Supimos de Don Luis en el 2010 cuando su hijo, Nairo Quintana, se ganó el Tour de L’Avenir, poniendo la bandera del país en lo más alto del pelotón internacional. Era un renacer. Entonces supimos de los orígenes humildes de este guerrero. De la enfermedad del muerto, la que casi lo mató cuando era un niño, de su sacrificio al cargar en el manillar de su cicla a su hermana, diez kilómetros de subida hasta Arcabuco. Y de Don Luis, este humilde campesino, mantuvo a sus cinco hijos, Alfredo, Leydy, Esperanza y Dayer en una tienda al lado de la carretera en Cómbita. Un accidente a los ocho años le impidió seguir caminando y desde una silla de ruedas siguió luchando contra el destino. Todo cambió cuando su hijo, a los veinte años quedó campeón del Tou de L’Avenir y consiguió un millonario contrato con Movistar. La vida para los Quintana cambió.
El país conoció a Don Luis cuando, en el 2013, el de Cómbita se convirtió en el colombiano que mejor resultado había obtenido en un Tour de Francia, segundo lugar. Su rostro llorando de alegría por las hazañas de Nairo se volvieron un ícono del ciclismo nacional. Don Luis nació en Tunja y el trabajo lo llevó a Cómbita donde encontró a su esposa y formó a su familia. Toda la vida trabajó en plazas de mercado, siempre la luchó a pesar de no poder caminar y esa capacidad de trabajo se la imprimió a su familia. Los niños trabajaron la tierra, estuvieron en plazas y hasta en mecánica. Los Quintana, son unos guerreros. Por eso Don Luis, solo hasta el 2008 le pudo cumplir el sueño a su hijo de darle una cicla. 32 kilómetros diarios rodaba Nairo al llegar a su escuela. El papá tenía que ver como llegaba Nairo estropeado, se caía. La capacidad que tiene Nairo para aguantar el sufrimiento fue una de las características que hizo grande a este escalador.
Pero, Don Luis quiere que su hijo preferido, Nairo, descanse. Ya basta de presión. Ya basta de darle tanto a un país de desagradecidos. Nairo arrancó desde muy niño a entrenar y lo descubrió Hector J Perilla, un amigo de la familia que tenía una ferretería y ahí lo descubrió. Ya son muchos años de entrenar de sol a sol. Ya llegó la hora de descansar. Por eso Don Luis está convencido que ya es hora de que Nairito descanse. Basta ya de sufrir, llegó la hora, a sus 33 años, de disfrutar lo que cosechó a punta de sudor y lágrimas.
Durante varios meses, desde que dio positivo por Tramadol, Nairo ha buscado situarse en Europa pero ningún equipo grande lo quiere. Por eso, este miercoles, anunciará su retiro.