¡Pero qué morro tienes!, te dicen en España cuando lo que insinúas, dices o afirmas ya se sale de los cabales de la cordura.
Como cuando Uribe suelta sus tuits dejando insinuar que lo suyo es la paz: ¡Pero qué morro tienes!
O como el mismo blablablá Santos dice esta semana que ya va por sus últimos días que “no se puede morir un solo niño por desnutrición, ni en La Guajira ni en ninguna parte del país”, mientras que por los mismos días la misma gobernadora de La Guajira habla de la quiebra en la que se encuentra su departamento y los medios hablan tímidamente de la preocupante desnutrición infantil. ¿Y hablamos del Chocó?
¿Ni un niño muere de hambre en el país de la mermelada? ¡Pero qué morro tienes, señor presidente!
O como ahora, que acusas al gobierno anterior (que su buena tajada en la culpa tiene, obvio) con los sobrecostos y la vagabundería con Reficar, y la gran duda es a quién culpa: será al gobierno de Uribe del cual blablablá fue glorioso ministro de Defensa y falsos positivos; o le estará echando la culpa al señor Pastrana en donde blablablá ocupó el digno cargo de ministro de Hacienda, o por mera casualidad se está refiriendo al gobierno de Gaviria, donde ejerció como bonito ministro de Comercio Exterior.
Vaya uno a saber a quién se refiere el eterno ministro y ahora presidente, aunque uno intuye para dónde van las piedras. Pero estimado blablablá, ¡qué morro tienes!
Y hablando de …
Y hablando de piedras, qué malo para todos que la protesta social por el pésimo servicio que presta Transmilenio se resuelva con piedra contra los mismos buses que solo ocasiona estúpidos y costosos perjuicios.
Aunque llama la atención la frase del alcalde Peñalosa cuando afirma, con ocasión del vandalismo surgido, que “Transmilenio es un sistema ejemplar (sic), pero hay que arreglarlo”. Claro, creería yo, es que ese caos no puede ser ejemplo de nada.