Que el actual capitán de la selección colombiana de fútbol sea James Rodríguez no es casualidad. Que hoy, tras haber incursionado en el Real Madrid, sea parte de uno de los principales clubes alemanes tampoco. Juan Carlos Restrepo, su padrastro, fue el visionario.
Desde que era pequeño, explotó su potencial a tal punto de sobrepasar las poco alentadoras expectativas médicas sobre el crecimiento de quien es hoy el número 10 nacional.
Ese tipo de “cracks” del fútbol es lo que Restrepo quiere seguir brindando a Colombia. Su disciplina, el método en que hace rendir a sus entrenados salta a la vista.
Quiere mantenerse firme en el campo, en la misma dirección su hijo James, pero también en la lucha por pulir otros diamantes que estén ocultos en el país.
Y –como se dijo antes– el éxito de su técnica no es cosa de suerte. Su relación con otros entrenadores nacionales y de talla internacional, además de médicos deportólogos, nutricionistas de larga trayectoria y preparadores lo han convertido en una figura relevante para el campo, aunque le huya al protagonismo.
Su experiencia con el pequeño James que llegó a su vida fue la de aplicar dietas estrictas y rutinas de entrenamientos puntuales, para lograr el rendimiento deseado, una técnica indiscutible si se mira la exitosa trayectoria del futbolista.
Definitivamente, ningún potencial es suficiente si no hay disciplina para direccionarlo y Restrepo sí que está preparado para cumplir con esa meta de regalarle a Colombia muchos más James.