No voy a empezar esta corta opinión expresando algún sentimiento de dolor, de duelo o un estado de luto; eso se lo dejo a quienes han desarrollado cierto nivel de experticia al momento de diseñar “memes” para su posterior difusión en las diversas redes sociales existentes.
No voy a decir abiertamente que somos un país de mierda como en algunaocasión lo expresó César Augusto Londoño tras el vil asesinato del humorista y pensador Jaime Garzón.
No voy a culpar a nadie por los resultados de la gran fiesta democrática celebrada el día de ayer; así como tampoco me atreveré a utilizar calificativo alguno para referirme a ellos.
No me despacharé en contra de los medios de comunicación, así como tampoco elogiaré a nada ni a nadie porque no existen motivos.
No atacaré a mis amigos porque la amistad es mucho más poderosa que las inclinaciones políticas; un político jamás se preocupará por nosotros, esas son actitudes de un amigo y ellos no lo son.
No cuestionaré públicamente a la secta G12, tampoco me atreveré a aseverar que Uribe diezma allí y que por esa razón sus líderes orientan la voluntad política de aquella gran caterva de sumisos financiadores. No es el día para realizar juicios ni de entrar en discusiones divinas.
No me haré la siguiente pregunta: ¿Qué otra cosa esperar de la patria de Escobar, cuna de asesinos de niños, de agresores con ácido y de millones de personas que utilizan el calificativo de “bruto” para referirse al pueblo Venezolano y prefieren ver a soldados en las vías Colombianas poniéndole el pecho a las balas que son fruto de una guerra sin sentido, en vez de imaginarse a esos mismos hombres aspirando a ganar un Premio Nobel?
Hoy no diré que me duele Colombia, tampoco afirmaré que en el país que me vio nacer, tiene más valor una bala que un libro.
No haré nada de eso porque nada cambiará si lo hago, la cultura y el modus operandi de la inmensa mayoría, me lleva a pensar que quizá deba actuar como ellos, que si quiero lograr cosas interesantes para mi vida y ser aplaudido y reconocido, entonces debo hacer las cosas mal, debo saltarme las reglas, debo burlarme de las normas... debo optar por los atajos y debo pensar en mi propio beneficio antes que pensar en un beneficio común para todos... Sin embargo, eso tampoco lo haré, porque yo si estudié y pese a que no tengo una pared llena de títulos, supe valorar el inmenso esfuerzo de mis padres por brindarme sana educación.
Voy a ponerme en los zapatos de un colombiano del común , que pese a no contar con oportunidades de educación de calidad, un trabajo bien remunerado, tener acceso limitado a los servicios de salud, estar sometido a reformas tributarias sumamente inequitativas, estar financiando al sector financiero cada vez que usa sus productos bancarios, tiene acceso a una cerveza y a escuchar vallenatos ¿Qué más se le puede pedir a la vida en el país más alegre del mundo?...¡¡Pero qué pregunta he hecho!! ¡¡Claro que se le puede pedir algo más!! Se le puede pedir a la vida que cambien la fecha de la segunda vuelta electoral porque el día anterior es del debut de la Selección Colombia en el mundial de fútbol y ¿Cómo esperan que se viva la fiesta del fútbol en plena ley seca?
Habrá que solicitar medidas cautelares en la CIDH porque en el país más feliz del mundo es más importante el fútbol, la cerveza y los vallenatos que el futuro político y económico de todos.
