Steven Sutton es un paisa de Medellín, aunque despiste el apellido de su abuelo, y su café Devoción es el más colombiano que se ofrece en Brooklyn, en Nueva York, en una zona restaurada de edificaciones industriales deterioradas que hoy es sinónimo de lo más chic. Devoción tiene en Williamsburg una fachada sencilla que se abre a un sitio con una decoración exquisita donde el café es la estrella: el más fresco, el más cool, seleccionado en las fincas en Huila, Tolima y Cundinamarca, y hasta Chocó, Magdalena y Amazonas, con una estructura “de la finca a la taza”.
La rapidez la pone Fedex, el servicio de transporte exprés, con despacho de aduana y entrega puerta a puerta en Estados Unidos a las 10:30 de la mañana, después de 6 horas de vuelo nocturno para poder tostar café fresco en Nueva York.
Normalmente ese es un proceso toma meses, entre la recolección en la finca, la trilla, la llevada a puerto, y en un lento viaje por barco llega al importador que almacena los sacos en un depósito, donde pueden permanecer durante meses antes de llegar a un tostador.
Contra todo escepticismo, el esfuerzo de hacer todo con tal velocidad que permita tostar café fresco cada semana ha sido un éxito que los clientes han recompensado y los medios especializados han premiado. Ya en el 2015 el diario USA Today lo incluyó dentro de los 10 mejores cafés de Estados Unidos, y el neoyorquino The Village Voice hizo lo mismo.
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En el 2006 había comenzado la aventura de Devoción, que para empezar se llamó Devotion en Colombia. Se distribuía con la en cafés boutique de Bogotá y hoteles de lujo de las principales ciudades del país, con la calidad de lo que empezaba a ser reconocida como cafés especiales. En el Hotel Hilton de Bogotá instaló Sutton su cafetería en el 2009, y los dueños del restaurantero Grupo Takami Felipe Vásquez, Santiago Arango y Nicolás Vásquez, fueron unos de los primeros los compradores para sus restaurantes que hoy son 18.
Un invento que cumple una década este diciembre
El salto fue de Bogotá a Nueva York. Para la Navidad del 2014 ya estaba en Brooklyn con la marca que se había castellanizado a Devoción, porque se trataba de enfatizar en el origen colombiano del grano, y sorprendió con la novedad de tostar café fresco. Un aprendizaje que según algunos se lo debe a su experiencia en la floricultura para aprender a conservar la frescura.
El café se le atravesó a su gusto por la música que estudió en Boston y la Florida cuando su familia dejó Medellín para instalarse en Estados Unidos tras un tiempo en Bogotá.
El café especial colombiano ha copado un especio en dos décadas y los consumidores distinguen con propiedad las notas dulces y achocolatadas de los cafés del sur, y la acidez brillante de los cafés de altura, o los acaramelados del Cauca. USA Today señalaba en su editorial “Ordene el ‘Red Barrel’. Tiene un sabor afrutado equilibrado y con la acidez de moras que amo. El sabor al final de la taza también es increíble. Todos los sabores se unen a los 30 segundos y se pueden realmente sentir en la boca”.
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Devoción ha logrado en 18 años relaciones comerciales con cerca de 1.000 cafeteros que pueden garantizar una oferta todo el año dada la excepcional condición de Colombia de tener dos cosechas anuales, la grande y la de mitaca. El café se compra, se recibe en Colombia, donde se trilla. En verde se manda en avión con Fedex a Nueva York, donde Devoción tiene ya cinco tiendas.
La empresa cafetera tiene 120 empleados, le dijo Sutton a Forbes y adelantó que planea abrir entre cuatro y seis nuevas tiendas en los próximos dos años en “la gran manzana”, y llegar a más ciudades en Estados Unidos. El hecho es que diez años el paisa con apellidó gringo logró conquistar a los neoyorquinos con su estrategia del café “cool”.