El país de la falsa democracia

El país de la falsa democracia

¿En qué se basan los elegidos para decidir, ¿en sus apreciaciones o en el interés general?, ¿consultan con sus electores o una vez electos se apartan?

Por: Jose Alexander Masco Avendaño
diciembre 19, 2019
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El país de la falsa democracia

Democracia, palabra que deviene del griego democratia y se compone de los términos démos,que significa pueblo y krátos, que traduce poder, por tanto, la democracia es el gobierno del pueblo. En este sentido, la población de un país tiene el mando y lo ejerce mediante mecanismos legítimos de participación.

Dado que es muy difícil practicarla en su forma estricta, se ha optado por adaptarla y hacerle pequeñas modificaciones, claro sin quebrantar su espíritu, entonces aparece la democracia representativa, que consiste en que el pueblo escoge personas que los representen ante el Estado y tomen decisiones para todos.

Bajo ese entendido tenemos que el pueblo se manifiesta por medio de otros, ahora: ¿será posible que en realidad unas cuantas personas puedan recoger el clamor nacional?, ¿en qué se basan los elegidos para decidir, ¿en sus apreciaciones o en el interés general?, ¿consultan con sus electores o simplemente una vez electos se apartan?

Entonces la empresa que inician los candidatos debe ser bien ardua, pues deben “convencer” a la mayor cantidad de personas, y cada persona es un mundo. Sin embargo, muchos son capaces y logran conseguir la aprobación del Pueblo, se pregunta uno también ¿se vota por sus ideas o porque el aspirante reúne propuestas que van enmarcadas a atender las complicaciones de cada sector?

El proceso democrático es complicado e implica para el país que lo adopte una responsabilidad muy grande, que deriva en implementar un sistema lo suficientemente robusto y honesto que evite cualquier fraude, porque, así como la democracia es bastante interesante, también es demasiado vulnerable.

Nuestro país se jacta de tener una gran democracia, aunque sigamos votando en papeletas, y “la saca en cara” a otras naciones, llegando a criticar sus procesos y denunciarlos, acto que por ejemplo vemos reflejado cuando Colombia en su afán de atacar a Venezuela condena la institucionalidad del país vecino, llegando a tildarla de dictadura.

Entendemos la dictadura como “el sistema de gobierno donde todos los poderes del Estado se concentran en un individuo, grupo o partido, no hay oposición, pero si poder y autoridad absolutos”

Si bien en Colombia no aplica propiamente, si es notable percibir un derivado de ella y es lo que llamo “una dictadura consentida”, que contrario a la plena, se aprovecha de la democracia, es decir conviven juntos y es esta última solo un trampolín para formalizar la dictadura y obtener la aprobación de la población. En conclusión, en nuestro país solo nos dedicamos a legalizar el nombramiento del dictador, porque ya desde antes se sabe quién va a ganar en “las elecciones” y esos ganadores son miembros de grupos y familias que por mucho tiempo han llevado las riendas del país o las regiones (los oligarcas)

Para nadie es un secreto que en Colombia el voto dejó de ser libre desde hace rato y pasó a ser forzoso o impuesto, situación que vemos reflejada en su máximo esplendor en las elecciones regionales, allí contemplamos a los dueños de los departamentos en su tarea de cuidar su territorio y su estilo de vida, son esos viejos clanes políticos que desde antiguo han gobernado y lo siguen haciendo a pesar de las irregularidades que surgen entre sus miembros y sus cuestionadas administraciones. Por el contrario, parece ser que para gobernar en Colombia uno debe ser lo más manchado posible (no corrupto, no party).

Y es como estas fuerzas de poder utilizan sus influencias para forzar al electorado a inclinarse por ellos, observamos que, a los empleados, por lo general quienes están por contratos de prestación de servicios, y demás contratistas, son constreñidos a votar por J candidato para que puedan conservar sus puestos y seguir contratando con la administración, además los ponen a recoger firmas para la campaña (fijan una meta que deben cumplir) generar reuniones y buscar gente para las manifestaciones políticas del aspirante.

