El extraditado exjefe anticorrupción Gustavo Moreno esperaba que en la presente semana el tribunal federal de Miami, por medio de la juez del distrito Ursula Ungaro, le leyera la sentencia condenatoria en su contra por “lavado de activos” y, de paso, terminar el año con su situación jurídica definida.
Su esperanza habilidosa se basaba en equívocos cálculos, que partían del silogismo de que habiéndose declarado culpable, con relación a los 10.000 dólares que recibió en junio de 2017 de manos del exgobernador Alejandro Lyons, como pago de una coima, la sacaría barata, en la medida en que pretendía que solo tendría que purgar una pena máxima de 17 meses de cárcel y pagar cerca 125.000 dólares (unos 400 millones de pesos colombianos).
Expresa el sabio dicho popular que “una cosa es lo que piensa el burro y otra, el que lo está ensillando". Sucede y acontece que el 18 de diciembre, en plena audiencia de lectura de sentencia, Lynn Kirkpatrick, quien interviene como fiscal federal del distrito sur de Florida, solicitó la palabra y expuso, ante la juez del distrito, Ursula Ungaro, un compendio de ese abultado montón de nuevas evidencias recaudadas, las que precisamente le sirvieron como parte argumentativa para solicitar una condena de diez años de cárcel para Gustavo Moreno, pedimento que sorprendió no solo a todos los asistentes a la diligencia judicial, sino que los sueños de Moreno se derrumbaron tal fácil y rápido como un castillo de naipe.
El panorama jurídico de Moreno, ante la justicia norteamerica, se torna gris, desde el momento mismo en que la fiscalía de Estados Unidos, en ese acto procesal, aclaró y argumentó que Moreno estaba también incurso en otros hechos de corrupción con fines de lavado de dinero por un monto cercano al millón de dólares, lo que en plata le dignifica que su entramado incriminatorio día por día se le enreda más.
Ante el nuevo panorama presentado, la juez Ungaro no tuvo opción distinta que suspender la diligencia y citó a las partes para el próximo 2 de enero de 2019, que será en la fecha en la que Gustavo Moreno conocerá en realidad la sentencia, que en definitiva le impondrán, por el momento, la justicia de Estados Unidos.