¿Ya vieron cómo siguen adelante las fumigaciones con glifosato en el Putumayo? ¿Han visto ustedes los efectos de las fumigaciones sobre un cultivo de yuca o plátano? ¿Vieron los desplazados que generó el bombardeo en Guapi? y ¿Oyeron las versiones de los campesinos que aseguran que los muertos fueron muchos más? ¿Y vieron las poblaciones a las que les dispararon ayer en el sur de Bolívar? O ¿Qué tal las protestas de esta semana de los habitantes de puerto Gaitán contra Pacific Rubiales porque incumplió sus promesas? tremendos disturbios hubo allí, pero no, no han visto nada de eso porque “no mostrar” pareciera ser el lema del periodismo de este país.
Y entonces: ¿Cómo es que se mueve el periodismo en Colombia? Pues con pegaloca en el culo y el asiento del escritorio, con periodistas replicando boletines de prensa que les llegan de otros zombis al servicio de otros patrones. Lo de Gurisatti es apenas la punta del iceberg, pero además no es un asunto aislado; lo mismo ha sucedido en muchas otras ocasiones con otros personajes que rinden pleitesía a otros patrones y que cada poderoso que puede, ubica estratégicamente en medios de su servidumbre. Cada uno tiene su línea a la que le hace fuerza y un contrario político al que hunde, cueste lo que cueste y sin mas argumentos que ser “el enemigo”. Así va la cosa en el país. ¿Por qué les extraña tanto ahora?
“La prensa se durmió en la garita del sistema que había prometido vigilar” dice David Jiménez, nuevo director de El Mundo.
Pero, ¿Qué está pasando con la información real en Colombia? ¿Por qué los medios no cubren lo que sucede en las regiones y se quedan todos sentados en Bogotá haciendo periodismo de escritorio? ¿Es qué creen que el país es Bogotá? No señores, el país es el territorio, las luchas campesinas y la vida cotidiana de los indígenas. A esos sí los tiene llevados el estado, pero como es el mismo estado corrupto dueño del poder el que paga los salarios de los pocos medios que existen, pues mejor que los colombianos de las ciudades no sepan nada de lo que sucede allá afuera, colombianos que creen que conocen campesinos porque tienen finca con mayordomo.
Es muy claro que hacer periodismo de terreno cuesta dinero, pero ese dinero está ahí, con eso envían a sus corresponsales a reinados y campeonatos de futbol, no se imaginan ustedes lo que es el presupuesto para cubrir la Copa América, o un mundial de fútbol, llorarían de la risa si lo vieran, pero en este país parece que lo único que puede justificar un viaje es la cantidad de hits y clics que genere al publicar la nota, y pues como a la gente le interesan más las noveluchas de narcos y los futbolistas que las realidad de lo que sucede, pues ahí tienen sus resultados.
A mi me enseñaron que el periodismo era para otra cosa, para informar, para contar lo que yo puedo ver y otros no, para estar en la línea del frente de donde suceden las cosas, pero un editor que conozco, respeto y quiero me dijo: “dan más clics las motos con viejas que cualquier otra cosa” entonces pensé en ponerme a hacer fotos de motos y de viejas pero no fui capaz… maldita flojera la mía.
Nadie fue a Guapi a ver cómo quedó el territorio después del bombardeo, ni a hablar con los desplazados que llegaron al casco urbano después de los combates, el domingo desde las horas de la mañana aviones bombardeaban y helicópteros ametrallaban a las poblaciones del sur de Bolívar pero nadie dijo nada, y por supuesto nadie fue a verificar la historia mentirosa sobre el soldado que murió supuestamente “haciendo un jardín infantil”. La semana pasada Puerto Gaitán hervía porque Pacific Rubiales incumplió las promesas de contratar mano de obra local para sus trabajos, pero nadie dijo nada, y eso que puerto Gaitán es a solo 5 horas por tierra de Bogotá. Por cierto, mientras usted lee esto: ¿Sabe en dónde queda puerto Gaitán?
Hace un par de semanas Santos anunció el fin de las fumigaciones con glifosato, y los medios, todos idiotas útiles salieron a sacar pecho y a replicar en sus páginas o en sus noticieros la campaña política de Santos, pero nada de eso es cierto; en el Putumayo siguen fumigando las avionetas esparciendo veneno a diestra y siniestra sobre los cultivos de comida de los campesinos. Pero ningún medio colombiano va a ir hasta allá, ni a llamar al ANLA a ver cómo va la evolución de ese decreto, ni a preguntarle al Procurador por qué desestima el concepto científico de la Organización Mundial de la Salud en la que afirman que el Glifosato es altamente cancerígeno.
Poca ha sido la cobertura de los procesos indígenas en la denominada “liberación de la madre tierra” en las fincas del Cauca, y casi nadie ha ido hasta la Guajira, los pocos que van lo hacen acompañando misiones médicas, no a hacer seguimientos serios de los procesos de los Wayúu y de cómo las mafias se han robado el dinero que el gobierno les designa.
¿Y por qué nadie va al terreno? Porque cuesta, porque hay riesgo, porque los periodistas se quedan sentados en Bogotá esperando que llegue un boletín de prensa para replicar en sus medios. Pero sobretodo, porque Colombia es un gran país no contado, porque es mas fácil ver novelas que ver noticias y para los medios es mejor ahorrarse esa platica, igual nadie va a exigir esa información y para el país del tapen tapen, es mejor dejar eso quieto y no contárselo a nadie.
Así que amigo periodista, si usted está atornillado a su escritorio y quiere hablar del país, lo invito a que compre unas botas pantaneras y se vaya a recorrer las regiones y a contar lo que ve, seguro se va a sorprender de lo que encuentra.
Decía Kapuściński: “El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse".
*Federico Ríos es fotógrafo, ha trabajado en Colombia en zonas de conflicto con los diferentes actores y las comunidades afectadas. @federicorios en Twitter y @historiassencillas en Instagram