La historia la escuché hace dos semanas el III Encuentro de Campesinos de Montes de María realizado en la finca La Europa, en cercanías de Ovejas, Sucre. Luego del relato original, escuché variaciones espontáneas en las voces de los campesinos. De esas voces he armado esta versión: “Un día, el pato paseaba por el lago y se encontró con un zorro. El zorro lo detuvo y le dijo en tono sereno: Ya mañana no vas a poder meterte ni pasear por este lago.
“El pato, asombrado, y con algo de ironía, preguntó al zorro: Carajo… y eso ¿por qué? El zorro, poniendo la cada más dura, le dijo: Porque este lago es de nosotros, los zorros.
El pato se quedó pensativo, miró hacia el horizonte, movió su cola, guardó silencio por unos segundos y respondió con seguridad. Compa, eso está bien raro, eso no puede ser, porque en este lago crecimos nosotros, aquí están creciendo mis hijos, hemos vivido aquí desde los tiempos de la panela, aquí nacieron mis padres, mis tíos, mis hermanos, mis abuelos, mis abuelas, los padres de mis abuelos y mis abuelas…
El zorro, se arregló los bigotes, y comenzó la limarse las uñas sin prestar atención al relato del pato: Luego… en este lago hicimos nuestros casas, hemos recogido nuestro alimento y hemos vivido en armonía con la garza morena, el pato cuchara, la garza catunga, los grandes coyongos, el venao, los yuyos, el ñeque pintón, la guacharaca, el armadillo jabao, la guartinaja, la garza bueyera, la gallineta, la pava congona y todos los otros ciudadanos del lago.
El zorro, se sacó un mondadientes que tenía en la orilla de la boca, y volvió a repetir que el lago era de ellos, los zorros, y que sobre eso no había discusión. Pato entonces respondió con frases cargadas de esperanzas. Comentó que iría ante los entes gubernamentales, ante la policía, y reclamaría sus derechos de disfrutar del lago. Que defendería su tradición y esas aguas que por siglos habían acogido a su pueblo.
El pato entonces se puso muy elegante y fue ante la Oficina de Reclamos, pero al acercarse, se dio cuenta que el director de la Oficina de Reclamos era un zorro. Llegó a la Estación de Policía, pero al llegar al pasillo, el comandante general le dio los buenos días, era un zorro de quepis dorado y guantes negros en las manos. Se regresó, y fue a la oficina de Asuntos Ciudadanos, pero cuando pidió audiencia, el encargado de asignar las citas era un zorro barcino y el jefe de Asuntos Ciudadanos era un zorro también. Dio una excusa tonta y se fue a toda prisa a la Fiscalía General, pero cuando llegó, el mismo Fiscal general le abrió la puerta. Era un zorro de mediana estatura, de piel lanosa y brillante. Qué se le ofrece, dijo El Fiscal, para saludar al pato. Un tanto asustado el pato dio una excusa sobre su presencia en la Fiscalía y a toda prisa salió de la oficina gubernamental. Cuando iba de regreso a casa, para contar a los demás habitantes del lago lo que estaba pasando y plantear una estrategia, se vio abordado por un grupo de zorros que lo detuvo.
Del público brotó entonces una confusión de murmullos que intentaban adivinar el final: “Lo atraparon”, “lo metieron preso”, “lo amenazaron”, “lo mataron”, “le dispararon”, “lo desaparecieron”.
Ricardo Esquivia, uno de los líderes más agudos y sensatos de la región, director de la Sembrandopaz, con sede en Sincelejo, cerró su historia diciendo: “Cuentan que aquella noche, los zorros se dieron un gran banquete”.
El público quedó en silencio. Campesinos venidos de San Benito Abad, Colosó, La Hundible, San Onofre, Playón, San Juan, El Carmen, San Jacinto, Chengue, Canutal, Chalán, Macayepo, Buena Vista, El Salao, Tolú Viejo, Playón, María la Baja, El Piñal, Los Palmitos, Morroa, San Jacinto… entre otros pueblos y corregimientos, sintieron la historia muy cercana, y concluyeron que algo parecido está pasando ahora en el país.
Una de las conclusiones del encuentro es la necesaria protección a los líderes sociales amenazados. Foto: David Lara Ramos
Durante los dos días que duró el III Encuentro de Campesinos de Montes de María se escucharon historias marcadas por la desesperanza. Amenazas, atentados, silencios del Gobierno, y sus instituciones. “Es como saber que uno es el pato y el Gobierno son los zorros, porque hasta las instituciones del Gobierno lo atacan a uno y lo tratan de ladrón”, contó un campesino de Córdoba.
Al finalizar el encuentro, tres conclusiones sobresalen. Es necesaria una protección efectiva a los líderes sociales amenazados, ante la ineficiencia de las acciones prometidas por el Gobierno de Duque. Apoyo a la continuación con los diálogos de paz con el ELN, y la movilización social unida y compacta para ser escuchados.
Hubo también música de gaitas y décimas cantadas. Al cerrar el evento, quedó la sensación que este gobierno se está pareciendo cada vez más más al relato del pato y los zorros. Se siente cuando se postula a alguien para ocupar la dirección del Centro Nacional de Memoria Historia, o cuando integrantes del Centro Democráticos solicitan armar a los civiles para defenderse y ayudar con ello a la fuerza pública. ¿Alguien duda que los zorros han vuelto?, preguntó un campesino de Ovejas. La respuesta sigue ganando afirmaciones.