Iván Duque solo lleva tres meses en el poder pero ha tenido que enfrentarse a las protestas más fuertes de los últimos años. Estudiantes, profesores, campesinos, cocaleros, transportadores y hasta sindicatos petroleros, que apoyaron abiertamente su campaña, han salido a protestar por la manera en la que el presidente está manejando el país.
Pero tal vez, lo que ha provocado más rabia entre el pueblo colombiano ha sido el silencio y desprecio de Duque por la protesta y los justos reclamos. Mientras la Plaza de Bolívar se llena cada tanto de euforia, malestar y furia, el presidente sigue en la Casa de Nariño recibiendo a los personajes más superficiales que tiene este país. Primero fue Maluma, su invitado de honor, y ahora será Silvestre Dangond, un pseudo vallenatero con ínfulas de paraco, el que entre a Palacio. Estará por verse si aguanta la presión de la gente que no quiere ver a la farándula desfilando por la casa de gobierno.
Iván Duque hizo de la Casa de Nariño el antro preferido para prender las rumbas de la oligarquía colombiana. Un verdadero desastre. Mientras tanto, el país arde por culpa de este y los anteriores gobierno regresivos y amañados.