Un sacristán, es una persona encargada de la sacristía y de la custodia de los objetos sagrados que contiene; asiste al sacerdote en las labores de cuidado y limpieza de la iglesia y es, además, el encargado de preparar todo lo necesario para la celebración de la misa. Algo que aquí en Colombia se conoce como monaguillo, una labor bastante respetada, como la del colombiano Jairo Tobón, quien fue el sacristán de la catedral más famosa del mundo, la bella Notre Dame o en español Nuestra Señora de París.
Quién fue el misterioso sacristán colombiano de Notre Dame
Un joven nacido en Antioquia, hijo de José Tobón y Gabriela Tobón que desde joven tuvo una vocación por lo religioso y estuvo en un seminario de los jesuitas en Santa Rosa de Viterbo, Boyacá. Sin embargo, más fuerte que eso fue su espíritu de libertad que lo llevó lejos pero primero lo hizo escaparse del seminario.
Después de eso se fue a Duitama y se metió en el circo-teatro de Martín Ospina y Maruja Aragón, donde rápidamente vieron sus habilidades artísticas y le enseñaron baile y actuación. Fue así como Jairo pudo recorrer Colombia haciendo algo que amaba.
Su pasión por la actuación y el baile lo llevaron a conocer varios contactos que lo llevaron a Bogotá y allí después de trabajar bastante pudo abrir su propia escuela de danzas y dirigir grupos de empresas como el del Acueducto de Bogotá, Philips y Casa de Cultura de Zipaquirá. Sin embargo, su más grande sueño era llegar a Europa.
En los años setentas llegó a España desde un barco que tomó en Cartagena, donde conoció unas misioneras que le dieron trabajo en Madrid vendiendo suscripciones y repartiendo su revista Evangelio y Vida. Pero fue tiempo después que las puertas empezaron a abrirse, en el teatro de la Zarzuela conoció a Carmen Gordon con quien acordó intercambiar clases de baile colombiano por ballet. Así terminó trabajando al lado de famosas figuras mundiales, pero nunca se vió de esa forma.
Del baile a Notre Dame
Aunque estuvo por casi dos años actuando en los famosos teatros de Chatelet y Mogador de París y viajando por toda Europa tuvo que ‘regresar con el rabo entre las piernas’ pues un empresario se fugó con todo el dinero y dejó al director de la gira y al elenco sin nada.
En París una familia colombiana lo apoyó a montar una escuela de danzas, y como le faltaba dinero aún, hizo el curso de guía de Notre Dame. Era el año 1980 y Jairo ya narraba en castellano las visitas guiadas y gratuitas a la catedral los miércoles, sábados y domingos. Pero dos años más tarde de nuevo le sonreirá la vida, un sacerdote francés le propuso ocupar una vacante de sacristán.
Fue así como inició lo que sería su mejor aventura, cada día a las siete treinta de la mañana entraba a preparar los ornamentos, los vasos sagrados y el altar para la primera misa y las que le siguen. Además, tenía otras funciones muy importantes, como atender turistas que preguntan por milagros, medallas benditas, bendiciones y confesiones, orientar a sacerdotes y controlar que las miles de veladoras de las 29 capillas no produzcan incendios.
Eso sí, en sus tiempo libres Jairo disfrutaba de la ópera, teatro, cine, espectáculos y circo de París. Pero siguiendo el ciclo de la vida falleció en abril de 2017 en su apartamento, cerca de la histórica Plaza de la República. Por supuesto dejando huella con su talento, carisma y dedicación que lo hicieron llegar a ser fundamental en la catedral más famosa del mundo.
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