Vivimos en el país de las basuras

Vivimos en el país de las basuras

Por donde la miremos, media Colombia está llena de desechos.

Por: José Armando Olmedo Avila
septiembre 08, 2014
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Vivimos en el país de las basuras
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Viajando para Fonseca yo me detuve en Valledupar (bis). Y allá en la plaza me encontré con un viejito conversón… este es un fragmento de la canción del vallenato, llamada Compae Chipuco (Autor: Jose María Gómez). Nombrando nuevamente a Fonseca, pero ahora este el pueblo de salida. Además de este cambio el lugar de llegada es también diferente, Medellín fue la última parada de este viaje. Un momento de para estirar los pies en Valledupar me hacen pensar en las cosas del viaje, pues en un viaje de aproximadamente de 14 horas hay tiempo para pensar en lo divino y lo humano. Salí de Fonseca a la 1:30 de la tarde, recorrí todos los municipios del sur y centro de la Guajira, la gran mayoría del departamento del Cesar y algunos de Santander y todos los que hay en esa ruta hasta la ciudad de la eterna primavera.

Con el temor natural de equivocarme, me puedo atrever a afirmar que no hay un solo municipio estos departamentos por donde transité (fue casi todo viaje despierto) en donde no existiera un mini relleno sanitario a la entrada o a la salida del pueblo. Es más me atrevo a decir que no vi una sola vereda, un solo corregimiento por muy agroecológico o por muy verde que fuera, en donde las basuras no fuera un problema. En los parques, en las calles principales, en los caminos de los ríos, etc… que llegan hasta el punto de poner en serios problemas el futuro de pueblos enteros, ya que son arrojados una cantidad de desechos todos los días sin control alguno por las autoridades de esta materia. Es aquí donde se encuentra quizás el paradigma más grande para el hombre actual, para el colombiano del siglo XXI, crecer alejados del agua o tomado de la mano como el más cercano familiar que está sufriendo una fuerte enfermedad, pero que tiene una cura ya casi que definida.

Basado en que recorrí casi medio país, y haciendo una simple aproximación -como las hacen los grandes encuestadores del país- puedo llegar a la conclusión de que Colombia es un país con un problema de BASURITS. Entendiendo esta como una cantidad exagerada de desechos en 1.141 millones de km2 que tiene Colombia. Lo que permite identificar que no es solo un problema Bogotá, ni de Cali, ni de Barranquilla, ni de Medellín, ciudades estas que tienen problemas de basuras importantes (solo basta ver el río Medellín y el río Bogotá para dar un simple ejemplo) pero que no se sienten como en las zonas pobres y alejadas de las capitales. Regiones estas donde no hay planes serios de recolección, ni control sobre estos materiales; en donde la fuente primaria no sabe en realidad porque se debe hacer la separación del vidrio y la comida.

¿Pero cómo llegamos los colombianos a esta situación? Es una seria pregunta a la que debemos darle una solución, para enfrentar el problema del cambio climático que tenemos encima. Estamos según informes de investigadores mundiales en uno de los países que en los próximos años más sufrirá con este daño que le hemos causado al ambiente. No hay una sola respuesta, ni una solución mágica de un día para otro que se capaz de cambiar la situación actual, pero hay una que le puede dar un cambio de 360° a el rumbo de la cosas, y esa se llama, EDUCACIÓN.

La falta de educación nos ha llevado a los colombianos a tomar las peores decisiones de nuestras vidas, pasando por elegir en varias ocasiones consecutivas y por varios años seguidos, malos presidentes, malos congresistas, malos gobernantes, que solo se han servido y se han enriquecido ellos. Han sido tan malos hasta el punto de no saber cuán grande es la diversidad real de Colombia. Tienen que venir investigadores extranjeros para de darnos cuenta que estamos pasando por encima del mundo y el ambiente, sin saber que el más insignificante cambio en el nivel de vida, puede terminar por llevarnos a perder ciertas zonas en nuestro país, que puede causar cambios drásticos en su normal vivir.

Esa misma falta de educación se ve en que es costumbre de algunas zonas del país a meter las pilas de alcalinas a la nevera, “dizque para darles cargas”. Desconozco el poder del frio sobre las pilas, pero lo que si se es el lugar donde van a parar cuando no nos sirven, la calle es su nuevo habitad. Las pateamos, se la tiramos a un pajarito, a un amigo en la cabeza, hasta que por arte de magia, puff!! Apareció en un río. Una sola e insignificante pilita alcalina puede contaminar hasta 167 mil litros de agua, una de mercurio hasta 600 mil litros. Solo basta con hacer un sondeo de 5 o 6 personas, o usted lector, pregúntese por cuantas pilitas ha visto en la calle o cerca de una quebrada, para que dimensione lo grave de esta situación, a causa de falta de educación.

