Ningún sacerdote en Colombia ha sido tan farandulero como Jesús Hernán Orjuela, o más conocido como el Padre Chucho, que sin quererlo cambió la misa de las 6:00 pm por los reflectores de las cámaras del Canal RCN donde presentó Cura para el Alma el programa que lo lanzó al estrellato. La fama lo llevaría a la cima pero también lo pondría en el centro de escándalos y polémicas convirtiéndolo en una figura controvertida que despierta amores y odios, con miles de seguidores, pero también con detractores especialmente que vienen de la iglesia.
Peleó contra el alcalde local de Kennedy porque sin pedir permiso y durante casi un año celebraba sus misas los domingos y los 14 de cada mes en el parque principal del barrio Marsella, a las afueras de la Iglesia, generando caos vehicular en la zona y apropiándose del espacio público. Esa pelea la perdió y sus misas tuvieron que volver al templo, donde no cabían todos.
En el 2006 el Padre Chucho fue parado por policías de tránsito en una retén en la Avenida Boyacá con Calle 80, pero el sacerdote en vez de entregar los papeles del carro, le dijo al patrullero: “¿Por qué no me colabora? Mire que voy de afán”. El patrullero le dijo que a pesar de saber quién era él debía cumplir con su deber. El sacerdote se bajó de su automóvil, pero estaba ofuscado.
El agente que paró el vehículo del padre Chucho fue retirado en las siguientes horas de su función como patrullero de tránsito y fue enviado a una estación. Su único pecado fue haber parado al popular cura.
No ha sido el único escándalo, también fue demandado por Gloria María Castaño quien había sido su mano derecha en la Parroquia Madre y Reina del Carmelo durante 10 años. La sacristana dijo que el Padre Chucho no le pegaba a tiempo sus salarios que le llegaban cada seis meses, pero debía hacer el aseo de la parroquia, leer la biblia en las eucaristías y hasta cocinarle ocasionalmente en la casa cural. El caso se cerró por falta de pruebas.
Según KienyKe, el sacerdote Jesús Hernán Orjuela era el protegido de María Emma Ardila, hija del dueño del canal Carlos Ardila Lülle. Por eso, se convirtió en una estrella que llegaba escoltada en camionetas blindadas a las instalaciones de RCN, por donde andaba ataviado con sacos Lacoste y relojes finos.
La fama y el poder de Chucho era tal que algunos empleados del canal y televidentes desesperados le pedían que curara a algún hijo enfermo. Muchos de estos padres de familia preferían ir al sacerdote antes que al médico, convencidos de que este era capaz de hacer milagros.
Por estos días, el Padre Chucho quiere ser santo, así lo dijo en la última entrevista que le dio a Los Informantes de Caracol Televisión. Nunca ha pensando retirarse de la iglesia como hizo su colega Alberto Linero, al contrario su convicción sigue más firme que nunca y aspira a los colombianos lo recuerden como un santo.