Es preciso anotar también el hecho de que aprovechándose de las dificultades laborales que existen, prometan a sus incautos colaboradores, la posibilidad de darles un puesto en el gobierno, es por ello que a esas campañas tradicionalistas nunca les falta la mano de obra, ¡sino que les sobra! Pues ese señor es “el de la palanca”. Aunque la realidad dicta que pasa el periodo y a muchos el trabajito les queda “Embolatado”, tanto madrugar, caminar, asolearse y sudar para nada. O bien los ponen a trabajar en campaña, les medio pagan, y les exigen que voten por ellos.

La compra de votos es un fenómeno de nunca acabar, de manera clandestina los políticos se ubican en zonas estratégicas para ofrecer dinero a los ciudadanos y estos estúpidamente creen verse obligados a votar por esa persona, “porque se comprometieron con el doctor” cuando lo simple es tomar el dinero y elegir a otro, pues el voto es secreto (cógele la plata al Mello, pero vota por Caicedo) vimos como Aida Merlano fue descubierta realizando esta práctica, con un proceder bastante sofisticado que consistía en varias anotaciones de las personas que eran “estimuladas”. También sucedió que varias personas se quejaron de un candidato debido a que perdió, se fue y no les dio la plata de sus votos, que idiotas.

Pareciera que a “los de siempre” les resultara agradable mantener al país en este estado de pobreza y dificultades, a lo mejor esto les facilita su actuar y lo más probable es que así sea, pues aprovechan toda la complicada situación nacional (propiciada y mantenida por ellos) para llegar a las zonas más pobres como héroes y adelantar campañas de salud, asistencia, entrega de mercados, materiales de construcción, etcétera. Cualquiera los calificaría de santos, pero no, esa gente no suelta un peso así nada más, esos regalos “desinteresados” ya llevan inmerso su veneno. Es que el doctor si ayuda, nos trae cositas, cada cuatro años, pero al menos se acuerda de nosotros.

El colombiano es tan…. que hasta por una simple y fea camisa marcada con el nombre del postulado te da el voto o un tamal de esos feos, babosos y masuos es suficiente para conseguir el respectivo “voto de confianza”.

Pero la escalada de ataques no termina ahí, buscando cautivar al elector salen con propuestas que se enmarcan en lo descabellado, ideas que, por cuestiones financieras, jurídicas y otras, simplemente no se pueden ejecutar y se muestran los planos de tan colosos proyectos o la creación de programas que endulzan el oído de las gentes como es el caso de ir a las zonas de invasión y prometer legalizar esas tierras.

Pasemos a una que se ha impuesto, ha marcado la tendencia gracias a su efectividad y es la conocida campaña negra (muy utilizada y comprobada por el CD) con ella un candidato no tiene que esforzarse demasiado, ni siquiera tiene que pensar en las propuestas o ideas que enseñar, solo tiene que limitarse a parecer el salvador de una tragedia que se avecina si no lo eligen a él, por ejemplo, el CD usó esta estrategia en los comicios del plebiscito y en la última campaña presidencial. La estrategia giró entorno de generar noticias falsas de los otros candidatos y de la realidad nacional, también entraron a atacar a sus contendores con idealizaciones respecto de ellos o desvirtuar, tergiversar sus ideas, propuestas, ideologías o dichos.

También suelen recurrir a propuestas elementales, apenas superficiales que buscan parecer la solución al mal que se vive, les traigo a colación el siguiente ejemplo: “mas salario, menos impuestos”, “segunda Venezuela” o “castrochavismo”. El Consejo de Estado reconoció que en las elecciones del plebiscito la voluntad del electorado fue doblegada por la cantidad de mentiras y campaña negra que se desplegó en ese momento.

Por último y no podía faltar la violencia, se dice que grupos irregulares llegaban a los pueblos a marcar los tarjetones, las personas sólo hacían acto de presencia. Además de que muchos de los candidatos eran amenazados o asesinados, lo que aumentaba las probabilidades del candidato de los violentos.

¿Qué pensaría usted de un departamento donde una señora se cree su dueña y pone al que le plazca?

¿Qué pensaría de que cuando el hijo de ella se despierta con el capricho de ser gobernador, simplemente lo es? Como si la gobernación es algo que se compra en la tienda de la esquina

¿Qué pensaría de una persona que promete y promete y lo único que hace es dejar obras inconclusas? Cosas así y de mayor gravedad pasan en el país de la falsa democracia.

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