Pero lo verdaderamente triste de la historia es el avance que tiene la obsolescencia programada. Esta está teniendo unos efectos imperdonables en el mundo y Colombia no es la excepción. No es por maldad divina de que China tenga dentro de sus territorios algunas de las ciudades más contaminadas del mundo; ni mucho menos un castigo racial es la razón que los africanos quieran ahorrarse unos cuantos “pesos”, o que quieran comprar todos sus materiales de segunda mano (que entre otras cosas llegan en muchas ocasiones completamente inservibles). Están en Asia y África los lugares más contaminados del mundo (a base de desechos electrónicos) y son precisamente estos continentes de donde salen los productos que alimentan la economía, de allí salen y allí vuelven. En estas zonas el medio ambiente no vale ni 5 centavos, es aquí la otra mirada, el otro lado de la moneda, el crecimiento de la economía quizás la madre de todos los males.

El afán de crecer económicamente y con la justicia social, fue la herencia que le dejaron los padres de la economía al mundo actual, pero se deben hacer exclusivamente con sus modelos de liberación de mercado, “pues no hay más”, no hay nada distinto con lo que estos objetivos se puedan logar. Estos modelos han sido acogidos por en donde muchos países, incluido Colombia, han visto en el consumismo la base de la felicidad, pero directamente perdieron toda autoridad sobre la prestación de los servicios públicos. De hecho modelo económico reinante (Neoliberal extremo, de esto no se puede hablar mucho, se puede ser catalogado de hereje o algo por estilo) en uno de sus “mandamientos” les pide a los gobiernos que lo aplican privatizar todo lo que tenga, que disminuya su tamaño y la presencia en sus diferentes zonas, el mercado es sabio y toma siempre las mejores decisiones. Estas ideas fueron tomadas por Colombia y se siguen aplicando en la actualidad al pie de la letra. Pero decir que este modelo económico es el culpable de esto sería una afirmación que no me atrevo a hacer, pero si dejo algo de duda a la hora de pensar porque estamos como estamos.

Este modelo económico actual que se vive en Colombia supone que la prestación de servicios la hace más eficiente el privado que el Estado. Por lo tanto el Estado debe deshacerse de todos los activos ineficientes que tenga para darle participación al gran capital privado (casos como el de ISAGEN, la cual la están vendiendo como un activo ineficiente, es en estos momentos una muestra de lo anteriormente dicho). Nos venden estas ideas como la gran salvación de la economía nacional, pero como se puede ver con el problema de las basuras ese modelo privatizador no ha servido de mucho que digamos. Es precisamente el olvido que le ha dado el Estado a los servicios públicos el que no ha llegado a delinear políticas claras y eficientes, que verdaderamente se apliquen a la idiosincrasia de los colombianos, que además permitan mitigar todos estos efectos secundarios causados por las basuras y que verdaderamente vallan en la línea de castigar a los causante de estos problemas.

Es claro que el sector público tiene un motón de ineficiencias, fallas y errores, de los cuales está demostrado que si no se tiene un control serio por parte del Estado y sus autoridades, la corrupción se correo todo, eso está demostrado en Colombia de forma clara. Pero por otro lado al sector privado no se le debe sacar del todo, pues el Estado es una gran empresa, que debe ser eficiente y eficaz, tratando de maximizar sus ingresos para repartirlos entre sus accionistas (todos los colombianos), pero tampoco debe correr riesgos de inversión solo, por esta razón las asociaciones publico privada no debe ser una opción para nada despreciable, puede hacer muy eficiente la funcionalidad y presencia del Estado en las regiones. Y por el otro extremo el 100% privado, sí que menos sirve y mucho menos en estos monopolios naturales como el de las basuras y servicios públicos, en donde quedó demostrado en una ciudad como Bogotá, donde textualmente se abusó de los bogotanos de una forma, que les quedo ardiendo.

Y si volvemos a las tierras cercanas del Compae Chipuco, o al sur del país, al Pacífico, o los llanos, basta con preguntarles a muchos pueblos como es su vivir. Pueblos estos donde se demora la recolección de basuras días, hasta semanas. En municipios grades y hasta ciudades principales, donde el relleno sanitario está cerrado y/o no hay agua por días enteros. Donde la fuente no sabe en realidad el daño que le hacemos al resto del ambiente, al otro resto de vida, a nuestros propios cuerpos, con la quema o entierro de las basuras.

De no haber un verdadero cambio en el modelo económico esas promesas de campaña electorales, las promesas de una Colombia  mejor quedan relegadas a un segundo plano, en realidad no se pueden cumplir. Es casi que imposible que se den las grandes modificaciones que se tiene planeadas desde el gobierno central. Gobierno que llegó a proponer la privatización de la educación pública y que ahora propone convertirnos en el país más educado a 2025. Amanecerá y veremos.

 

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