Resuena por estos días el alborozo oficial porque nuestro país fue admitido de manera formal en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE. Eso significa, según nos aseguran, que seremos importantes y reconocidos a la hora de adoptar decisiones relacionadas con la economía mundial, en el mismo nivel de las grandes potencias.
Un excesivo optimismo me parece a mí. La economía colombiana está muy lejos de tener la importancia de la de Alemania, Japón, Estados Unidos, Noruega o Reino Unido. ¿De veras creen Duque y su corte neoliberal que somos un país tan desarrollado y rico, como para jugar un papel determinante en toma de decisiones sobre tan importante materia?
Lo que en cambio alcanzamos a intuir es que Colombia ha quedado atada a un gobierno de índole transnacional, en donde se adoptan políticas que la obligarán de conformidad con los intereses de los grandes conglomerados internacionales, con independencia absoluta de lo que suceda con la gente común y corriente que la habita. Negocios para los más grandes y nada más.
Al fin y al cabo aquí se piensa siempre en función de los intereses de estos y para estos. Lo demuestran de sobra las medidas adoptadas a raíz de la pandemia que nos agobia, de las cuales se desprende que las principales ayudas del Estado se dirigen a garantizar la tranquilidad a la banca y el sector financiero, por encima de la suerte miserable que corra el resto de la población.
No somos un país del primer mundo, ya es hora de que dejen de intentar convencernos de ello. Además, si en algo se han puesto de acuerdo los observadores de las más diversas tendencias con relación a la epidemia, los estragos que esta está ocasionando a escala mundial son el resultado del orden económico impuesto a escala global por organizaciones como la OCDE.
El capitalismo neoliberal que pregona esta última y que exige aplicar a todos sus miembros con rigurosa disciplina, es el responsable del desmonte del carácter público del Estado, en cuyo reemplazo surgieron las privatizaciones de los servicios básicos como la salud. La primera potencia neoliberal del mundo, los Estados Unidos, carece de atención sanitaria básica para su población.
Porque lo que se construyó allí fue un fabuloso negocio privado que cobra sumas elevadas a los enfermos que requieran sus servicios. La lucha del gobierno Obama por crear un sistema de salud que cobijara a la gente de menos recursos resultó inútil. El señor Trump llegó a desmontarlo con la soberbia que lo caracteriza y el saldo trágico que todos conocemos hoy.
______________________________________________________________________________
La cuarentena no tiene otra causa que la imposibilidad física de atender un contagio masivo. Pero el gobierno se encuentra impedido. No puede ni quiere hacer de la salud un sistema público
_______________________________________________________________________________
De eso también estamos padeciendo en Colombia y el coronavirus vino a ponerlo al descubierto. La cuarentena obligatoria no tiene otra causa que la imposibilidad física de atender un contagio masivo. Pero el gobierno colombiano se encuentra impedido. No puede ni quiere hacer de la salud un sistema público. De hacerlo violaría las imposiciones de la banca internacional.
Ese mismo orden neoliberal tiene que ver con nuestros problemas más graves. La producción nacional de alimentos fue desplazada a un quinto plano. Sobre la soberanía alimentaria del país primó el criterio del libre comercio absoluto. Importar de otros países alimentos que podrían producirse aquí atentó mortalmente contra la economía campesina.
La cual terminó volcándose hacia la siembra de cultivos de uso ilícito como la coca. El hecho de que Colombia ostente el deshonroso primer puesto en exportación de cocaína en el mundo, al que se añade el imperio de poderosas mafias de narcotraficantes infiltradas en los más diversos espacios de la vida nacional, es consecuencia directa de las políticas neoliberales.
Suman tal fuerza esos intereses entremezclados, que el Acuerdo de Paz de La Habana no ha podido ser aplicado. La sustitución voluntaria de cultivos de uso ilícito prevista allí, con programas específicos como el PNIS, que podría abrir las puertas a la reactivación de la producción nacional de alimentos, ha sido menospreciada por el gobierno nacional.
En una curiosa coincidencia con los intereses de las mafias narcotraficantes, que se han encargado de invadir y someter mediante el terror a buena parte de las regiones productoras de coca en el país. La violencia criminal que azota la región pacífica desde Nariño a Urabá, que se tomó la Sierra Nevada de Santa Marta y ahoga al Catatumbo, entre otras regiones, tiene ese origen.
Llama la atención que el gobierno Duque se valga de la cuarentena para arremeter contra las comunidades campesinas mediante la erradicación forzada y la fumigación, métodos absolutamente fracasados como demuestra la historia, alineándose con la obstinación rayana en demencia del presidente Trump. A semejantes extremos conduce el neoliberalismo.
El departamento del Cauca es muestra del grado de desarrollo real al que nos conducen las políticas neoliberales. No somos una gran potencia, somos un país que no pudo salir del siglo 19.