El país y lo que está a la mano
Opinión

El país y lo que está a la mano

Se necesitan rutas para modelar los cambios, salir del barullo y la gritería, de falsas noticias y malinterpretaciones para construir otro relato común

Por:
febrero 10, 2023
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En Colombia tenemos muchos asuntos en discusión pública, al punto que la agenda es o parece ser inagotable, tenemos a la mano muchos asuntos por los cuales polemizar:

Las tarifas de energía, la exploración de hidrocarburos, el precio de la gasolina, la crisis del canal del dique, las políticas de nación para adaptarnos al cambio climático, las designaciones de gestores de paz, el crecimiento de los cultivos de coca y su comercio criminal, las negociaciones con el ELN y con distintos grupos armados organizados, las conveniencias y garantías de un cese al fuego bilateral para disminuir crisis humanitaria y atemperar negociaciones, las relaciones con la república de Venezuela y con EE. UU., la designación de embajadores y embajadoras, la muerte de líderes sociales y la epidemia de masacres, la creación y funcionamiento del ministerio de la igualdad, cada uno de los artículos del Plan de Desarrollo, el metro de Bogotá, el manejo de la regla fiscal y la deuda de la nación, la inflación y la carestía de los alimentos, la reforma a la salud, la reforma laboral y de pensiones, la evaluación de los gobernantes locales salientes y los proyectos de los y las aspirantes a renovar las gobernabilidades de municipios, distritos y departamentos, la crisis de las violencias urbanas y las alternativas para mejorar, el manejo ecuánime de los medios de comunicación, la tensión política en las redes sociales, el manejo de las comunicaciones por parte del gobierno y otros debates que quizás olvidamos al otro día de que causan espumas.

Todos esos asuntos y otros que emerjan y nos podamos inventar para alimentar la vida pública, serían bienvenidos si no estuvieran contaminados por discursos de odio, por manifestaciones infladas de violencia retórica, estigmatización, menosprecio y maltrato que se alimenta desde varias orillas de la política colombiana: ¿Qué están pensando las élites gremiales y empresariales?, ¿qué están pensando editorialistas, periodistas y mesas de los medios de comunicación?, ¿Qué piensan el gobierno nacional y los gobiernos locales en sus altas dignidades?, ¿qué están proponiendo y sustentando partidos y liderazgos políticos del país?, ¿qué argumentan los liderazgos sociales y populares? El ruido que se está promoviendo entre todos, los trabalenguas que se promocionan, las voces arroncadas que gritan, no están diciendo mucho a las ciudadanías y en medio de un momento crucial de cambios deseables para el país, el bullicio es crítico porque se necesita un mínimo espacio para que cualquier tema se pueda tratar con sentido de manejo de disensos primero y de construcción de consensos básicos, también mínimos ante la evidente circunstancia de disputas y contradicciones de sociedad.

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El ruido que se está promoviendo entre todos, los trabalenguas que se promocionan, las voces arroncadas que gritan, no están diciendo mucho a las ciudadanías  en un momento crucial de cambios deseables

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La agenda de país que busca espacios de diálogo y concertación, hoy se sintetiza en el aliento de necesarias reformas sociales en asuntos como la salud y la educación, en el logro de caminos de paz y reconciliación, en la reconversión económica con criterio de rectificación ambiental y en la generación de una lucha común contra el hambre. Obviamente hay sectores que quieren discutir los modelos del cambio, obviamente el gobierno no tiene todas las fórmulas para concretar los anhelos colectivos; se necesita encontrar rutas para modelar y modular el alcance de estos cambios; lo que si es necesario es deslindar con aquellos sectores retardatarios, que anclados en sus propios privilegios y en andamios ideológicos rígidos y vetustos, no quieren que se avance en ninguna transformación de país y por el contrario les gusta incendiar los debates, no dejar que se escuchen argumentos y contraargumentos, propuestas y contrapropuestas; hay que cuidar además que estos reducidos grupos activos, pasen de las arengas y falacias que habitan y promocionan a acciones que vayan contra la convivencia y la vida democrática.

En estos días se vienen protestas por el lado de la oposición y marchas de apoyo al gobierno por otro lado; se viene un tiempo de evidenciar cuáles son las rutas más plausibles para democratizar la sociedad y sus instituciones, y eso solo se logra si se mantiene la concentración en escucharnos con paciencia, en medio del conflicto y las diferencias, sin llegar a disputas vacías y violencias. Necesitamos mejores debates, mejores argumentos, mejores responsabilidades, mejores acuerdos, mejores garantías, mejores mecanismos democráticos, mejor vida. Necesitamos salir del barullo y la gritería; de falsas noticias y malinterpretaciones tendenciosas no sale una agenda de país, es cuestión de mantener y ampliar la experiencia de la conversación para construir otro relato común. Reconozcamos que esos espacios de conversación no están tan a la mano, pero es necesario elaborarlos, inventarlos, concretarlos.

 

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