Se ha señalado mucho como hecho insólito que en Colombia la mayoría en un plebiscito haya votado No a la paz.
L.o insólito es que no se entienda que la población tenía razón para votar así porque su voto era por el Así No, y no un No a la paz, y mucho menos un voto por la continuidad de la guerra.
Aún más insólito es que se pretenda seguir achacando el resultado a engaños o condiciones climáticas.
Pero eso coincide con lo insólito de que el presidente que recibe en el exterior homenajes y premios extraordinarios tiene al mismo tiempo internamente el nivel más bajo de aprobación de la historia.
Pero es que en el país de lo insólito todo es posible.
Insólito en lo económico:
¿Qué más insólito que un país que monta un modelo económico
sobre las exportaciones de petróleo
cuando no tenemos petróleo?
¿Qué más insólito que un país que monta un modelo económico sobre las exportaciones de petróleo cuando no tenemos petróleo (nuestras reservas son el 1 % de las de Venezuela); y como si fuera poco construimos la refinadora más cara del mundo (y con aparentes sobrecostos de 4000 millones de dólares), cuando el horizonte de producción es de apenas 5 años?
Hoy, como si no fuera una contradicción evidente, nos presentan una que llaman ‘reforma tributaria estructural’ justificando que es ‘urgente’ por una condición coyuntural de caída de los precios del petróleo. Pero más insólito aún es que la presenta quien hace apenas dos años justificó con los mismos argumentos lo que hoy explica que se deben eliminar (Imas, Iman, Cree, Impuesto a la Riqueza), pero inventando ahora diferentes nuevas figuras —el micotributo—.
Tras afirmar que el gravamen a las operaciones bancarias es el más antitécnico se plantea que debe dejar de ser transitorio y volverse permanente.
O se aumenta en 33 % la renta presuntiva, gravando así selectivamente a las empresas que de por sí ya están en dificultades.
Pero más insólito en lo político-jurídico (o simplemente político):
En el país un expresidente no solo no es tocado por ninguno de los 153 juicios que se surten en la Comisión de Acusaciones incluso algunos por lo que tiene a su hermano llamado a juicio por hechos —que hasta donde se conoce no son ajenos a los que se le atribuyen también a ese exmandatario—, sino que tan poca sanción social o política tiene que es el personaje más mediático y con ello el más conspicuo del país.
Los administradores de la campaña por la reelección de ese exmandatario confesaron haber cometido delitos en ese proceso y por eso obtenían rebaja de pena y casa por lugar de reclusión; el juez rechaza en ese momento ese acuerdo y diez años después (¡!) los declara inocentes.
Insólito el nombramiento en el Ministerio más importante —el Ministerio para el posconflicto— a una persona cuyo ejercicio como jefe de un partido político es sancionado por Violación a la Moralidad Administrativa por la máxima Corte competente —el Consejo de Estado—, y sus actuaciones calificadas como; ‘con fines contrarios a los legales y con desconocimiento de los principios constitucionales, legales, y los valores éticos a los que se sujeta el ejercicio del derecho fundamental de participación democrática ...’; corresponsable de ‘ostensibles vulneraciones a los valores e intereses colectivos relacionados con la moralidad administrativa’
O dentro del mismo propósito de ‘comprar’ los votos de los congresistas derivados de esa actuación, se nombra al expresidente que dirigió las maniobras que llevaron a esa sentencia, el Dr. César Gaviria, como jefe de la campaña oficial para que quedara como el prohombre que sacaba el Sí adelante; gana el No y a nadie le sorprende que no aparezca ni siquiera para dar una declaración.
Tenemos que a un personaje se le permite ejercer el cargo de procurador general de la Nación durante 7 años y nueve meses, y cuando faltan tres meses para salir del cargo se sentencia que su elección fue contraria a la ley. Pero en este ya no país de lo insólito sino insólito país, no solo no recibe ninguna sanción por esa situación, ni porque siendo quien debía representar el control de legalidad sobre la Administración Pública se dedicó a la defensa de sus creencias religiosas y políticas, sino que ahora se habla de la posibilidad de una eventual candidatura presidencial, y quién sabe en representación de quién resulta interlocutor protagonista en un proceso de paz.
Esa Corte Suprema que destituye al procurador por haber sido elegido sin respetar las inhabilidades que la ley consagra, a los 5 días, ella misma candidatiza para el cargo de fiscal a quien está en la misma situación. Y si esto parece insólito, el complemento es que ante la respectiva demanda el Consejo de Estado responde que solo puede pronunciarse en caso de que fuese él el elegido.
¿Y qué tal un vicepresidente que promueve manifestaciones callejeras en contra de un proyecto presentado al Congreso por el gobierno?