Es un país singular con gente muy extraña. Se dice que un país donde todos sus ciudadanos son ignorantes, es un país al que se le puede considerar inteligente. Pero no una inteligencia en el término del significado de la palabra, es una inteligencia propiedad privada, por tanto, incapaz de pensar, deducir, cuestionar.
Un caballo amaestrado no es inteligente, sólo responde a la enseñanza después de los golpes, hambre y suplicio. Su inteligencia quedó sometida y ahora es un caballo ignorante por obligación, así mismo sucede con ese país en cuestión.
Y su mayor amaestrador viene de la prensa, la misma que emite mentiras y desinformación con intenciones de que se conviertan en verdad. Qué sería de la ignorancia si no existieran las redes, menos mal que por este medio ya se puede sortear la vaina. Vaya que ya habrían terminado el trabajo contra Petro, mientras se darían golpes de pecho diciendo que fue por el bien de la gente, como acaeció con los peruanos. Pero ello no significa que todos sean iguales de ignorantes, algunos más, otros menos, los pocos, poco, y así, de ignorancia en ignorancia, van destilando por el mundo dicha inteligencia como obra Divina que sólo ocurre a ciertos seres elegidos.
Durante las marchas pudimos ver en pleno muchos de estos seres pequeñitos de grandes ilusiones. Les preguntaban: ¿Por qué marchan? Obviamente, la respuesta hacía honor a la ignorancia que ellos llaman inteligencia: "No sé", así categórico; otros, los menos inteligentes, decían que porque al país se lo regalaron a Venezuela.
Fue hermoso escuchar de una mujer de gafas de medio peso para el sol, trepada en el mástil del absolutismo, diciendo esto como una categórica muestra de ignorancia, y a mucho honor, su verdad como el caballo amaestrado. Estaba opuesta a ser regalada a los venezolanos y aquí fue la risa, sin duda, de un ignorante que evita el amaestramiento.
Realmente, no entiendo, algunas veces, al presidente Gustavo Petro de meterse en estos embelecos donde el esclavo se opone a ser liberado. La mentalidad está tan arraigada, que vi a un señor, pensionado, rabioso porque la Reforma propuesta por el presidente incluye dar pensión a otras personas. ¿Sí o no es digno de una ignorancia que raya en absurdo?
Es que, aparte de ser un país tonto que se cree inteligente, le agregamos una mala leche de naturaleza en ciertas regiones del país que raya en odio inocultable hacia las demás personas y, por ende, detestan que a esas personas les ocurran cosas gratas o se las hagan llegar. Justo este tipo de personas son las culpables de un país que nadaba en mierda física y evitan por todos los medios, basados en su ignorancia, que alguien se salga.
Son, incluso, los mismos que sepultarán al presidente, felices de haberlo destruido por encima de que reciban, ellos y sus familias, beneficios por las leyes y decretos sociales que pueda generar en su gobierno.
En Colombia hay gente de la que no se puede confiar en nada, lo que se dice nada. Son peligrosos hasta dormidos. Sueñan odios, rencores, y sólo están tranquilos cuando hacen daño, como el tipo que amenazó de muerte a una periodista que no está en el grupo de los caballos amaestrados. ¿Acaso esperamos simpatías de aquellos que empuñaron las armas cuando asesinaban jóvenes para pasarlos como guerrilleros? Ellos están vivos, caminan las calles y tienen bien amaestrada la mentalidad de que lo harán todas las veces que los patrones les soliciten.
Hoy debe haber mucha risa en algunos sectores de la sacra ignorancia del país. El plan de contingencia contra la labor del presidente fomentado desde las empresas está tomando forma. Ya se ve aseadores, operarios, profesionales (quitemos el término profesional, que no existe en el país de los ignorantes, que coloca ese término a alguien que logró graduarse en una universidad. Ser universitario no es ser profesional, es la verdad), entonces tenemos universitarios, técnicos, lambones, secretarios y secretarias, todos los que sufren los rigores de empleados, vapuleados con sonrisas por sus jefes, estos sometidos también por sus jefes, como una cadena que viene desde los dueños de las empresas, para, de manera sutil, bien estructurada, mucha elocuencia, persuadirlos de que el mal es el presidente y que los dejará sin empleo si continúan apoyándolo.
Esparcir rumores, señalar consecuencias, crear desinformación, fomentar conspiraciones, todo lo que sea negativo para doblegar la psiquis de los ignorantes convencidos de su relevante inteligencia, hasta que más de uno y una, cae, como cayeron ayer muchos empleados pateados y sometidos a humillaciones, rabiosos en las marchas para que sus jefes vean que son solidarios con el dueño de la empresa, el único, quizás, implicado en vainas sospechosas con la corrupción, la delincuencia y el narcotráfico.
Lo más curioso viene de los creyentes. Estos seres, peligrosos, radicales y muy serviciales a los oficios del pastor o el sacerdote, son los más enconados enemigos del que invita hacer el bien sin importar a quién. Nada de esto tiene que ver con Dios, así sea utilizado como recurso persuasivo, al cabo, para nadie es secreto que la religión es un negocio y Dios el producto a ofrecer. Pues bien, estos señores y señoras, fieles a sus líderes más que al mismo dios que dicen adorar, reciben y esparcen toda la mala bilis que se pueda para acabar con satanás, como algunos designan al presidente para que sus dueños o amansadores vean que son muy bien mandados, ya el trabajo de inculcar ignorancia como inteligencia está terminado. Ahora son mentes transgénicas.
Cuando leí: "El evangelio según Jesucristo" una de las preguntas que me formulé fue: Bueno, ¿y a este señor quién lo mandó a meterse en ese cuento de pretender cosas ideales para gente absurda e ignorante? Hoy me formulo lo mismo con el presidente: ¿Qué pretende con enseñar a un país mediocre que pueden ser mejores? Y hasta a mí me gustaría tener ese temple, esa capacidad de hacer el bien así reciba el mal, al cabo la ignorancia se combate así, especialmente la ignorancia de tantos tontos que se creen inteligentes.