demandados desde el inicio de la revolución industrial por fábricas, inundando al mundo de mercancías, algunas innecesarias, que estimulan la deforestación de bosques, desaparición de flora, fauna y microorganismos, aumento de gas carbónico atmosférico, debilitamiento de la capa de ozono, irregularidad en estaciones y escasez de agua para riego, consumo y otros factores ambientales y socioeconómicos, -como el auge del neoliberalismo, concentración de la riqueza y del capital financiero, que acaban de desnudarse en Grecia- entre otros, poniendo en riesgo la continuidad de la vida humana y de demás especies.
El triunfo del NO, ante duras exigencias del Banco Central Europeo (BCE) y especialmente del Fondo Monetario Internacional (FMI), sienta valioso precedente en la cuna de la democracia occidental, y refleja creciente tendencia acogida por ciudadanos en Grecia, Portugal, Irlanda, España, Italia, donde el voraz capital internacional impone mandamientos de multiplicación y acumulación concentrada e ilimitada de ganancias, a costillas del bienestar de la mayoría de población, a la que después de inducirla a endeudarse bajo condiciones leoninas, obligan a apretarse el cinturón hasta ponerlos al borde de la ‘anorexia forzada’, por física falta de alimentos o dinero para adquirirlos, en medio de: caída de producción industrial y agropecuaria, desempleo creciente, desmejora salarial y en calidad de los inestables contratos laborales y perdida de viviendas adquiridas a créditos impagables.
Según denuncian expertos economistas europeos, de los cerca de 350.000 millones de dólares invertidos por la troika para afrontar la crisis griega, el 90 % pararon en arcas de grandes bancos alemanes, franceses y del FMI, con alto porcentaje de capital norteamericano, y sOlo el 10 % benefició a los ciudadanos del común, entre ellos jubilados y trabajadores mal pagos, en medio del aumento del desempleo que principalmente afecta a una juventud desencantada y sin futuro.
El ascenso electoral en Italia y España de movimientos como Podemos y Ciudadanos, nacidos de los ‘Indignados’, son ejemplos de que una revolución silenciosa contra la dictadura sin compasión del capital financiero, se gesta en Europa y entraña del monstruo rechazado en Grecia.
En las décadas de los Ochenta y noventa el FM inauguró igual receta en Latinoamérica con el neoliberalismo implacable, gracias al beneplácito de dictaduras militares con Pinochet en cabeza. A inicios del 2000, cuando excesos del gran capital ‘quebraron’ los bancos privados, acudieron a salvarlos mediante medidas como el ‘corralito’ en Argentina, limitando retiros y devaluando el peso con perjuicio a los ahorradores y mediante ventajosos ‘préstamos’ del FMI, que para cobrárselos se los aplicaron a la mayoría de los ciudadanos, (en Colombia Pastrana inventó el 4 x 1000).
También incrementaron el IVA, otros impuestos, y en Colombia privatizaron a Telecom, los Seguros Sociales otras empresas estatales donde despidieron trabajadores y entregaron la salud a las EPSs. En el gobierno de Uribe aplicaron una reforma laboral a favor de los patrones a la par que disminuyeron inversión y proyectos, lo que llevó a la pobreza y desmejora de condiciones de vida de millones de habitantes. Políticas neoliberales similares aplicaron en el continente, y a la vuelta de pocos años en las urnas los ciudadanos se las cobraron al apoyar gobiernos de tendencia populista y socialista como los triunfantes en Argentina, Brasil, Uruguay, Ecuador y Venezuela.
Mientras tanto en Estados Unidos, el precandidato republicano, Jeb Bush, aunque católico, no acepta la encíclica ecológica, pues choca con intereses del gran capital industrial-financiero, que niega el cambio climático.